Américo y Fernando Yunes, ejemplo

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2014-10-14

No cabe duda, twiteando (oportunamente) se entiende la gente. Una nota periodística decía ayer que con motivo de los Juegos Centroamericanos el ayuntamiento de Xalapa se disponía a recoger y a matar perros callejeros para “limpiar” y dar “buena imagen” de la capital.
La reacción en contra no se hizo esperar en las redes sociales y el tema corría el riesgo de hacerse viral, pero el alcalde priista Américo Zúñiga Martínez reaccionó de inmediato y a través de las mismas redes aclaró: “NO existe instrucción semejante En @AytoXalapa existe un total y serio compromiso con la vida y trato digno a los animales”.
Una de las reacciones a la actitud del alcalde fue la del senador panista Fernando Yunes Márquez, quien escribió: “Excelente aclaración alcalde. Te agradezco la información oportuna. Saludos.” Excelente ejemplo de respeto y trato institucional entre dos jóvenes políticos, que ponen la muestra de que es posible (y cómo) actuar con civilidad, sin insultos, sin descalificaciones.
Qué bueno que no hay ni habrá canicidio (ya me imagino a Américo a media noche cavando fosas en las laderas del cerro del Matuiltépec) y que dos jóvenes gobernantes, uno municipal, otro legislativo, nos renueven la esperanza de que en el futuro, que esperamos que sea lo más inmediato, se hará a un lado ese absurdo pleito personal, enfermizo, que tiene como rehén a Veracruz y a los veracruzanos y del que estamos hasta la coronilla.
Patentar las mentadas de madre
Ha regresado al pueblo, a Alvarado, el joven pasante de Derecho al que llaman ya “licenciado Zamudio”. Llega de paso para dar una conferencia. Quiere acabar, “de una vez por todas, con la picardía”.
Sus argumentos del porqué: “Ustedes no saben, con la maldita manera de expresarse, cómo sufre uno fuera de aquí, sobre todo allá en la capital. El padre de mi novia […] tardó más de un año en consentir nuestras relaciones […] porque decía que yo, por ser de aquí, tenía que ser un lépero. En la Universidad, en cuanto supieron mi procedencia, me empezaron a mentar la madre a todas horas, y la mentada, que aquí no duele, allá duele muchísimo…”.
El día de la conferencia, el teatro, la luneta está a reventar. Encabeza la asistencia el presidente municipal. El “licenciado Zamudio”, estrenando traje negro, “camisa de primera” y corbata roja, “de palomita”. Su plática, dice el alcalde, redundará en la cultura local.
Comienza el conferenciante: “La cultura de los pueblos, señoras y señores, se manifiesta a través de su modo de hablar. Por la palabra. Al principio era el verbo, dice el Génesis”… y se sigue con Esquilo, Sófocles, Eurípides, Sócrates, Platón, Catón, Cicerón, Séneca, Montesquieu, Buffon, Voltaire, Rousseau, el Mío Cid, Cervantes, el idioma español, “ese idioma terso, agresivo, furioso como el mar y suave como las nubes en reposo…”, hasta que lo interrumpe una sonora trompetilla, estilo Alvarado, de uno de los pescadores que no entiende nada. Zamudio prosigue y enloquece líricamente, hasta que otra trompetilla, más fuerte, lo vuelve a interrumpir. El “licenciado”, alvaradeño al fin y al cabo, mira directamente al que lo ha interrumpido: “ya te conocí la voz”, le dice y remata: “La próxima trompetilla se la vas a echar a tu chingada madre”. Y ahí se acabó la conferencia.
Esta anécdota la narra Roberto Blanco Moheno, famoso periodista mexicano del siglo pasado, nativo, por cierto, de Teocelo, en su novela Un son que canta en el río. Pero Enrique González Tiburcio, contrario al “licenciado Zamudio”, regresa y comenta que para gloria de Alvarado sería bueno patentar las mentadas de madre, no sea que un día lo hagan los gringos como lo hicieron con “La Bamba”.
En medio del mar de escenarios desagradables que nos abruman a diario, hay hechos que por inusuales y porque muestran un rostro amable, dan ganas de comentar con gusto y para variar de los temas habituales, porque también hay cosas buenas, hechos positivos, como el más que merecido reconocimiento que mañana miércoles 15 harán pueblo y gobierno de Alvarado a su hijo ilustre, el maestro en Economía González Tiburcio, a quien entregarán la Medalla al Mérito 15 de Octubre de 1846.
Esta fecha es significativa: ese día, ese mes y ese año, los alvaradeños defendieron y repelieron con éxito un ataque de tropas norteamericanas, dentro de la Guerra de Intervención por parte del gobierno gringo, secuela de la anexión de Texas a los Estados Unidos. Con la ceremonia de mañana concluirán las fiestas titulares en honor a la Vírgen del Rosario, que iniciaron el pasado 3 de octubre (me quedé esperando la invitación de Manuel del Rosario, para ir).
Me llama la atención la personalidad de González Tiburcio, porque, por ejemplo, aunque es un hombre destacado en la administración pública y en la academia, no obstante que tiene todos los méritos para ser candidateable a un cargo de elección popular, no le interesa ni siquiera que lo mencionen para tal posibilidad. Pocos saben que, por ejemplo, este personaje es desde el año pasado el coordinador de asesores de la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, además de secretario técnico del Gabinete Especializado “México Incluyente”.
Para dar una idea de la importancia de este organismo, está encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto e integrado por los titulares de diez secretarías de Estado (Sedesol, Gobernación, Relaciones Exteriores, Hacienda y Crédito Público, Medio Ambiente y Recursos Naturales; Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación; Comunicaciones y Transportes, Educación Pública, Salud y Trabajo y Previsión Social), por la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal, por el Jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, y por los titulares del IMSS, ISSSTE, Infonavit, Conagua, Conaculta y el Instituto Nacional de las Mujeres
A este hombre, en sesión de cabildo, en forma unánime, el cuerpo edilicio de la llamada Generosa Alvarado el pasado 29 de septiembre decidió galardonado, en una sesión que tendrá lugar mañana a las 19:30 horas en la sala del cabildo. Pero, decía, este veracruzano se cuece aparte. Evita las fotos, no boletina los recursos que gestiona, o no presume su cercanía con las máximas autoridades del país.
No se olvida de su tierra natal. Viene con alguna periodicidad, pero lo hace de la forma más discreta, incluso como lo hizo el año pasado cuando falleció su señora madre y asistió a la velación y al sepelio. Su curriculum es extenso pero basta mencionar que en 1990 se hizo merecedor al Premio Nacional de Administración Pública por su investigación “Reforma de Estado y Política Social”.
Decía, no le gusta el balconeo, pero siendo una excepción, un hombre valioso que distingue a Veracruz, un servidor público ejemplar, honesto, discreto, con alta calificación académica en medio de tanta mediocridad, no he querido dejar de resaltar su figura porque ejemplos como el suyo nos hacen falta. Desde este espacio me sumo a sus coterráneos y le envío mi abrazo de felicitación (en el puerto de Veracruz con un café o allá en el De Efe lo celebraremos con un desayuno o una comida cualquier día de estos).