Si camina como pato, tiene pico de pato y hace cua cua…es un político.

CLAROSCUROS José Luis Ortega Vidal

2013-01-22

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El discurso de Erick Lagos, dirigente estatal del PRI, dejó mucho qué desear…

Cerca de dos mil priistas de Coatzacoalcos lo escucharon en el Centro de Convenciones de la ciudad y puerto; le aplaudieron por cortesía y tomaron nota de su empeño: quitarse el olor a Fidel Herrera Beltrán y llenarse de perfume marca Javier Duarte de Ochoa.

Se entiende el apuro del líder priista pero en la teoría del discurso la retórica es parte fundamental para el éxito del orador.

Un discurso profundo, acorde a la circunstancia en que se construye y capaz de resucitar a un muerto a base de pasión, constituye un acto nada fácil pero que define a un hombre de poder.

El discurso de Marcos Theurel -Alcalde de Coatzacoalcos- se basó en un texto cumplidor. El redactor del mismo –quizá el propio Alcalde- evitó los riesgos y se apoyó en la libreta.

El presidente salió bien librado, sobre todo en el contenido; en ese terreno Theurel dio muestras de madurez y también de personalidad propia en el ámbito político.

Viejo lobo de mar, Ramón Hernández Toledo se fue por la añeja fórmula de la retórica del botepronto; de la enjundia como barca en la que se puede arribar, con certeza, al puerto de la aprobación del respetable…

“Nos quieren ver divididos. No se los vamos a permitir. Unidad, Unidad, Unidad”…arengó y al tiempo de medir el tiempo en forma eficaz, el líder de la Sección 11 de los petroleros salió en hombros… por lo menos de sus hombres de confianza.

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El gobernador Javier Duarte de Ochoa ha vivido un proceso de madurez política acelerado.

Si camina como pato; tiene pico de pato y hace “cua, cua”, sin duda es un pato…

Dos años después, Javier Duarte de Ochoa mira, observa, actúa, olfatea, habla como político. Sin duda, el hombre es –ya- todo un político.

25 minutos al habla y lograr la atención permanente de los escuchas; pasar de un tema a otro sin perder la hilación argumentativa; sostener cada dicho con datos duros, figuras retóricas oportunas, adecuado tono de voz y buen manejo del lenguaje corporal; son elementos que hablan bien de un orador y Duarte de Ochoa lució así en Coatzacoalcos.

Por eso, en el viejo Puerto México no se habla de otra cosa más que de las órdenes que dejó el gobernador.

Si esas instrucciones dadas en claro español y también en el idioma político de las señales, se cumplen o no; ya será responsabilidad de los hombres y mujeres que se sentaron junto a Javier Duarte en la mesa de honor; durante el llamado desayuno de la unidad partidista, la mañana del domingo pasado en el centro de convenciones.

Estar allí no es un privilegio, es una responsabilidad y eso lo saben los invitados especiales.

Entregar buenas cuentas premia. Contribuir al fracaso tiene su costo.

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Por lo pronto, para las candidaturas a la Alcaldía y la Diputación Urbana de Coatzacoalcos, desde el domingo se mencionan los nombres de Joaquín Caballero, Guadalupe Félix y Mónica Robles.

Hay quienes ver esto como un montaje teatral y ubican ambas posiciones de un solo lado de la mesa.

Ya se verá.