Erick Lagos frente al retrato de Cirilo Vázquez: ¿se le cuadra?

CLAROSCUROS José Luis Ortega Vidal

2013-05-31

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En la política existe el poder de voto, pero también el poder de veto.
Las hermanas Fabiola y Regina Vázquez, originalmente surgidas al escenario político del sur de Veracruz bajo las siglas del PAN, son desde el año 2006 fieles militantes del PRI.
Llegaron al PAN cuando su padre, Cirilo Vázquez Lagunes (qepd) estaba preso en el penal de Pacho Viejo por órdenes de Alejandro Montano, el ex poderoso Secretario de Seguridad Públicay precandidato a la gubernatura veracruzana durante el sexenio 1998-2004.
Con la aprobación de Miguel Alemán Velasco, el hoy diputado Montano permitió a Cirilo Vázquez Lagunes su retorno a la escena política jarocha; luego de que Fernando Gutiérrez Barrios le otorgó un pasaje de partida sin derecho de retorno al estado de Veracruz allá por los años 80s.
En el gobierno de Alemán Velasco creyeron –ingenuamente- que controlarían a Cirilo.
De este modo le permitieron colocar a su empleado Cirilo Agüero en la Presidencia de San Juan Evangelista, durante los comicios de 1999.
Una vez sentado –de facto- en la silla presidencial de su tierra natal, Vázquez Lagunes sacó al cacique que todos llevamos dentro pero que en él era un monstruo insaciable, indomable, imparable.
Cirilo Vázquez encarnaba una de las características que definen al sur veracruzano: su vocación histórica para el cacicazgo.
Aún sin ser descritos a cabalidad; pendientes de ser atendidos por historiadores profesionales, los años 80s en Acayucan representan una de las épocas más violentas del pasado reciente en la llave del Sureste y –de hecho- en la entidad veracruzana.
Los 90s, en cambio, fueron una década de relevo en la estafeta: a grosso modo podemos señalar que durante esa década el alemanismo se fue despidiendo poco a poco de la región y pasó la estafeta a una oposición que había estado presente desde tiempo atrás, pero que en aquel momento arribó al cenit.
Miguel Alemán Velasco fue el último representante del poder que representó su padre durante más de medio siglo y que en la región tuvo en Amadeo González Caballero al cacique mayor desde Alvarado a Las Choapas; poder que ejerció hasta su muerte en los 70.
Rubén B. Domínguez fue un cacique “blanco”, de acuerdo al eufemismo que recoge la historia popular acayuqueña.
Finalmente su hijo Guillermo Domínguez Dalzell fue una suerte de sibarita del poder.
Era tanto su dinero, tanto su poder político, pero también tanto su gozo por la buena vida que “don Guillo” -como le decían- más bien hacía como que “caciqueaba”, hacía como que “era político” y en sentido estricto era un buen ciudadano y un amigo muy agradable.
Sin embargo, bien sabemos que el poder es otra cosa y poco tiene que ver con las cosas gratas.
Así lo entendía Cirilo Vázquez Lagunes y su segunda época en suelo acayuqueño, si bien estuvo signada fuera de la violencia se colocó muy dentro de la imposición, de la finta, de la antidemocracia, del desdén por todo lo que tuviera un tufo de Ley, de respeto a las instituciones o de consideración al otro, al que piensa distinto, al que apuesta al orden.

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Luego de ser encarcelado el 13 de febrero del 2003 –le revivieron una antigua y prescrita acusación por asesinato- Cirilo Vázquez le dio a Alejandro Montano Guzmán una lección que no debe haber olvidado: el poder no se entrega.
A tres años de haber pactado con el PRI por la alcaldía de San Juan, Cirilo quiso más –como en sus viejos tiempos-.
Para los comicios del 2003 exigió las alcaldías de Acayucan, una vez más la de San Juan y las de Cosoleacaque, Oluta, la Sierra de Soteapan, entre otras.
Quería también diputaciones locales de la región y puso los ojos en Coatzacoalcos, puerto del que pensó en ser Alcalde.
La noche del 12 de febrero de aquel año le enviaron a su domicilio en San Juan Evangelista al único policía al que Cirilo le tenía temor: Alfonso Lara Montero.
Un grupo de periodistas acudió al llamado de Vázquez Lagunes y dos reporteros acompañaron al cacique detenido –a petición suya- en el traslado vía aérea al penal de Pacho Viejo.

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Desde la cárcel Cirilo Vázquez Lagunes pactó con el Partido Acción Nacional, con la cual ya había tenido acercamientos los días previos a su rompimiento con el gobierno alemanista e inició un proceso aun vigente: la familia del cacique arribó al poder en Acayucan y Cosoleacaque.
Este suceso merece atención aparte.
Por lo que hace al punto central de hoy, vale recordar que en el 2003 Regina Vázquez Saut, la hija menor del primer matrimonio de Vázquez Lagunes se convirtió en diputada federal por el distrito de Acayucan y bajo las siglas del PAN.
Desde entonces y hasta la fecha, Regina y su hermana Fabiola han ostentado el poder político acayuqueño.
En el 2006 -a la muerte de su papá- decidieron aceptar la invitación a formar parte del PRI.
Así, han sido diputadas y alcaldesas bajo las siglas del partido blanquiazul primero y durante los últimos siete años con el respaldo del partido tricolor.

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El 2014 será el primer año en que las hermanas Vázquez Saut ya no gobiernen Acayucan.
Cierra así una década de vazquismo en el poder municipal acayuqueño.
En el proceso electoral que corre el PRI decidió otorgar la candidatura a Clemente Nagasaki Condado Escamilla, ex militante del PRD.
No obstante, en el Acayucan actual surge un nuevo episodio de lucha política.
Las hermanas Vázquez aceptaron la pérdida de su poder de voto, pero están apelando al poder del veto.
La alcaldesa Fabiola y la diputada federal Regina impulsan una larga lista de puestos edilicios que colocarían a Condado Escamilla en calidad de Alcalde secuestrado por un Cabildo para cuya conformación nadie –empezando por Erick Lagos- le ha pedido opinión.
Fabiola y Regina Vázquez imponen a Síndico, Regidores y hasta suplentes en la planilla de la Alianza Veracruz para Adelante en Acayucan.
Existe el riesgo de una renuncia de parte del abanderado Condado Escamilla, de acuerdo a versiones de su equipo de campaña.
Un argumento del candidato es que los sectores del PRI como la CTM, la CNC, la CNOP, no están representados en la planilla que se le quiere imponer.
Pero el segundo argumento –y más sólido- es que el Alcalde sería él, siempre que el pueblo le otorgue la mayoría de votos, y si no cuenta con la confianza política necesaria con los potenciales ediles su gestión se podría convertir en una práctica de canibalismo donde las hermanas Vázquez comerían Nagasaki al estofado.

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Muy interesante para la sociedad acayuqueña, el desenlace de esta pugna política al interior del PRI y sus aliados del PVEM y el PANAL.
¿Qué se impondrá: el veto del pasado o el voto del presente?