En el municipio los tamales son famosos por su sabor y variedad
Zona Norte
- 2011-04-10
Por las bajas ventas y subida de precios, también está en crisis la empresa del tamal. En Tantoyuca los tamales son famosos por su sabor y variedades, el más nombrado de la cultura es el zacahuil, sin embargo el más consumido es más pequeño.
El tamal en la Calle Del Ganado, a un lado del Mercado en la ciudad de Tantoyuca, no sólo tiene fama sino clientela, incluso de otros estados y países.
Hay muchos cuentos sobre el consumo del tamal, el más frecuente es que se tiran huesos y hojas y la calle detrás del que come, queda llena de esto, pero al acudir a la calle, popularmente llamada “la calle del tamal” o “el callejón del hueso”, se da cuenta que la realidad es distinta.
Las mujeres ofrecen “aquí hay tamales grandes”. Los hacen de puerco, pollo y res.
El tamal pesa medio kilo más o menos. En las comunidades como San Sebastián lo hacen de un kilo, en la Esperanza lo hacen “macho” y aparte del guiso lleva huevos cocidos y pesa más de dos kilos. Pero el zacahuil es mucho más grande y alcanza para dar de comer a 150 o 200 personas.
La consistencia de la masa del tamal de Tantoyuca es como la del zacahuil, que es de maíz criollo y luego martajado. A diferencia de los tamales de otros lugares, de masa molida y colada.
El encargado de la calle del tamal, líder de unos 76 comerciantes que en esa calle ofertan desde pescado frito, hasta cal para el nixcón, dijo que hay 28 vendedores y vendedoras de tamales y que ofrecen sus productos todos los días.
Es el señor Juan Del Ángel Antonio, quien lleva en este lugar, como ellos, 20 años.
Algunos tienen mucha clientela, como el señor Margarito, quien vende cantidades ingentes de tamales y es muy conocido, pero en la primavera, no es especialmente la fecha en la que más venden tamales, sino en Todos Santos, cuando llega gente de toda la huasteca a celebrar a los difuntos y se hace el tradicional Xantolo, en el que el huasteco danza con una máscara y se oculta de la muerte, entonces, dice Juan, llegan desde Oaxaca, Monterrey, Tampico, Madero, México, Estados Unidos y otros lugares.
El tamal se sirve al cliente en mesas largas con bancas de madera, en donde ya tienen preparados los chiles en vinagre y los platos y cucharas, también ofrecen aguas de frutas, mientras están comiendo las familias.
Hay para todos los bolsillos, desde el tamal pequeño de un fríjol que se llama “castelán”, y grandes, de 10 pesos que pesan más o menos medio kilo, y son de res con fríjol, de pollo o de cerdo, esto guisado y condimentado al estilo de la región huasteca tének de Maguey Tecomate, que es de donde provienen casi todos los tamaleros, según informó el señor del Ángel Antonio.
Es famosa la calle Del Ganado y se llena desde el amanecer.
En este lugar, aunque está baja la venta, por tradición el huasteco resiste e insiste y sigue vendiendo sus productos.
Lo que últimamente se ha puesto más caro que el maíz amarillo, que vale 22 pesos el cuartillo, es la hoja de plátano con la que lo envuelven, que está en 8 a 15 pesos el rollo.
El entrevistado dijo “Gracias a Dios que nos sale siquiera para solventar nuestros gastos.”
El papá de Juan hacía tamales también, cómo él. Dijo que hay unos que venden más pero que casi no hay “salida” ni ganancia porque desde enero, la venta se ha desplomado.
Piensa que siempre habrá clientes “porque lo damos barato”, es que con un vaso de agua de frutas, que vale 7 pesos y un tamal de 10 pesos, se han quedado satisfechos. Calcula que con 20 pesos –si se come dos tamales- ya está bien comido.
Pero es en Todos Santos cuando venden muchos tamales, les hacen encargos y así siguen vendiendo en octubre, noviembre y a veces hasta diciembre, pero “pasando esas fechas, mucha gente ya no regresa.”
Para los tamales se ocupa también la leña, la carne y el trabajo, que como dice el líder de los vendedores de tamales, “es una tradición y es una costumbre.”