La sevicia de López Obrador contra mujeres y niños
Bernardo Gutiérrez Parra
Desde El Café
2022-03-07
Si como candidato López Obrador cargaba y se tomaba fotos con niños mocosos, saludaba y apapachaba a sus mamás y les prometía casi el paraíso, como presidente cambió radicalmente de parecer y les ha mostrado su sevicia y deprecio infinitos.
Las Estancias Infantiles creadas para que las madres trabajadoras tuvieran un lugar digno y seguro dónde dejar a sus hijos, fueron mencionadas como su compromiso número 3 de los 100 que hizo el primer día de su gobierno. “Se mantendrán las Estancias Infantiles y se regularizarán los CENDIS. Ambos programas tendrán recursos garantizados en el presupuesto”, aseguró el 1 de diciembre del 2018 en el Zócalo.
Pero en febrero del 2019 dijo que había “muchas irregularidades y corrupción” y en mayo las echó para abajo a todas, con lo que más de 300 mil niños que estaban en 9 mil 566 Estancias quedaron a la deriva, además de que se perdieron más de 30 mil empleos porque educadoras, médicos y el personal auxiliar que las atendían se quedaron sin chamba.
Su plan B consistente en dar 1,600 pesos bimestrales a los abuelitos para que cuidaran a los pequeños fue una burla y un fracaso completo.
Otro ataque presidencial contra las mujeres y niños (en el que se llevó de refilón a los papás de los menores), tiene que ver con las Escuelas de Tiempo Completo creadas en 2007 para ofrecer clases suplementarias y comida caliente a niños de escasos recursos mientras sus padres trabajaban. Más del 70 por ciento de estos planteles estaban en comunidades apartadas y colonias marginadas lo que resultó una bendición para las familias menos favorecidas.
Pero tenían un defecto muy grande a los ojos de López Obrador; fueron creadas por su enconado enemigo Felipe Calderón y había que echarlas abajo.
Y las echó.
Primero les canceló la mitad del presupuesto y para este año se los quitó, con lo que dejó sin comida a 3 millones 600 mil niños y niñas de 170 mil planteles, cuando la comida era el excelente pretexto para que asistieran a clases y evitaran la deserción escolar con lo que esto conlleva.
López Obrador no midió las consecuencias y si lo hizo le importaron pura corneta; simplemente ordenó a su secretaria de Educación, Delfina Gómez, cancelar el programa y la obediente mujer lo canceló. Si más adelante cientos o miles de esos menores dejan las aulas para enrolarse con la delincuencia a cambio de un plato caliente en la mesa, ese ya no es su problema.
Entre el cierre de las Estancias Infantiles y las Escuelas de Tiempo Completo, hay un lapso de casi tres años. Ese es el lapso en que padres y madres de niños con cáncer han vivido un suplicio por la falta de medicamentos oncológicos para sus hijos. Lo único que han escuchado desde entonces es la soez mentira del presidente de que pronto terminará el desabasto.
Aunque nadie se ha puesto de acuerdo con la cifra, se calcula en más de mil el número de menores fallecidos por la falta de esos medicamentos, lo que es un crimen de lesa humanidad.
Las mujeres maltratadas también han sido víctimas del encono del presidente. Las ha menospreciado y minimizado; ha dicho que son manipuladoras o se dejan manipular. Pero para que vean que él no se anda con remilgos, eliminó los subsidios a los refugios donde se guarecían de los golpes, las violaciones y los asesinatos.
López Obrador ha sido cruel e inhumano con las mujeres y los menores; los ejemplos ahí están. Y cómo me gustaría que alguien con pruebas y no con descalificaciones, demuestre lo contrario.
Esas madres cuyos hijos se quedaron sin estancias, sin escuelas de tiempo completo, sin medicinas y esas mujeres a las que les quitaron la protección contra sus agresores, lo van a pasar a saludar mañana en el Zócalo capitalino. Se unirán a las familiares de las mujeres desaparecidas y asesinadas por las que López Obrador tampoco ha hecho nada.
Y a falta de algo más efectivo, le gritarán su impotencia, frustración y coraje, por encima de las vallas y escudos policiacos que su empleada Claudia Sheinbaum mandó colocar para protegerlo.
Por ahora lector y ante la cerrazón de un sujeto intolerante, es la única manera que han encontrado de decirle: “¡Aquí estamos, haznos caso!”
bernardogup@hotmail.com