El reto es la conciliación

+La victoria de alguno de los tres que encabezan las encuestas, sin pasar por alto las diferencias que hay entre ellos, está obligado a reconciliar.

Zona Centro

Razon.com.mx - 2018-05-28

Independientemente del resultado de las elecciones del 1 de julio, resulta importante ir visualizando lo que se puede venir en el día después.

Se va a requerir de un gran esfuerzo de convocatoria de quien gane. Cualquiera que resulte el triunfador tiene que llevar a efecto un trabajo de conciliación que no va a ser nada sencillo.

La victoria de alguno de los tres que encabezan las encuestas, sin pasar por alto las diferencias que hay entre ellos, está obligado a reconciliar. Lo delicado del asunto es que las divergencias se han ahondado gravemente, a tal grado que no se ve que quien gane, sea quien sea, logre conciliar lo que parece irreconciliable.

La tarea de que se encuentren las huestes de unos y otros parece una labor titánica. Hay enojos e irracionalidad por doquier. Ante la eventualidad de que no ganara López Obrador, que cabe a pesar de su ventaja, la reacción entre sus seguidores podría ser insospechada. Ya se visualiza estos días.

¿Cómo conciliar? No va a ser nada sencillo, porque las posiciones de los candidatos, particularmente la de sus militantes, están abiertamente enfrentadas. Los discursos no han variado, más bien han pasado al extremo.

Si algo quieren los “suspirantes” es verse distintos de sus adversarios, y eso los enfrenta aún más, porque tratan de evidenciar a como dé lugar al adversario, lo cual se extiende al terreno de los seguidores. Al final, socialmente, quedamos cerca del todos contra todos.

En función de lo que hemos vivido como país en los últimos años, lo que está pasando es hasta cierto punto explicable, lo grave es que no se ven caminos de entendimiento por ningún lado.

Es paradójico. Los candidatos se tratan de distinguir más en la crítica hacia los otros que en las definiciones personales, es una especie de “yo no soy como ellos”. Los debates han mostrado, entre muchas otras cosas, que para los candidatos lo más importante es que se les vea diferente de cómo se ve a los otros.

La muy generosa autodefinición de ellos mismos no asoma ni por casualidad la autocrítica. Esta palabra no existe en su diccionario. Uno se asume como honesto siendo que se la ha pasado en medio del batidillo. Otro rompió su partido para ser candidato. El que lleva ventaja se asume como una especie de mesías, que es capaz de salvarnos de todo y a todos.

Estos perfiles hacen mirar complicado el día después. Tenemos además otra muy atendible variable enfrente: si bien las leyes que nos rigen en materia electoral son claras, las inquietudes de lo que pueda pasar son justificadas. Digamos que el pasado nos condena.

Algo importante en el corto plazo es atemperar los ánimos. Hacerlo es construir futuro. Si bien deben establecer lo que van a hacer si triunfan, deben pensar algo que es quizá aún más relevante: reconciliar y unir a una sociedad que está harta, enojada, enfrentada e incrédula.

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