Fiestas

Lilia Cisneros Luján

Una Colorada

2019-09-17

Pasarlo bien –en grupo o cuando menos dos- es quizá el objetivo primordial de cualquier fiesta. Dependiendo de factores como: el desarrollo del grupo, la capacidad emotiva y/o económica del mismo, hay fiestas socio-familiares –cumpleaños, pijamadas- celebraciones religiosas casi siempre aunadas a un ritual –bautizo, primera comunión 15 años, boda, aniversario- también celebraciones sociales, que van tomando espacio en diversas sociedades, como sería el Halloween, el día de muertos, el inicio de la primavera y por supuesto festividades cívicas.

Sea cual fuere el objetivo del evento social organizado de manera pública,[1] denominado fiesta, este tiene cuando menos dos elementos inamovibles: la repetición y el tiempo que se asigna para celebrarlo[2]; y aun cuando no se trate de festividades estrictamente religiosas casi siempre contienen en sí mismas, cierta suerte de ritos, como el soplar las velas en el cumpleaños y tener pastel en el tiempo de comida del mismo o vestirse de determinada manera en el Halloween o las diversas celebraciones de semana santa, como el caso de moros y cristianos. Aun cuando el rito no sea sacramental los actos asociados tienen para los que se reúnen a celebrar cierto significado simbólico p.e. se cumplirá un secreto que se pida mentalmente antes de soplar las velas, que para nada es una conducta sagrada sino más bien algo formal y rutinario, pues la celebración en si misma es la ruptura de una rutina más amplia de la vida cotidiana.

En algún tiempo la agricultura era una actividad prioritaria y en derredor de esta se celebraban fiestas ¿Conoce la esencia de la reunión del Pentecostés entre los judíos y pueblos de antes de Cristo? ¿Por qué algunas fiestas para pedir lluvia o buena cosecha se mantienen vigentes?

En los tiempos cristianos, sobre todo en la iglesia católica- la liturgia se llena de fechas festivas, que se superponen a lógicas como la lunar y se vinculan con santos y vírgenes socialmente aceptadas por algún grupo específico, en base a una lógica solar más estable y como herencia de rituales menos específicos como fueron las comidas multitudinarios de la edad media que los poderosos ofrecían en forma de caridad a los pobres.

El ámbito político ha sido siempre un espacio proclive a las celebraciones, que sin contener una devoción religiosa suponen tal veneración aun cuando al final del día coloquen a los participantes, básicamente pueblo, en una suerte de acontecimiento similar al mundo espiritual. La fiestas más recordadas por la gente en algún tiempo fueron la coronación de un nuevo rey, la entrada victoriosa de algún noble o militar a una ciudad –conquistada o recuperada- o el triunfo en alguna justa o torneo de las famosas en el feudalismo de las fiestas caballerescas. ¿En que se asemejan estos eventos festivos con los diversos concursos promovidos por la mercadotecnia de los medios de masas electrónicos? ¿Qué fiestas políticas llenan más los momentos de ocio popular sin rituales estrictamente religiosos?

La Roma antigua, con su tradición jurídica vigente aun en el siglo XXI como referente obligado, tenía en sus fiestas una forma de promoción para el voto. Sin importar que se tratara de bacanales, lupercales[3] saturnales[4] floralia, cerealia[5] y muchas otras que a final de cuentas satisfacían la vanidad del gobernante –de distintos niveles no solo el emperador- de ser aplaudido por el pueblo beneficiado por los regalos convertidos en banquetes, con vino dulces y lo que se lograra. ¿Será esto el antecedente de los regalos de tinacos, tabiques, cemento y otros que se reparten antes de los procesos electorales en las democracias modernas? ¿Las disputas entre caballeros de entonces se pueden considerar el origen de las justas partidistas?

Las diversas festividades que se celebraban en torno al dios Apolo, son dignas de estudio, por la dualidad de su carácter y acciones. Supuestamente era un dios, benevolente, con grandes cualidades, -como la de cacería y el atletismo- que servía para apoyar a los humanos, proteger a los jóvenes y a las doncellas; pero algunos de los que no se rendían al culto de adoración que le rodeaban, sabían de su esencia cruel, vengativa e irresponsable aun con aquellos que le habían amado como la princesa Seura. Por ello es que magistrados, pro-cónsules y ediles entro otros, solo lo usaban como aura para sus acciones interesadas de suministro de granos –gratuitos o a precios ínfimos- participación en tornos y fiestas que pagan con su propio peculio a cambio de las simpatía que les asegurara su elección o continuidad en el puesto. El circo, el teatro y el anfiteatro, fueron las instalaciones destinadas a divertir al pueblo “panem et circenses”, que cambio el anhelo de estos dos elementos por el derecho de nacimiento a involucrase de manera activa en política. ¿El derramamiento de sangre en las calles de la mayoría de las ciudades del mundo de hoy, tiene el mismo sentido profético que se imbuía en las fiestas romanas? Némesis -envidia según los romanos- procuraban el derramamiento de sangre, de los gladiadores y luego de los cristianos, para apaciguar el espíritu de los muertos ¿será que este dios está presente en el siglo XXI? Los que hoy aparten su lugar una jornada anterior al inicio del juego de futbol ¿son descendientes de quienes cuidaban su sitio desde la madrugada previa a los juegos del pasado? ¿Es de verdad un honor estar en la misma línea de sometimiento al ejercicio del poder de aquel que nos invita a una fiesta, en la cual se comporta casi como un histérico?