La necesaria diversidad de posturas y opiniones

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2014-11-28

Con el fin de esta semana concluyen dos años constitucionales del gobierno de Enrique Peña Nieto y cuatro del de Javier Duarte de Ochoa. Como el veracruzano la vivió en sus tres primeros años, el mexiquense en los dos primeros, en especial en este último, vive una crisis histórica que ha puesto a prueba la fortaleza de las instituciones y que irremediablemente cambiará al país, esperemos que para bien.
Ayer mismo y hoy el comentario en general será sobre el mensaje presidencial de ayer “Por un México en paz con justicia, unidad y desarrollo” mediante el cual anunció diez medidas para mejorar la seguridad, la justicia y el estado de Derecho en el país, en realidad para él tratar de salir de la crisis para la que no estaba preparado y que por el momento ha paralizado la marcha del país.
Las reacciones han sido diversas, pero predominan más las del cuestionamiento, las de la duda y el escepticismo, lo que se entiende porque todos nos cansamos de confiar en que ahora sí vendría el cambio verdadero, y lo mismo que los panistas a partir del 2000, de nuevo los priistas a partir de 2012 nos defraudaron hasta el grado no sólo de haber perdido nuestra credibilidad y confianza, sino de haber incendiado la pradera que si no se apaga con hechos congruentes entre lo que se anuncia y lo que se hace nos llevará a un punto sin retorno.
Para bien del país, habrá que darle el beneficio de la duda, una oportunidad a Peña Nieto, aunque seguiremos en la desconfianza hasta que no veamos que el cambio es real. Pero no será fácil volver a la normalidad.
Decía, este viernes seguramente los comentarios sobre el tema serán muchos, pero dentro de lo importante que anunció ayer el presidente, me interesa destacar un punto que me parece fundamental, que habla bien de él, que tiene que reconocérsele y que debe servir de ejemplo a algunas autoridades locales que se enfurecen por lo que escribimos, porque comentamos los excesos que cometen, que no los inventamos, que incluso vigilan nuestros movimientos, pienso que para intimidarnos, y que si no fuera por la presión social tal vez ya hubieran ordenado y ejercido alguna represalia, que en mi caso no sería la primera que sufriría.
Luego del acto oficial ayer en la ciudad de México, más tarde, en el marco de la 56 Semana de la Radio y Televisión, Peña Nieto dijo algo interesante: reconoció que una sociedad democrática como la construida en México no se entiende sin la diversidad de posturas y opiniones, y que la libertad de expresión, la pluralidad de ideas y la apertura al debate son derechos que hoy ejercen plenamente los mexicanos y sus medios de comunicación.
A Peña lo hemos cuestionado severamente, pero tenemos que reconocerle, por ejemplo, que no sólo aguantó vara, que no intentó parar la información (acaso también porque se cuidó que no se enterara de que se le investigaba), que no tomó represalias contra Carmen Aristegui y su equipo, que no ha tratado de denostarla con periodistas a sueldo, que no intentó hackear su portal informativo ni sacar del aire su programa, y que no ha intentado quitar, con cualquier pretexto, la concesión a la empresa que difunde su informativo, luego de que ella le dio el tiro de gracia con la revelación de que tenía una “casa blanca” que lo comprometía por un conflicto de interés, de tráfico de influencias, e incluso de un posible acto constitutivo de corrupción.
Apenas unas horas después de que Carmen subió a su portal aquel ya histórico video en el que ponía en evidencia al presidente, no pude dejar de recordar la investigación del caso Watergate por parte de Carl Berstein y Bob Woodward con todo el apoyo de su periódico The Washington Post, y de la actitud totalmente respetuosa de la libertad de expresión del entonces presidente Richard Nixon.
Nunca me cansaré de recomendar a los jóvenes periodistas o a quienes deseen serlo, en serio, de verdad, que lean y tengan como libro de cabecera Todos los hombres del presidente, el mejor curso de periodismo de investigación que conozco, en donde narran todo el trabajo que hicieron profesionalmente, que en cualquier país tercermundista o subdesarrollado les hubiera costado la vida antes de que siguieran adelante, pero que sin embargo pudieron culminar y motivó la caída de Nixon, porque éste entendió muy bien que aquéllos no hacían más que su trabajo. De aquel histórico hecho, el país norteamericano salió más fortalecido y su sociedad plena de confianza en su gobierno y en la estricta aplicación de la justicia.
Nada se le puede reprochar a Peña cuando afirma que los mexicanos y sus medios de comunicación ejercen su derecho a la libertad de expresión en medio de una pluralidad de ideas y del debate tan necesario en una sociedad que por décadas vivió oprimida por la represión oficial, que castigó con cárcel, cuando no con la muerte, voces disidentes como las de Heberto Castillo, Demetrio Vallejo, José Revueltas, David Alfaro Siqueiros.
México y Veracruz no se entienden ni se pueden dejar de entender sin la diversidad de posturas y opiniones, como bien lo dijo Peña y como ha sido el primero en poner el ejemplo en reconocerlo y respetarlo. El balón está en nuestra cancha. De nosotros, sólo de nosotros depende si ejercemos o no, plenamente, nuestra libertad de expresión, de opinión.
Dentro de todo el contexto de situaciones que se están dando, al menos en este derecho fundamental como es el de la libertad de expresión, el presidente, con su actitud, nos alienta y nos da confianza en seguir adelante con nuestro trabajo de comentario, de análisis, de crítica, de denuncia, que no tiene otro propósito más que el de lograr un país más justo, donde prive la legalidad y se combata en serio la impunidad, la corrupción, el abuso del poder, la deshonestidad.
Pero también en donde se aplique la ley y se acabe con situaciones como la del Congreso del Estado, donde, por ejemplo, el ambicioso líder del sindicato de trabajadores, José de Jesús Rodríguez, no se llena, pues teniendo un sueldo mensual de más de 155 mil pesos mensuales y habiendo logrado un 4 por ciento de aumento directo al salario de sus agremiados y un porcentaje similar de incremento en prestaciones, quiere más y amenaza con movilizar a sus huestes y paralizar las actividades de la Legislatura, en lugar de que rinda cuentas y explique por qué tiene un sueldo superior a la dieta que reciben los diputados y por qué sus protegidos perciben sueldos de entre 12 mil y 90 mil pesos mensuales. Esto tampoco lo podemos seguir tolerando y debemos denunciarlo, combatirlo y exigir que se investigue y se acabe con el latrocinio.
A propósito de la Legislatura pero en otro tema, para los maestros, de lo mejor que dijo ayer el secretario de Educación Adolfo Mota Hernández durante su comparecencia fue el anuncio de que los más de 140 mil profesores veracruzanos recibirán en tiempo y forma sus aguinaldos y prestaciones para que puedan disfrutar de lo lindo su periodo de vacaciones. Por mero y lo sacan en hombros.