Américo, a cien días

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2014-04-10

En el sexenio anterior, el gobernador Fidel Herrera Beltrán consideraba a Américo Zúñiga Martínez como el mejor Secretario de despacho que tenía, por lo organizado que era.
Una tarde, el cuenqueño me lo dijo en un restaurante donde me citó para tratar algún asunto de trabajo, mientras esperaba que le sirvieran. Me adelantó que el entonces secretario del Trabajo estaba por llegar al lugar.
Fidel era el prototipo del funcionario desordenado, que improvisaba sobre la marcha. Américo, todo lo contrario. Cuando iba a acuerdo ya llevaba listos, punto por punto, todo los asuntos que iba a tratar, para acuerdo o para firma.
En su momento, lo consideré un priista tradicional, demasiado formal, acartonado le llegué a decir, y tuve reservas de que resultara un buen presidente municipal de Xalapa, la capital de Veracruz.
Más que tratarlo personalmente (recién en funciones se enteró que iba yo a comer con algunos de sus colaboradores, y pidió ser invitado; antes, en campaña departimos una noche, pero nada más) lo sigo en el día a día en su actual cargo.
Es muy temprano para dar un juicio concluyente sobre su actuación, pero en el inicio me parece que lo ha hecho bien, que va bien, y que sus primeros cien días como alcalde, que este jueves los cumple, son alentadores, esperanzadores.
Me parece bien su austeridad, tanto en su administración como en su persona. No abusa de su exposición en los medios y cuando aparece lo hace sin estridencias. Me parece sano que no aparezcan fotos suyas a diario si no tiene un motivo de peso para ello.
Eso mismo hizo –me imagino– que a diferencia de algunos colegas suyos, en el arranque no saliera a pregonar que se bajaba el sueldo y que se los rebajaba a los miembros de la Comuna.
Por ejemplo, en una Dirección en la que se pagaba a la anterior titular 106 mil pesos mensuales, ahora al actual sólo se le dan 40 mil; o sea, el recorte fue de más de 50 por ciento.
Incluso, adentro se comenta que a varios de sus colaboradores les decepcionó saber cuánto iban a ganar y hasta, al parecer, han intentado abandonar el barco. Tampoco permite que los miembros de la Comuna sean los proveedores, además de que el Tesorero “es muy duro”, me han comentado algunos regidores.
A los xalapeños, nativos o adoptivos, nunca nos vendió en campaña, ni lo ha intentado hacer ahora, proyectos ilusorios, irrealizables; no nos creó falsas expectativas, y eso es de agradecer ante tanta promesa incumplida de los hombres en el poder.
Se acerca a sus representados y les abre las puertas del palacio municipal para recibirlos (no sé si será cierto, pero me han comentado que el alcalde de Veracruz, Ramón Poo Gil, evade el contacto con los pobres, los colonos, y manda a los regidores a atenderlos, porque se siente de una elite).
Por ejemplo, se vio bien que hace algunas semanas se fue con especialistas al mercado Jáuregui para asesorar a los locatarios sobre la nueva normatividad y los nuevos trámites a que obliga la reforma fiscal. El taller fue ahí mismo, en el centro de abasto.
Periódicamente recibe a colonos y a miembros de distintas organizaciones, los escucha, los atiende y sobre la marcha, junto con regidores y directores, va dando soluciones o respuestas a las diversas demandas y peticiones.
Ha hecho algo que tal vez se considera menor o insignificante pero que es fundamental, clave para una buena administración: reunirse en su despacho con ellos, visitarlos en sus oficinas, saludarlos uno a uno, conocerlos, a los trabajadores del Ayuntamiento, de las distintas áreas.
Se adelanta a los problemas, como haber ido con toda antelación a Quimixtlán, Puebla, de donde baja el agua que surte a Xalapa, ante la llegada de los fuertes calores que hace que el líquido se racione, para evitar cualquier contratiempo que nos pudiera afectar.
Las fotos que en su momento se difundieron lo mostraron en plena armonía con su colega poblano, conviviendo con los pobladores de aquel lugar, en un festejo, en fin, haciendo su trabajo, trabajando para los xalapeños.
Hasta ahora, se conduce con discreción, sin ostentación alguna, no se sabe que haya cometido alguna arbitrariedad ni que abuse del poder. Cuando puede, los domingos o en fechas significativas, aparece en actos oficiales con su familia, su esposa y sus pequeños hijos, proyectando una imagen familiar, que me imagino que es algo que gusta a la sociedad xalapeña, en buen parte conservadora, católica.
Sobre el problema de la vialidad, que sigue siendo tal vez el principal problema de la capital, no se ha precipitado, ni improvisa. Se está reuniendo con todos los sectores para consultarlos y armar un plan integral, que esperamos que ofrezca una buena solución.
Alguna vez en su corto periodo me recordó al extinto Octavio Ochoa y Ochoa, el inolvidable “Negro” Ochoa, quien llegó a ser líder continental de los ganaderos, oriundo de Alvarado pero con ranchos en Acayucan, amigo personal del presidente Adolfo López Mateos y a quien su amigo Rafael Hernández Ochoa nombró director de Tránsito del estado.
Aunque yo era muy joven y él ya adulto mayor, nos hicimos amigos en Acayucan cuando yo dirigía el Diario del Sur. Nos encontramos de nuevo en Xalapa cuando ingresé al Diario de Xalapa. Me llamaba la atención encontrarlo en los sitios donde más problemas de congestionamiento vial había, en los que se pasaba horas o días, estudiando para tomar alguna decisión.
Es lo que ha hecho Américo, según he podido ver las imágenes de sus recorridos, en búsqueda de soluciones, e incluso se ve como un sueño pero sería ideal que alguna vez se concretara un tren suburbano que ha planteado junto con alcaldes de los municipios circunvecinos, algo así como el que corre entre San Isidro y Los Ángeles, California, que atraviesa y une muchas ciudades y condados.
Eso: está tratando de optimizar recursos y jalar parejo con otros colegas. Por ejemplo, construir un rastro que sirva a varios municipios y planes integrales turísticos.
Echó a andar programas pilotos de recolección de basura nocturnos y de arreglo de calles y puentes también nocturnos, para no causarnos molestias, o que sean las menos.
Algo que merece toda la aprobación es que nos ha anunciado ya, con pelos y señales, nombres, ubicación y montos de inversión, todas las obras programadas para este año, algunas de las cuales ya han iniciado, e incluso otras ya han sido concluidas y las ha entregado.
Apenas hoy cumple cien días en el cargo. Su administración será de cuatro años. A mí mismo me sorprende que ya agoté este espacio y tengo qué decir de su trabajo y quedan varias cosas más pendientes de enumerar.
Los ciudadanos queremos buenas autoridades, que cumplan al menos con lo básico, que nos devuelvan en obras y servicios lo que pagamos con nuestros impuestos. No sé cuántos municipios más de los 212 puedan presumir que tienen a otro Américo. Ahora, ojalá y en lo que resta de su administración no nos defraude. Ojalá y dentro de cuatro años no tenga que escribir que estaba yo equivocado.