Recuento de daños

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2015-06-17


Con los descalabros electorales que sufrieron Carolina Gudiño Corro en Boca del Río, Elizabeth Morales García en Xalapa y Anilú Ingram Vallines en el puerto de Veracruz, se frustraron tres proyectos políticos futuristas que la fidelidad alimentaba: la de hacer a una gobernadora, a la otra senadora y a la tercera alcaldesa del municipio de Veracruz para seguir usufructuando el poder.
En el PRI estatal seguramente se sentarán a hacer un recuento de daños y si con el resultado del domingo 7 de junio no se encendieron los focos rojos de cara a las elecciones para renovar la gubernatura el próximo año, entonces es que todavía no caen en la cuenta que cada vez se colocan más en la posibilidad de llegar a perder por primera vez el Gobierno del Estado.
Una revisión de los resultados electorales muestra que el electorado de las grandes y medianas ciudades le volteó la espalda al PRI, porque aunque el tricolor ganó en algunos distritos, lo cierto es que perdió en las cabeceras: Veracruz, Xalapa, Coatzacoalcos, Boca del Río, Poza Rica, Coatepec, y en Orizaba ganó pero sólo por unos cuantos votos. La mayor parte de sus triunfos los fincó en las áreas rurales, donde los ciudadanos todavía son manipulables, pero cada vez menos.
Pero el priismo en el poder perdió grandes ciudades no obstante que hizo uso de las peores artes de la política para combatir y disminuir a la oposición y sus candidatos, y no obstante eso fue vapuleado, como en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, donde se supone que mandó a sus mejores candidatas y a sus mejores operadores que, ya se vio, no sólo ya no garantizan ningún triunfo sino que reciben el rechazo ciudadano.
El PRI padece de un grave desgaste de métodos, pero también de lo que ellos llaman “cuadros”, esto es, de personas que operan, que son los mismos de siempre, pero que no buscan convencer con buenas acciones, con argumentos convincentes, con resultados al electorado, al ciudadano, sino que tratan de fincar los triunfos en la ilegalidad, en el chanchullo, en la trampa, en el fraude y en los ataques y agresiones a sus opositores, y más si éstos son una verdadera competencia para ellos.
Se supone que en los distritos que perdieron enviaron a competir a lo mejor que tenían, por ejemplo en Xalapa a Elízabeth porque sus encuestas internas decían que era la mejor posisionada, porque tenía un alto índice de aprobación ciudadana y aseguraban que triunfaría ampliamente. La derrota fue estrepitosa. Los xalapeños la enviaron al tercer lugar.
Pero en Boca del Río les sucedió lo peor. Creo que es un error reducir la contienda que se dio a un enfrentamiento personal entre el exgobernador Fidel Herrera Beltrán y el exsecretario de Gobierno Miguel Ángel Yunes Linares, uno priista el otro panista. En efecto lo hubo y el azul se alzó con el triunfo.
En realidad lo que pasó ahí mostró el hartazgo ciudadano, de la mayoría, con el priismo que encarna Herrera Beltrán y todo su grupo. Se supone que éste se fue como un gobernador muy querido, popular, pero a medida que pasa el tiempo y la historia dimensiona su actuación como gobernante y el saldo que heredó, el veracruzano lo empieza a ubicar ya en su verdadero lugar y a mostrarle su rechazo, como sucedió.
Al venir a hacer campaña en forma directa y presencial, con el afán de derrotar a su peor enemigo personal y político, pero también por la obsesión que tiene del poder, no sólo no guardó la compostura que han observado sus antecesores vivos Patricio Chirinos Calero, Dante Alfonso Delgado Rannauro y Miguel Alemán Velaco, quienes se han retirado a la vida privada o se mantienen vigentes en la política pero sin querer influir en las decisiones del estado como Dante, sino que se mostró imprudente y falto de respeto hacia el gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Fidel le faltó el respeto al priismo y faltó a las formas al quitar al candidato original, Sergio Pazos Navarrete, quien además había sido elegido en una convención y por lo tanto es la que le debió haber revocado la candidatura, pero también pensó que podía seguir manipulando la voluntad ciudadana al imponerle a una candidata ajena al distrito (con cabecera en Boca del Río). El candidato del PAN Francisco Gutiérrez de Velasco alcanzó 56,493 votos contra sólo 19,164 del PRI, de Carolina, de Fidel. Menos de la mitad. Paliza contundente. Quién sabe si eso sea suficiente para que el exgobernador acabe de entender que su ciclo político en Veracruz concluyó el 30 de noviembre de 2010.
Pero estado tan grande aldea tan chica Veracruz, para nadie es un secreto que todo el poder oficial se volcó en apoyo a la candidata tricolor (usar las siglas y el color verde sólo fue una pantalla) y que envió a los mejores (o a los peores por los métodos sucios que usan) operadores, quienes, quedó comprobado, tampoco ya no tienen nada que hacer, porque han sido rebasados por el rechazo ciudadano, porque ya todos los conocen y a nadie convencen, porque se quedaron en el pasado y siguen utilizando procedimientos que fueron efectivos para otros tiempos pero ya no para ahora cuando la ciudadanía está alerta y ya no se deja ni está dispuesta a que traten de engañarla ni a manipularla.
Peor, esta vez el rechazo se extendió hasta el distrito vecino, el llamado Veracruz Urbano que tiene como cabecera la ciudad de Veracruz, donde según operó todo un experto que en un acto de soberbia llegó al grado de ofrecer su renuncia a su jefe político si perdían. Y perdieron.
Si el priismo y su próximo candidato a gobernador piensan que con estas personas y con sus mismos métodos van a salir adelante en la elección de 2016, entonces ya está seguro que un candidato opositor, partidista o independiente, va a llegare al Palacio de Gobierno en Xalapa.
¿Todos estos personajes entenderán que su ciclo ya terminó, que ya no garantizan nada a su partido y que, por el contrario, le hacen daño? ¿Qué tienen que irse y darle paso a nuevos actores, que sean mejor que ellos y que sean bien vistos por los ciudadanos? Si el PRI no cambia, en el pecado llevará la penitencia. Y ya no tiene mucho tiempo para corregir lo que tenga que corregir.
Una cosa que tiene que decirse en justicia es que el menor culpable es el actual dirigente del PRI estatal, Alfredo Ferrari Pardiño. Al final ha entregado buenas cuentas. El partido que dirige, la dirigencia que encabeza, ha entregado buenas cuentas. Ganó la mayoría de los distritos. Y tengo que decirlo, experimentados políticos como Carlos Brito Gómez, quién lo duda, me han dicho que también la secretaria general del CDE, Corintia Cruz Oregón, muy joven ella, trabajaron en serio, y hay que reconocerlo.
Pero de que el PRI tiene que hacer un recuento de daños en serio, lo tiene que hacer.