La consulta electoral del próximo domingo, misma que para unos es revocación de mandato y para otros, ratificación de mandato, tiene un claro objetivo: medir el agua a los camotes.
En efecto, la continuidad del presidente López Obrador, como titular del Ejecutivo, no está en juego, el tabasqueño completará su mandato sí, desde luego, la salud se lo permite.
Lo que en realidad se persigue, es verificar el grado real de aceptación del mandatario, es decir, obtener un mapeo de la participación de los electores, para detectar los distritos en los cuales haya mayor apoyo y claro está, aquellos en los que la 4T tiene debilidad.
Es obvio, que para que el ejercicio sea más completo, es necesario que los adversarios voten, eso permitiría detectar las secciones en que, actualmente, AMLO ha perdido popularidad, así pues, el cruce de datos, daría pie a establecer una suerte de semáforo electoral para el 2024: zonas en verde, amarillo y rojo.
Sin embargo, ante el boicot de la oposición, con sólo el voto duro del morenismo, se podrá establecer, por inferencia, donde hay que afinar la estrategia electoral, lo que traducido al español significa: un bombardeo masivo de programas sociales.
Otro aspecto, no menos importante, consiste en comprobar la capacidad de operación electoral de los gobernadores lopezobradoristas, el porcentaje de votos obtenidos ofrecerá una radiografía de cómo está el movimiento territorial por sección, distrito, municipio y entidad federativa, por ello, el nerviosismo de los jefes políticos, hay mucho en juego.
Más allá de que el lunes 11 el Tlatoani culpe al INE, en términos prácticos, tendrá un diagnóstico certero del estado de salud de su movimiento, eso le permitirá recetar aspirinas a los amigos, supositorios a los vulgares ambiciosos y jubilación por enfermedad profesional, a los que no entienden que no entienden.