Berrinchitos
Lilia Cisneros Luján
Una Colorada
2019-07-08
Vivir en sociedad implica, entre otras muchas cosas, reaccionar a distintos estímulos. El incentivo más primario es la ausencia de oxigeno, las agresiones climáticas o el hambre; si el bebé siente necesidad de alimentarse llora, como lo hace si el pañal mojado o sucio le produce escozor. Un ser humano inicia su camino de desarrollo psicológico[1], desde la etapa prenatal. Países como Corea, consideran la edad de las personas a partir de la fecha de gestación, de ahí que muchos autores acepten que el desarrollo emocional en esta primera porción de la vida, va unido a hechos biológicos que tarde o temprano se convertirán en parte de lo psicológico porque afecten aspectos derivados del desarrollo físico –como limitaciones que deriven en retraso mental o síndromes diversos- o cuando se convierten en determinantes de la manera de proceder con relación a las normas sociales o la moral.
Si el individuo tuvo la fortuna de crecer en un embarazo sin sobresaltos –físicos o psicológicos- seguramente pasará al primer año de vida, demandando lo que quiere por medio del llanto, los gritos, el manoteo y otras muchas expresiones primarias, hasta en tanto aprende a decir: mamá, papá, si, no y un sinnúmero de actividades observables por quienes le rodean. Así, más allá del conjunto de estímulos aprendidos a utilizar en la formación conductual cada uno dispone de respuestas que regularmente gobernarán su vida y dirigirán las formas en que actúa.
Si en la primera etapa de vida, el bebé aprende que la reacción más eficaz a sus deseos se da cuando grita, patalea o hace berrinche, así lo hará durante toda su existencia, a no ser que en las edades posteriores de su desarrollo, adquiera otros tipos de comportamiento para evitar que deriven en un trastorno. ¿Conoce adultos que ante cualquier tipo de cuestionamiento a sus decisiones inician una batalla casi mortal en contra de quien haya osado opinar de manera diversa? ¿Están todos los padres, tutores, cuidadores –nanas, puericultoras- capacitados para detectar que manifestaciones del entorno social, provocan reacciones inadecuadas en los infantes? Cada vez más el mundo nos ofrece un entorno de adultos manipulables o manipuladores ¿Cómo fueron los primeros 7 años de desarrollo de estas personas?
Un adulto con madurez, tuvo la oportunidad de cultivar una personalidad consciente de las propias aptitudes así como sus limitaciones. Además de ser realista, el adulto que no creció en medio de berrinches, agresiones inexplicables y desatención de lo que su conducta infantil extrema ha propiciado –matar animales, tortura a compañeros, destruir su entono- seguramente tiene un modelo de identidad y aprendizaje ideal que a lo largo de la vida, le permitió eliminar aspectos negativos que dificultan la convivencia y le permiten cierto equilibrio entre su vida afectiva e intelectual. ¿Calígula, era dueño de sí mismo o resultó en una persona autoritaria, incapaz de llevar las riendas de su propia vida sin organización temporal, y con una sexualidad inmadura? ¿Su incapacidad para vivir sanamente su presente se derivó de las confusiones de su pasado infantil?
El binomio madre-hijo en el cual la persona en desarrollo aprende a obtener y dar respuestas con alternativas extremas de confianza o desconfianza no siempre es el ideal. ¿Qué ocurre con niños de madres sometidas, capaces de aguantar casi en silencio todo tipo de abusos físicos? ¿Los hijos de padres abusivos o desentendidos podrán llegar a su etapa de autonomía –dos años- sin dudas ni procesos de inseguridad?
Entre la sobre-población, el reparto inequitativo de la riqueza y la influencia dañina de una tecnología sin control desde la etapa de la adolescencia, las personas empiezan a denotar estados de confusión,[2] como relatos incontrolados de historias inventadas que considera reales, -desde el amigo imaginario hasta la mitomanía- afirmaciones ficticias con el fin de engañar a los otros o ganar la estimación de un pueblo –sea este sabio o safio- y muchos otros trastornos de la percepción.[3]
Los afectos son fundamentales sobre todo en las primeras etapas del desarrollo, si el sujeto percibe que lo que le rodea es amenazante de su integridad, desarrollara un YO defensivo a veces claramente agresivo y otras restándole importancia por medio de la broma o la supuesta lástima hacia el otro. ¿Se ha topado con personas que siempre distorsionan lo que ven y escuchan? ¿En serio todos los políticos mexicanos han sido corruptos? ¿Cuántos maniacos han cruzado por su vida que siempre exageran o aquellos a los que les importa un bledo los derechos humanos, las quejas de quien se muere o se queja? ¿Supone loco a aquel que exagera los que siente como los hipocondríacos, aquellos que pueden ver lo que sea aun cuando sus ojos estén cerrados o solo tengan una visión pasada inexistente en le presente?
Para los que tienen hijos pequeños y berrinchudos, es sano que se instruyan y hagan lo necesario para evitar adultos confundidos y, si lo que ya tenemos es un adulto que difícilmente tuvo a su alcance posibilidades de evitar fenómenos que durante su desarrollo lo libraran de percepciones anormales, trate de orientarlo para que se acerque a un buen psicoanalista.
Evitar las distorsiones por sensibilidad de oído, tacto, olor etc. ayudará no solo al paciente sino a todos los que le rodean cuyo sometimiento a sus alteraciones alucinógenas, no es para nada justo. Indudablemente el lenguaje es un medio efectivo de inicio para ayudar a quien debiera evitar molestar a sus semejantes. Corresponde a los cercanos: amigos, familiares, colaboradores, atreverse a decir lo que el propio sujeto es incapaz de asumir, pero solo podrán corregirse las patologías –como la espasmofemia- si la capacidad cognitiva del sujeto admite que requiere ayuda.