¿El diablo en calzoncillos?
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2014-09-01
¿Cómo será Enrique Peña Nieto como Presidente? La pregunta parece ociosa pero a mi juicio no lo es.
Es cierto que asumió la Presidencia el 1 de diciembre de 2012 y que ha sido casi dos años después, apenas el día 12 de este mes con la promulgación de las leyes secundarias de la Reforma Energética, cuando recuperó totalmente para el priismo y él se hizo del pleno poder político que da el sistema mexicano, que por doce años prestaron los tricolores al PAN. Será a partir de este lunes cuando lo comenzaremos a conocer de veras al iniciar su tercer año de mandato y luego de que pase todo el rebumbio mediático por la entrega de su segundo Informe este lunes y mañana por su mensaje a la nación.
Los más diversos analistas coinciden en que su presidencia comienza apenas. Tres ejemplos: el 7 de agosto Enrique Quintana en su columna “Coordenadas” de El Financiero dijo que había concluido la primera etapa y habló de una nueva narrativa que girará en torno a tres ejes: 1. El regreso del crecimiento económico; 2. Las grandes obras de infraestructura; y 3. El mejoramiento de la seguridad ciudadana.
Un días después Raymundo Riva Palacio en su columna “Estrictamente Personal” que publica en el mismo diario dijo que apenas comenzaba el sexenio (será el cuatrienio) de Peña Nieto, que las cosas van a cambiar a partir de septiembre y que como ningún otro presidente es rigurosamente disciplinado con el manual de operación política que desarrolló en el Estado de México cuando fue gobernador.
El sábado pasado 30 de agosto René Delgado, Director Editorial del diario Reforma, en su columna “Sobreaviso” apunta que la voluntad de Peña de darle marco jurídico a su proyecto de reformas limitó en más de un aspecto lo que el historiador Daniel Cosío Villegas definió y acuñó como el estilo personal de gobernar.
A su juicio, en lo que coincido, el jefe del Ejecutivo se guardó y en obsequio al respaldo de la oposición fue evidente que muchos asuntos graves, abusivos o espinosos que involucraron al panismo y al perredismo se dejaron pasar en el ánimo de no romper la armonía que exigía el Pacto (por eso en Veracruz se entregó la cabeza de Salvador Manzur cuando el PAN la pidió a raíz del Bocagate).
“Desde esa perspectiva, no es aventurado afirmar que Enrique Peña Nieto fue uno antes de las reformas y otro será después. La gran interrogante es con qué mandatario se contará en esta segunda etapa, cuál será su estilo personal de gobernar”. Ya lo habremos de conocer.
Algunas cosas son esperanzadoras (ya lo analizaré), pero también hay signos de qué preocuparse. Otro influyente articulista y analista, Leo Zuckermann, en un artículo (“El gobierno de Peña como el dios Jano”) que publicó el pasado lunes 25 de agosto en el diario Excelsior comentó que mucha gente le ha preguntado qué piensa de lo que ha hecho el gobierno de Peña hasta ahora.
“… si tuviera pocos minutos para expresarlo, utilizaría una analogía: diría que este sexenio me recuerda al dios Jano… deidad que solían poner los romanos en sus puertas… Consistía en dos caras de perfil mirando hacia ambos lados, uno hacia adentro y otro hacia fuera de la casa, simbolizando el comienzo y el término… así veo a este sexenio: con una cara dual. Una mirando hacia el futuro, a la modernidad, al mundo del siglo XXI. Otra observando hacia el pasado, a la tradición, al mundo del siglo XX”.
¿Por qué veo así a este gobierno?, se preguntaba y se respondía: “Porque están, por un lado, las reformas que se han aprobado durante estos meses. Las más importantes apuntan hacia el futuro, hacia un proyecto de modernización que urgentemente requería la economía mexicana… Pero, por el otro lado, está la cara de Peña Nieto viendo al pasado. Y es que el Presidente y su equipo vienen de una tradición política muy peculiar: la del priismo mexiquense de Atlacomulco. A este grupo no sólo le gusta replicar las formas del presidencialismo de antaño sino también, al parecer, ejercer el poder por medio de mecanismos más autoritarios que democráticos”.
¿A qué me refiero?, volvía a preguntarse. Transcribo toda su respuesta, porque de ser cierto –y él es serio y si se atrevió a ventilarlo públicamente es porque seguramente tiene elementos– en el caso de quienes escribimos, analizamos y a veces hacemos crítica tendríamos de qué estar preocupados.
“Está la de una organización de la sociedad civil que publicó información que incomodaba mucho al gobierno. Un miembro del gabinete presidencial amenazó, entonces, con comenzar un proceso penal contra los responsables de esta organización si no se retractaban o por lo menos dejaban de hablar de este asunto. O está la historia de una entrevista de un político opositor que fue censurada por un medio de comunicación (aclaro que no fue el que conduzco en FOROtv) para no “robarle” atención a la agenda mediática del gobierno de Peña.
“Están, también, varias historias de negarse a proveer información gubernamental haciendo hasta lo indecible para que no salgan a la luz pública. O las auditorías fiscales a empresarios incómodos y críticos de ciertas políticas públicas. O las filtraciones de grabaciones muy bien producidas para golpear a ‘adversarios’ de la clase gobernante. O las absurdas defensas, por todos los medios posibles, de funcionarios ineptos y, peor aún, corruptos. O los encarcelamientos de figuras políticas sin tener pruebas judiciales en su contra. O las licitaciones presuntamente amañadas a favor de empresarios amigos de los gobernantes. En fin, historias que nos recuerdan a los viejos gobiernos priistas como si el actual viera con nostalgia el pasado y estuviera dispuesto a llevar a cabo prácticas no propias de una democracia-liberal”.
O sea, no sólo hace norte en Veracruz. Por eso –se entendería– fue exonerado y se le dejó más blanco que a una blanca paloma al exdirigente tricolor Cuauhtémoc Gutiérrez, acusado de operar una red de prostitución con recursos públicos del PRI en el Distrito Federal, a quien el propio PRI nacional y el Instituto Electoral del Distrito Federal lo exoneraron, por eso nunca se tocó a Salvador Manzur Díaz acusado por el Bocagate, y por eso extrajudicialmente no la tiene fácil Maryjose Gamboa (con ella, equivalente a un puño cerrado, nos está diciendo el sistema: mira si te portas mal y resbalas lo que te puede pasar): el PRI, el Presidencialismo, el sistema de vuelta tricolor está funcionando y operando ya en todo su esplendor.
Quienes hemos tenido ¿el privilegio? de transitar entre dos siglos no podemos olvidar al PRI del siglo pasado, al que castigó la disidencia, la crítica, el argumento, el talento, la inteligencia, el señalamiento, la razón con cárcel, persecución o represalias (David Alfaro Siqueiros, José Revueltas, Heberto Castillo, Julio Scherer García), algunos de los cuales fueron a dar a Lecumberri o a las Islas Marías.
De niño cuando nuestra abuela nos quería atemorizar nos decía que si no nos portábamos bien se nos podía aparecer el diablo en calzoncillos. El diablo en calzoncillos ya anda por ahí. ¿Cuál de las dos caras de Jano es la que vamos a conocer?
Pero a mi juicio también hay cosas buenas de Peña Nieto, o al menos esperanzadoras. Ya las comentaré.