Socorro, la jardinera que rescató el parque de Los Tecajetes

+Tras 12 años de trabajar y aprender, los que ayer la rechazaron, hoy respetan a la jefa

Zona Centro

Boletín - 2018-03-18

No la querían. Le dijeron que la jardinería era un trabajo de hombres y no tenía nada que hacer ahí. Pero Socorro no desistió, siguió trabajando y aprendiendo, de tal suerte que quienes ayer la rechazaron, hoy la respetan como jefa, pues logró “levantar” el parque de Los Tecajetes.

Apenas se cruzan unas palabras con María del Socorro García Martínez, encargada de este sitio emblemático de esparcimiento, y se hace evidente su carácter fuerte. La primera impresión que causa es la de una mujer que ha trabajado incansablemente por lo que quiere.

Cuenta que llegó casada, a los 25 años, y tuvo que dejar en casa a sus dos niños, uno de cinco y otro de tres. Hoy cumple 12 años de estar en Los Tecajetes y se mueve por sus caminos y senderos con la soltura, confianza y cariño de quien pasea por su jardín.

Aunque su padre trabajó durante 32 años como jardinero para el Ayuntamiento de Xalapa, primero en podas y luego en distintos parques, no le enseñó el oficio: “Recuerdo que él empezó en el parque Juárez, luego se pasó al María Enriqueta y terminó aquí en Los Tecajetes, donde duró diez años antes de jubilarse. Mi papá es de campo, pero la verdad no me ayudó. Yo llegué muy verde… mujer y de casa. Lo que yo sabía era guisar”.

Un jardinero, lo primero que aprende es a hacer su propia escoba. Pero también es necesario saber afilar un machete, desyerbar… “comencé desde cero, y para acabarla de amolar, mis compañeros me dijeron: ‘aquí no queremos mujeres, aquí puro hombre’. Así que me dieron una carretilla, mis fierros y me mandaron a trabajar, sin más”.

Se mira las manos y recuerda los callos que le salieron el primer día, así como al compañero que luego se acercó a ella y le mostró cómo hacer las cosas. Siete años después sabía perfectamente el tejemaneje del parque y cómo resolver cualquier problema.

Socorro se dio una lección a sí misma. Y un día llegó la oportunidad: “a partir de hoy, tú eres la encargada del parque”, le anunciaron.

La historia se repitió. Los jardineros no se dejarían mandar por una mujer. “Fue muy difícil, la verdad, se enojaron, no me querían obedecer”. Además, en ese entonces era poco el personal, no se daban abasto. Hubo periodicazos por el descuido del parque, que entonces era del Gobierno del Estado. “Fui a ver a la jefa –recuerda–, algo tenía qué hacerse, solicité más gente, insistí muchísimo en eso”.

Socorro logró que le “prestaran” a dos personas y comenzaron a “echarle ganas”, pero los nuevos sólo iban un día “y eso no me gustó, porque no avanzábamos, No terminábamos algo”. Hasta que la llamaron para preguntarle si quería incorporar a los jardineros de una cuadrilla que se desintegró. “¡Claro, les dije, vénganse pa’cá!”.

Logró más personal de base para el parque. Comenzaron, poco a poco, a “sacarle brillo” al lugar, a darle más mantenimiento, plantar flores, “ponerlo bien bonito”. Y a pesar de su posición de mando, nunca dejó de tomar una pala, un rastrillo o un machete para ayudar a sus compañeros. “Me fui ganando su respeto”.

Sobre qué es lo que más le gusta de su trabajo, Socorro responde de inmediato: “Ésta es mi segunda casa. Paso la mayor parte del tiempo con la naturaleza. Si vengo enojada, aquí se me olvida. Y no sólo soy yo, el parque está así de bonito gracias al trabajo de todos”.

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