Javier Duarte, el más odiado

2016-06-06


De la jornada electoral de ayer lo más destacable es sin duda el empoderamiento ciudadano. Comprobar que la clase política se equivoca cuando piensa que el poder no reside en la voluntad de la mayoría, expresada en las urnas. Ayer, Veracruz salió a votar, lo hizo copiosa y consistentemente contra la administración duartista.

Hoy, Miguel Ángel Yunes es el virtual gobernador del estado, no porque represente a una clase de políticos diferente, tampoco porque sea ejemplo de honestidad; nada tiene que ver su triunfo con que, cual mago con facultades plenipotenciarias, pueda en dos años resolver todos los problemas que hoy tiene el estado. Sólo es gobernador porque el voto de castigo que los veracruzanos ejercieron contra la administración de Javier Duarte de Ochoa le favoreció al final de la jornada.
El clamor popular es que quemen a Javier Duarte con leña verde en la plaza pública, para después desecharlo en el basurero de la ignominia histórica. Por el virtual gobernador Yunes sólo votó veinte por ciento de los veracruzanos, si consideramos a los que no votaron (poco más de cuarenta por ciento) y a los que votaron por otros partidos.
Visto así, el triunfo panista-perredista no es grandilocuente, como sus expertos en comunicación política quieren vender. Es sólo un resultado favorable, muy cerrado y plagado de circunstancias adversas al PRI. Lo que sí es un hecho es que nadie se equivocó más que los priístas, que nunca se pusieron de acuerdo, que se mantuvieron divididos por la ambición de poder y la avaricia.
Quienes dudaban de que Javier Duarte “jugaba contra” Héctor Yunes, hoy tendrán claro que así fue, y que junto al resto de los niños fieles, le hicieron suficientes agujeros al barco como para hacerlo sucumbir. El resultado de su soberbia: una derrota histórica. No sólo por ser la primera, sino por alcanzar proporciones de desastre.
El odio de los veracruzanos al gobernador que los condujo a la peor crisis de que se tiene noticia, encumbró a Miguel Ángel Yunes como ejecutivo de este estado. Quien desde el primer día de su campaña prometió encarcelar a Javier Duarte, no tiene las facultades para hacerlo; si acaso, podría influir en que quienes sí pueden para que se encarguen. Ese no será el único compromiso de campaña que no pueda cumplir. Esta victoria recuerda por mucho a la experiencia de 2000 con Vicente Fox. Hay una alta probabilidad que de las expectativas que el candidato de derecha-izquierda ha generado, acaben en decepción colectiva, como ocurrió con el presidente Fox.
Entre tanto, muchos son los temas de reflexión que los ciudadanos veracruzanos dejan a la clase política sobre la mesa. En escasos doce meses estaremos en campaña de nuevo, para renovar a los presidentes municipales. Todo cuanto nos rodea es política. Ojalá acabemos de enterarnos de eso, y de que cada nueva decisión transforma el entorno político y económico de la comunidad, municipio y estado que habitamos.
Ayer, el ejercicio ciudadano de decidir se cumplió cabalmente. Lo deseable es que los ciudadanos se informen más y mejor, para tomar mejores decisiones, para elegir a los mejores hombres y mujeres. En Veracruz, como en el resto de México, se requieren ciudadanos más informados y más capaces de entender política, porque les atañe y siempre transforma sus vidas, para bien y para mal.
A partir de hoy, veremos en qué tipo de oposición se convierte el PRI y veremos en qué tipo de gobierno se convierte el PAN de la mano del PRD. Veremos quiénes son sus mejores hombres y a qué vienen. Es día de pasar de los discursos incendiarios a los hechos, y todo Veracruz está ávido de verlo, tanto como de ver a Javier Duarte de Ochoa tras las rejas. Eso fue por lo que votaron ayer. Ahora veremos...

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