De acuerdo a las más recientes encuestas difundidas y a sondeos no publicados, en las elecciones del próximo domingo en seis estados, dos gubernaturas serían para Morena y cuatro para la alianza encabezada por el PAN.
Si se confirman estos pronósticos, sería no sola una pésima noticia, sino una ominosa señal para Morena rumbo al 2024.
Imagínense de qué humor despertaría el presidente Andrés Manuel López Obrador para la conferencia mañanera del próximo lunes. Lanzaría rayos y centellas cual Júpiter tonante contra todos.
Sin embargo, no canten victoria anticipada. De aquí al domingo no se descartan sorpresas o quizás las encuestas se equivoquen.
Habrá también que analizar los resultados entidad por entidad, porque política y electoralmente no representan lo mismo Aguascalientes o Durango que Tamaulipas o Oaxaca.
Si con todo el poder político y económico no arrasan los candidatos de la Cuatroté, ¡aguas para AMLO!, porque entonces se vería en aprietos para imponer sucesor presidencial.
Si se examinan con frialdad los sondeos y encuestas, Morena triunfaría sólo en Oaxaca y Quintana Roo, y perdería en Aguascalientes, Durango, Hidalgo y Tamaulipas.
Formulen sus pronósticos, lancen sus apuestas y a otra cosa, mariposa.
En Veracruz, las pugnas por el poder van en aumento. El más activo para la gubernatura es el presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Sergio Gutiérrez Luna, de Morena.
También se mueve la secretaria de Energía, Rocío Nahle García, de Morena. Los demás morenistas de la lista son mero relleno.
Por la oposición, los Yunes rojos y los azules, Julén Rementería, más los y las que se agreguen de aquí al 2024, que si no se apuran se quedarán a la mitad del camino.
Hay muchos más aspirantes de distintos partidos políticos que apenas alcanzan la categoría de suspirantes y pueden terminar en expirantes por la sencilla razón de no haber crecido.
Practican política a la antigüita, como en los tiempos de la hegemonía priista. No han comprendido que los estilos y circunstancias han evolucionado y si antes quien se movía no salía en la foto, hoy ocurre exactamente lo contrario, quien permanece quieto ni siquiera es tomado en cuenta a la hora de las decisiones importantes.
Los ciudadanos no votan por candidatos tímidos, tibios o apocados y con mala fama o dudosa reputación.
La moneda se mantiene en el aire y cualquier partido estaría en condiciones de conquistar la gubernatura de Veracruz.