Mosaico de Voces
Francisco Cabral Bravo
COLUMNA SEMANAL
2020-06-17
Amables lectores, quiero comenzar este texto asentando algo que a mí me parece evidente, para el historiador Enrique Krauze es hora de que la prensa vuelva a lo que Octavio Paz llamaba la claridad de las palabras.
En tiempos de Twitter “hay 140 mil cosas que no pueden explicarse en 140 caracteres”.
Los temas son el lenguaje, la prensa y el papel que juega ésta en la construcción de una democracia efectiva en México. Las redes sociales, la digitalización de la vida cotidiana, han transformado radicalmente los hábitos culturales de un país que sigue esperando grandes cambios.
Persiste la atávica pobreza, la desigualdad, la inseguridad, la corrupción. México es un país crónicamente agraciado. Nuestra democracia tiene enormes limitaciones. Hay un problema real de representación, la gente apenas conoce a sus diputados o senadores, y muchos no entienden con claridad el sentido mismo de la representación.
Si la gente no se siente representada, opta por soluciones de hecho, no de derecho. La falta de una cultura democrática es un problema muy serio.
Los valores de la democracia (civilidad, cultura del debate, tolerancia, capacidad de escuchar al otro) deben enseñarse en las escuelas y practicarse prioritariamente en los medios.
Lo que sí sabemos es que “el contenido es rey”, que la buena prensa, que la prensa inteligente e imaginativa, se abre paso. Una crónica o un reportaje bien escritos, calan dejan huella y permanecen. Otro problema es la rutina: hasta en páginas editoriales hay una uniformidad de estilo lamentable.
No sustituye la reflexión, la fundamentación. No todo pensamiento es aforístico. El papel de la prensa es cumplir cabalmente su papel. Intentar reportajes que descubran la realidad en casos concretos acotados. Reportajes que aporten datos duros. Que revelen lo que estaba oculto o confuso. No caer en la fácil denuncia y menos en el periodismo dogmático. Documentar la realidad, la transparencia.
Hoy la prensa, las redes sociales y los medios representan poderes sin precedente, que además compiten entre sí y se critican entre sí. Esa competencia y esa crítica de todos contra todos, es la fuerza de la libertad y de ese nuevo y excitante marco de comunicación puede salir una noción más real e informada de la vida.
Pero hay que trabajar con más profesionalismo, amor y pasión por la verdad para alcanzarla.
El regreso a la nueva normalidad es caótico, con una ensalada de cifras donde los datos se manejan de acuerdo a la necesidad política del momento.
Este gobierno sorprende. Prácticamente cada semana nos enteramos de una decisión, una iniciativa, un decreto, una acción o un anuncio público que cimbra, que conmueve, que pone en alerta a sectores enteros de la actividad económica, a gobiernos estatales, a organismos internacionales y en general, a la sociedad entera.
Las decisiones del gobierno sorprenden incluso a muchos militantes y apoyadores del partido en el poder, y todo indica que también han llegado a sorprender a colaboradores muy cercanos del presidente. No todas las sorpresas con las que este gobierno ha mantenido un ritmo constante del sobresalto y estremecimiento colectivos son iguales: hay decisiones que sorprenden porque parecen no tener motivación ni contexto.
Hay otras acciones que no se venían venir, pues no están descritas en el Plan Nacional de Desarrollo, ni en los programas sectoriales, ni en documentos oficiales que pudieron haberlas anticipado.
Hay otros anuncios u omisiones que llevan al extremo nuestra capacidad de asombro, pues de la noche a la mañana contradicen de forma drástica posiciones políticas y compromisos ideológicos defendidos por años, y que parecían estar escritos en piedra.
Sobra decir que todos los gobiernos se ven en la necesidad de improvisar de vez en cuando, esa es la naturaleza del gobierno. Las variaciones de los mercados, los cambios sociales, los desastres naturales y los acontecimientos internacionales, obligan a emprender acciones al vuelo que no estaban planeadas.
Pero generalmente, las decisiones que improvisan los gobiernos para enfrentar sucesos inesperados provienen de un estrecho abanico de opciones que son las que razonablemente podemos considerar adecuadas.
No es la improvisación lo que sorprende. Lo que sorprende y llega a asustar, es lo inadecuado, lo inconveniente, lo incongruente, lo radical, lo insensible de las decisiones. Nadie podría reclamar que se improvise para mejorar; pero cuando la acción que se improvisa es además, inadecuada para resolver los problemas del país, la vida pública se convierte en una eterna película de horror, con sorpresas desagradables saltando de forma inesperada.
Cada vez que aparece una de estas propuestas disparatadas alguien comenta que “no podía saberse”. Esta frase que ya se ha vuelto un chiste, se utilizó hasta el desgaste para marcar distancia con el gobierno y liberarse coyunturalmente de responsabilidad.
Como digo al México violento no le importa la pandemia, tampoco sabe de semáforos de riesgo de Covid-19, mucho menos de campañas que invitan a la población a “quedarse en casa”. No, los miembros del crimen organizado siguen asesinando por todo el territorio y la sangre se desborda como en cualquier otro año de los últimos dos sexenios.
Las noticias con las que amanecemos son un recordatorio del terror al que estamos expuestos y al que estará el México postpandemia: “Descuartizan en Colima a 7 policías estatales”. La historia es aterradora.
También en Colima, una noticia que como la anterior debería detener a este país, “Hallan en fosa clandestina el cuerpo de diputada local de Morena, Anel Bueno. Del día que la privaron de su libertad se sabe poco, sólo que fue un grupo armado en la localidad de Tamala. Otra política asesinada en este país.
En este contexto el Secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, señala que “no hay que dramatizar” sobre el riesgo que existe de un repunte de la inseguridad y la violencia con la reapertura económica en el marco de la pandemia.
Estoy seguro de verdad, su declaración es para enmarcar. “Ante la eventualidad de alguna consecuencia del regreso a la nueva normalidad en el ámbito de la seguridad pública será atendida oportunamente por esta mesa de coordinación, estamos pendientes. No queremos dramatizar, hay voces que señalan riesgos. En este momento no hay nada que esté fuera del ámbito del control y de la atención de esta mesa de trabajo”.
¡Vaya frase esta última! Un secretario que no está preocupado por el aumento de la violencia porque “nada está fuera del ámbito de control”. “Un secretario de seguridad que pide no dramatizar” cuando se reporta el asesinato de siete policías estatales y de una diputada local en Colima, y sólo es el recuento de un estado, la realidad nos muestra una violencia que no se ha detenido en los últimos meses.
De acuerdo a una nota publicada hace un par de semanas por el periodista Arturo Ángel en Animal Político, en plena pandemia los homicidios subieron en 18 estados y sumaron más de 6 mil los asesinatos, con incrementos de 100 % en 17 de las 30 ciudades que acumulan uno de cada tres de los homicidios y feminicidios registrados durante la emergencia.
Así que no hay que dramatizar, no se necesita regresar a una nueva normalidad cuando en materia de violencia nunca salimos de la curva ascendente de homicidios; ni en reclusión se detuvo el crimen organizado, así que creo que tiene razón, “no hay que dramatizar”, seguimos igual de peor con o sin sana distancia, usted siga con todo bajo control.
Para finalizar el 2020 será uno de los años más desafiantes de la historia. En efecto, tras el Covid-19 cambiará el mundo con el desafío económico, sanitario de gobernabilidad. Ya desde 2019 había un panorama de incertidumbre, de desaceleración en las expectativas de crecimiento mundial, pero el Covid-19 súbitamente cambió todo, pandemia mundial con impacto brutal en la economía, se apagaron los motores. La contracción de 2020 será peor a la de 2009 por la afectación de cadenas de proveeduría, OCDE ha realizado un estudio de consulta pública para políticas públicas.
José Ángel Gurría dice hay que poner en el centro de los ejercicios de gobierno a la gente, la economía y el planeta. Reducir desigualdades. Enfrentar el cambio climático. Aseguró que es un falso dilema atender la salud o la economía. Utilizar todos los estímulos fiscales, la política monetaria y crediticia, la deuda adicional será un reto adicional, pero ayudará a la recuperación.