Con el nuevo PRI vuelve el viejo PRI

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2014-04-29

Hasta antes del año 2000, cuando el PRI perdió la Presidencia de la República por primera vez en 71 años, para efectos electorales una regla no escrita se vino cumpliendo puntualmente: la designación de los candidatos a presidentes municipales y a diputaciones locales correspondía hacerla al gobernador, y las de los candidatos a diputados federales y a senadores, así como a gobernador, al Presidente de la república.
Doce años después, el tricolor regresó a Los Pinos y a Palacio Nacional con un presidente que políticamente va de menos a más (según la encuesta de BGC-Excélsior dada a conocer ayer subió su aprobación tras la sensible baja que registró en noviembre pasado, pues recuperó 11 puntos para llegar a 47% de quienes aprueban como está gobernando al país) y que está reconcentrando el poder que gozaron sus antecesores priistas.
En la capital del país, en fuentes del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI, el comentario es que a partir del proceso electoral federal de 2015, el viejo esquema volverá a cobrar vigencia, esto es, que el Presidente volverá a gobernar con una diputación federal afín, con candidatos y diputados designados desde el centro cuya lista la confeccionará al CEN, la aprobará la Secretaría de Gobernación y la palomeará, finalmente, Enrique Peña Nieto. Como en los viejos tiempos.
Esto, de cumplirse, es una muy mala noticia para quienes, en el caso del estado, desde el año pasado y en especial en el actual andan alborotados construyendo castillos en el aire y dándose por ya casi seguros candidatos, como si el que viene se trata de un proceso municipal o local y la decisión de designar fuera a recaer en la dirigencia del Comité Directivo Estatal (CDE) del tricolor.
Quienes vivieron este esquema de decisión en el siglo pasado, en especial los ex presidentes del CDE a quienes les tocó dirigir procesos electorales federales, recuerdan muy bien que en ocasiones al estado se dejó una sola posición, excepcionalmente hasta dos, pero que el resto de los abanderados priistas a diputados federales fueron decididos e impuestos desde la Ciudad de México.
En la entidad, nombres van y vienen, suben y bajan, se atraviesan en diagonal, interesadamente se promueven en columnas políticas, incluso por distrito se mencionan nombres de hombres y mujeres a los que se da por seguro que obtendrán la nominación, pero parece ser que, en efecto, se olvida que de nuevo hay Presidente priista, quien ha retomado el poder de decisión política de su partido y está acabando con el monopolio de decisiones que ejercieron los gobernadores priistas ante la ausencia de un jefe político en Palacio Nacional.
En el caso de Veracruz, para comenzar, trasciende que los hasta ahora mencionados y a los que se da por seguros o casi seguros han sido investigados ya por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y se les da seguimiento, con el propósito de no poner en peligro la elección, que el PRI no postule candidatos impresentables y que el Presidente no quede en riesgo de palomear a personajes de oscuro pasado, que sean cuestionables por su mala trayectoria pública o privada. A partir de ahí, se da por hecho que varios serán vetados y no pasarán ni siquiera el primer filtro.
En fuentes del CEN se comenta que se tiene previsto abrir el abanico político para, como una forma de sumar y de atraer y enriquecer, repartir las posiciones, darle juego a las diversas organizaciones, grupos y corrientes del PRI, acabar con la concentración (y de paso con la inconformidad y el desaliento de algunos que han venido siendo marginados) de candidaturas en una persona o en un solo grupo, y como plus fortalecer la pluralidad y darle cabida a las diversas manifestaciones que conforman el mosaico político del país y del estado.
Si se confirma esta decisión, entonces los aspirantes tendrán que hacer antesala en el CEN y en Gobernación y convencer con pruebas a los factores de decisión que ellos son los mejores por sus méritos y por su trayectoria, como se hacía antes; o buscar padrinos suficientemente influyentes que los avalen en Los Pinos para lograr el tan ansiado palomeo.
Estos padrinos podrían ser los senadores Héctor Yunes Landa y José Francisco Yunes Zorrilla, o el líder tricolor en el Senado Emilio Gamboa Patrón, o en la Cámara de Diputados Manlio Fabio Beltrones, o los dirigentes nacionales petrolero, ferrocarrilero, azucarero, de la CTM, de la CROC, de la CROM, de la CNOP, de la CNC, o el director general del IMSS que es veracruzano de Coatzacoalcos o el subsecretario de Hacienda que es paisano del puerto de Veracruz.
El comentario en fuentes del CEN es que hasta ahora el único que se podría considerar casi seguro por sus nexos con el peñismo es Jorge Carvallo Delfín, quien estaría enfilado para representar a los Tuxtlas, y otro que, si quiere, podría aterrizar en Acayucan es Jorge Uscanga Escobar, con todo el respaldo del secretario de Educación, Emilio Chuayffet Chemor, si no es que lo proyectan como plurinominal.
También estarían en posibilidades reales Adolfo Mota Hernández (Xalapa Rural), con el padrinazgo de Emilio Gamboa Patrón, así como Carlos Aceves Amezcua (Xalapa Urbano), apoyado por su tío el senador Carlos Aceves del Olmo, segundo en la dirigencia nacional de la CTM y seguro sucesor del vetusto dirigente Joaquín Gamboa Pascoe, el primero ex diputado local y federal por Coatepec, el segundo ex diputado local por Xalapa.
Beatriz Paredes Rangel podría meter las manos por Elízabeth Morales García (Xalapa Urbano o Rural), y en todos los casos mencionados se da la coincidencia que todos están en buenos términos con el gobernador Javier Duarte de Ochoa, a quien por cortesía política, si se actúa a la antigüita, se le daría vista.
En política, ya se sabe, lo único seguro es que no hay nada seguro y la lógica es que no hay lógica. Mientras son peras o manzanas, más valdría que quienes andan ya en la aldea como pepita en comal caliente, o como perros y gatos, debieran primero vacunarse contra la rabia, perdón, contra las malas noticias, porque las puede haber.
¡Ah! Otra que ya tiene algo seguro, muy seguro, para el proceso electoral que viene, es la dirigente estatal del PRI, Elízabeth Morales García: la responsabilidad de asegurar el triunfo al CEN, de entregar buenas cuentas a Gobernación, a Los Pinos, además de a su jefe en el estado. El viejo PRI, con el nuevo PRI, está de regreso.