UV, del autoritarismo al gobierno colegiado

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2013-09-02

En una ceremonia que de no haber cambio tendrá lugar la noche de este lunes (a las 20 horas en la USBI), la doctora Sara Ladrón de Guevara hará historia al rendir protesta como la primera rectora de la Universidad Veracruzana (UV), la vigésima primera de la Casa de Estudios.
Llega, sin duda, animada de los mejores propósitos. Su propuesta –“Tradición e innovación”– que planteó a los miembros de la Junta de Gobierno de por qué aspiraba al cargo, abre la esperanza de un futuro prometedor para nuestra alma máter.
Al final de su propuesta, dijo que no veía el cargo como un trampolín en una carrera política, sino el más alto peldaño de un miembro de la comunidad universitaria del estado.
Digo que abre un futuro prometedor porque, de entrada, llega con la idea de no repetir dos características que significaron a los últimos rectorados (sus antecesores inmediatos en los últimos 15 años fueron Víctor Arredondo Álvarez y Raúl Arias Lovillo): su personalidad autoritaria.
En su propuesta, la entonces aspirante consideró que era tiempo de reconocer en la figura del rector a un par de los académicos, es decir, de sus compañeros. “Debemos transformar la personalidad autoritaria basada en una jerarquía que ha sido característica de los últimos rectorados por un reconocimiento del rector hacia sus pares”.
Sentó tesis, marcó rumbo: “Conducir una universidad no debe ser imponer su autoridad, sino promover el gobierno colegiado que reside en el espíritu universitario”.
La nueva rectora llega con un diagnóstico preciso de la situación que vive la UV, un diagnóstico que no deja bien parado por lo menos a su inmediato antecesor, planteado con un espíritu crítico pero realista, como corresponde a un académico universitario que se precio de serlo.
Por ejemplo, en su planteamiento como aspirante señaló que la Universidad no se ha consolidado en sus funciones sustantivas y que el lugar que ocupa por su tamaño no corresponde al rango que debería de tener entre las universidades del país.
Asimismo, que si bien los indicadores de gestión universitaria han mejorado considerablemente, a menudo se trabaja para alcanzar las metas en esos indicadores y no en la búsqueda de la calidad total en la vida académica; o sea, digo yo, cantidad pero no calidad.
Tocó un tema toral, considero que prioritario a atender por cuanto afecta a la población estudiantil del estado, que es decir, prácticamente, a todas las familias veracruzanas, que ahora padecen la indolencia de quienes la han precedido en el cargo.
Reconoció que la sociedad cuestiona a la Universidad porque la oferta de espacios no cubre la demanda de educación superior en el estado, “lo que ha propiciado la multiplicación de universidades privadas que significan una menor calidad profesional y un mayor costo financiero para los usuarios, que muchos no pueden pagar” (Para el actual periodo, la UV rechazó a 19,258 jóvenes para estudiar en sus aulas).
El pasado 13 de agosto, en “Prosa aprisa” (“Halcones, la prioridad en la UV”) preguntaba yo si se debía tolerar y seguir permitiendo que en la Casa de Estudios una Facultad, la de Derecho, dispusiera de un techo financiero anual de sólo 440 mil pesos cuando en cambio se gasta un promedio al año aproximado de poco más de 67 millones de pesos en sostener un equipo profesional de basquetbol que en nada beneficia las tareas sustantivas de la Universidad.
“¿Cómo se explica que en cuatro años –de 2008 a 2011– de las arcas de la Universidad, que se llenan con recursos públicos, es decir, de usted, míos, de nosotros, que pagamos vía impuestos, se hayan erogado 268 millones 570 mil 976 pesos en los larguiruchos jugadores (de los Halcones) (Norma Trujillo Báez/La Jornada Veracruz/3-sep-12) y sea la hora en que no se pueden construir salas de juicios orales, ni una sola, para la enseñanza y práctica de esa nueva modalidad del Derecho en la universidad pública por excelencia del estado?”, cuestioné.
Por lo que planteó la entonces aspirante a la Rectoría, por fin eso se va a acabar (el equipo se creó en la gestión de Víctor Arredondo Álvarez y lo secundó Raúl Arias Lovillo, quien, ya de salida, a punto de dejar el cargo, el pasado 23 de agosto aceptó-confesó que el equipo le cuesta a la UV 56 millones de pesos pero tuvo la puntada de tratar de justificar tal gasto afirmando que el equipo “le ha cambiado la vida a niños y jóvenes veracruzanos”).
Al respecto, Sara Ladrón de Guevara es contundente: “El deporte en la U.V. debe ser universitario. Los deportistas externos o profesionales sólo tendrán un rol de capacitadores, entrenadores, evaluadores y no protagonistas del deporte universitario”.
En buen romance o traducido al cristiano (y por declaraciones que ha hecho a la prensa), eso implica que no desaparecerá el equipo, pero los jugadores deberán ser universitarios, no con estrellas que ganan 3 millones 120 mil pesos al año (el Patronato de la UV se vio obligado a revelar la cifra a petición de un particular al IVAI), cuando un técnico académico gana en promedio unos 240 mil pesos anuales. No se debe ni se puede presumir de lo superfluo cuando se carece de lo necesario.
Se gasta, dijo Arias Lovillo, 56 millones de pesos en ese equipo, pero, por otro lado, a los académicos paulatinamente se les ha venido quitando medicamentos del cuadro básico o de buenos laboratorios con el pretexto de que no hay dinero, y del directorio médico han desaparecido muchos especialistas que prefirieron dejar de prestar sus servicios porque les pagan poco por la consulta y les demoran seis meses o hasta más tiempo para pagarles.
Qué bueno que Sara, académica que seguramente ha sufrido la mala situación, ofreció en su propuesta” recuperar la calidad que el servicio médico algún día tuvo”. “Debe ofrecerse un servicio adecuado, oportuno y humano a nuestro personal”.
“Radio Universidad debe poder escucharse en FM. Debe encontrarse el medio para la salida al aire de un canal universitario”. “La Dirección Editorial deberá digitalizar sus colecciones y ofrecerlas en línea. El soporte tecnológico universitario permite la plataforma de su distribución a un bajo costo” (propuesta oportunísima, ahora que el pasado jueves se anunció que Amazon llega a México con el Kindle y 2 millones de ebooks, de los cuales 70,000 se encuentran en español, por lo que bien se podría buscar un convenio para vender lo mejor de nuestro catálogo como la colección “Serio Pitol traductor”).
Relevante en verdad lo que propone para la Universidad Intercultural. Las sedes deben apoyar a los jóvenes indígenas en prepararse para el examen de admisión de cualquier programa educativo, en los programas que ellos deseen y otorgar becas a aquéllos que logren un lugar, para que puedan continuar sus estudios.
Con un agregado: los programas que ofrecen esa modalidad deben apoyar el desarrollo de las comunidades, ser pertinentes en el medio en el que se encuentran y no tratar de imponerles programas elaborados desde el escritorio.
En fin, la nueva rectora tiene, entre otras preocupaciones, la de recuperar y fortalecer la confianza de la sociedad, “demostrar su pertinencia en el contexto regional y la competitividad de sus egresados, administrativos y académicos a nivel nacional y fuera de México”.
Estoy seguro que todos los miembros de la comunidad académica la apoyarán en ese propósito y que lo va a lograr, máxime si trata a sus pares en un plano de igualdad y no desde una posición de personalidad autoritaria. Qué todo sea por el bien de nuestra Universidad.