Columna: La Escena Veracruzana, de Marco Antonio Medina Pérez
Zona Norte
Marco Antonio Medina Pérez - 2020-05-16
La forma como se ha extendido la pandemia del COVID-19 en todo el mundo ha sido desigual. La experiencia de cómo se ha enfrentado en diversos lugares ha servido para aquellos en donde la epidemia se ha vivido en momentos posteriores.
Afortunadamente para México, como lo ha expresado el Dr. Hugo López-Gatell, lo sucedido en los países europeos, a quienes la epidemia golpeó sorpresivamente de forma inmediata después del foco original en China, sirvió a México para trazar un plan más apropiado y desarrollar las medidas de distanciamiento social con la anticipación que todos conocemos.
El resultado visible de la acertada política del gobierno mexicano es que el pico de infecciones no llegó a la altura que nos hubiera puesto en una situación de sobresaturación; sabemos que el débil sistema de salud que nos heredaron no lo hubiera podido soportar. En vez de tener un brote epidémico fuerte y de plazo corto, se tiene ahora una epidemia de menor impacto pero que se alargará más en el tiempo.
En el caso de Veracruz la llegada del coronavirus fue posterior a otros lugares como la ciudad de México o Quintana Roo. En dichas entidades y en otras, la curva de contagios está por llegar a su máximo nivel y, previsiblemente, comenzará a descender. Por esos datos y la evaluación nacional que se tiene, el gobierno federal determinó que era posible pasar a lo que denominó una Nueva Normalidad para algunas actividades, determinados municipios y bajo ciertas condiciones.
En nuestro estado, por el contrario, la curva de contagios está en una fase ascendente, por lo que las medidas de distanciamiento social ahora son de la mayor importancia y la acción colectiva, de todas y todos los ciudadanos, así como de las instituciones públicas y de los gobiernos municipales, debe ser unificada.
La única forma de evitar que los contagios lleguen a un nivel abrumador y que saturen la capacidad de los centros hospitalarios de que dispone nuestra entidad es haciendo un esfuerzo masivo, generalizado y unificado, sobre todo en las ciudades y zonas conurbanas, que interrumpa la línea de contagios que se da de forma natural en las aglomeraciones, en el contacto social y en la relación comunitaria y familiar.
Siempre he opinado que debemos afrontar la lucha contra la pandemia como si estuviéramos en una guerra que necesita un comando único. Si en un ejército se adelantan o se retrasan las acciones de alguno de sus destacamentos, el resultado no sólo puede ser contraproducente para el éxito esperado sino incluso pone en riesgo la integridad y la vida de todos. En esta guerra contra la pandemia, la hora de Veracruz ha llegado. De la batalla que demos en nuestra tierra dependerá el resultado de la guerra.
Algunos munícipes quisieron adelantarse y presentarse como los héroes del momento, otros apenas se están dando cuenta de la situación de riesgo que se tiene. Los unos quemaron cartuchos antes de tiempo y desgastaron a su población de forma innecesaria, los otros dejaron pasar momentos valiosos de preparación.
Independientemente de lo que haya sucedido con anterioridad, hoy es necesario unificar la acción de todas y todos los veracruzanos. De frente al ascenso en la etapa de contagio comunitario que se vive en Veracruz, hoy más que nunca es necesario participar todos para aplanar la curva de infecciones del COVID-19.
Tanto el gobierno federal como el de Cuitláhuac García han estado haciendo los preparativos necesarios para encarar el peor de los escenarios, pero es mejor aplicar toda la fuerza moral y de valores solidarios de las y los veracruzanos para evitar que lleguemos a él. La consigna del Gobierno de Veracruz debe ser escuchada más fuerte que nunca: ¡#AplanemosLaCurvaAhora!!!