¿Y si fuera cierto?

“Que el fin del mundo te pille bailando”. Joaquín Sabina

Juan Antonio Nemi Dib

Cosas Pequeñas

2012-02-20

Hay quien asegura, con firmeza y certidumbre que hielan la sangre, que la vida en la Tierra se acaba este año, específicamente el 23 de diciembre, lo cual sería una verdadera lástima pues precisamente ése día dejarían de festejar sus respectivos cumpleaños personas tan relevantes como doña Carla Bruni (Mme. Sarkozy), la señorita Mary Boquitas, el emperador Akihito o la guapa Jackeline Bracamontes, sin contar con que habría que cancelar la octava posada -y la novena, por ende-, las fiestas de Navidad y las de fin de año, para no hablar de la rosca de reyes de 2013 ni de mi propio cumpleaños (sería el 51º, en octubre del próximo año).

Las razones del pronóstico son varias. Por ejemplo, en 2004 se descubrió un asteroide (el MN4, también conocido como 99942 Apophis, “El Destructor”); mide unos 270 metros de diámetro y originalmente se pensó que podría impactar contra nuestro planeta con fatales consecuencias. Pero luego de 640 mediciones precisas, ópticas, con radar y con Doppler (¿?) se logró construir el diagrama de su órbita: hoy se sabe que los momentos de mayor cercanía a la tierra serán en 2036, 2056, 2068 (dos veces ese año), 2076 y 2103. Sin embargo, esa confusión inicial contribuyó de manera notable a plantear la posibilidad de una hecatombe.

Y en esta ruta de cataclismos hay muchas otras posibilidades planteadas con más o menos seriedad: una gran epidemia para cuyas víctimas infectadas no exista antídoto -incluso con agentes contagiosos de origen artificial-, un contacto extraterrestre que amigable o no, sería de fatales consecuencias -hasta el genial científico Stephen Hawking se ha pronunciado al respecto-, un conflicto bélico que involucre armas nucleares o biológicas (como el que aparentemente ya estarían preparando desde Occidente e Israel contra Irán), un drástico cambio en el eje de rotación del planeta o un trastocamiento en sus campos magnéticos (con la correspondiente inversión de los polos que afecte los ciclos naturales), una radicalización en las condiciones generales de vida causada por el cambio climático (por ejemplo estaciones extremas, muy cálidas o muy frías, muy húmedas o muy secas), una crisis de hambruna generalizada por insuficiencia o contaminación de los alimentos disponibles, una sequía de efectos bioclimáticos irreversibles, un aumento desmesurado e imprevisible en la sismicidad con todo y sus tsunamis, erupciones volcánicas... en fin.

De todos los eventos malditos posibles, uno destaca por su inmediatez: el inicio de un nuevo ciclo solar, de esos que duran unos once años terrestres más o menos, y que se caracterizan en sus etapas finales/iniciales por un drástico incremento en las explosiones solares, con su correspondiente subida en la expulsión de plasma, enormes caudas de radiación -por encima de los promedios normales- de ondas electromagnéticas de diferentes frecuencias. Sobre este asunto, Tyler Durden afirma: Según “Jacco Van der Worp y Marshall Masters -este último experto en materia rocosa espacial y... crisis climática que: ‘En 2012 existe la amenaza de la reaparición de un poderoso fenómeno magnético que traerá como consecuencia la perdida de las comunicaciones en todo el globo terrestre’. La noticia pone los pelos de punta; en primer lugar, se perderá toda comunicación, habrá que olvidarse de la red (por supuesto inalámbrica), por teléfono, a través de bluetooth, a través de satélite. Las alarmantes consecuencias del escenario pintado por la NASA en 2012 ponen en peligro, de hecho, la vida cotidiana de todos y, la seguridad nacional de cualquier país, incluso con un mínimo sistema de telecomunicaciones. Esta situación se producirá en la denominada ‘fase activa’, que atraviesa el Sol cada 11 años, durante este período, nuestra estrella puede generar tormentas magnéticas más o menos potentes, capaces, según la mayor o menor intensidad, dejar fuera de uso los satélites, es también una amenaza para la seguridad de los astronautas o, en casos excepcionales como el previsto para 2012, representar la destrucción de los sistemas de telecomunicaciones y de distribución de energía. Cuando estos sistemas caigan y hagan saltar en cascada otros secundarios rápidamente, traerá consecuencias muy graves: ‘El impacto de la tormenta podría caer sobre las estructuras interconectadas, con efectos devastadores: la distribución del agua potable se hará del todo imposible en pocas horas, se perderán los alimentos que se encuentren en cámaras en el espacio comprendido entre 12 y 24 horas, los medios de transporte también se verán afectados’, prevé Jacco.”

Hay, por supuesto, quienes con toda seriedad y argumentos científicos afirman por su lado que todo esto no pasa de ser una exageración, una aseveración sin visos de convertirse en hechos y, de paso un extraordinario negociazo de muchos vivales, como el de don Juan Carlos García, un gran experto en el fin del mundo que, basado en sus sesudas investigaciones -que él mismo valúa en 650 mil dólares, considerando en 50 dólares el costo promedio de la hora de trabajo de un modesto y baratero científico- está dispuesto a ofrecerle a usted generosamente un kit que contiene: la “Guía de Sobrevivencia para el 2012” (impresa y en DVD), el “Manual de auto hipnosis para atraer protección”, el “Reporte Secreto 2012”, la “Guía de auto hipnosis para atraer salud y relajación” (¡en pleno fin del mundo, que no es poca cosa alcanzarlas!) y, faltaba más, la “Membresía” y “Tarjeta de Emergencia” para los socios del club del fin del mundo que él mismo regentea. Y todo esto por 49.90 de dólar, 30 menos que su precio real (siempre que compre usted con VISA o MASTERCARD). La verdad se le agradece tan generoso descuento, aunque por otro lado no dejo de preguntarme para qué caramba le va a servir a don Juan Carlos tanto dinero a partir del 24 de diciembre, habida cuenta del número de incautos que ya le pagan por descargar on line, sus documentos confidenciales.

Y todo porque al calendario de cuenta larga de los mayas se le acaban los días el 23 de diciembre. Como si se tratara del odómetro -velocímetro- de un coche, que se pone de nuevo en ceros, lo que no significa, por supuesto, que el auto deje de funcionar.

Pero mientras tanto, creo que dejaré de pagar la hipoteca que aún no suscribo, abandonaré la dieta que todavía no empiezo, dejaré de ser políticamente correcto, creo que me atreveré a cantar en mi programa de televisión y regresaré a las camisas hawaianas de la primera temporada, usaré a diario mi carísima pluma fuente de punto de iridio que guardo para las mejores ocasiones que no acaban de llegar, acopiaré toneladas de bloqueador solar, saturaré mis tarjetas de crédito con compras a 300 meses sin intereses y seré menos agrio con los demás. Quizá hasta me dé tiempo de aprender a bailar. A lo mejor deje de comprar MELATE, me temo que no me alcanzaría el tiempo para gastarlo.