Libramiento, al fin, siete meses después
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2014-08-05
Más vale tarde que nunca, dice el dicho. Siete meses después de que lo esperaban para lo mismo que hará este martes, o sea inaugurar la primera parte del libramiento carretero de Coatepec, el presidente Enrique Peña Nieto estará en territorio veracruzano para cumplir el primer avance de los compromisos de campaña con los veracruzanos, según dijo el delegado de la Secretaría de Gobernación en el estado, Alberto Amador Leal.
Si se recuerda, con motivo de su primera visita del año al estado, el 6 de enero para encabezar el acto agrario que se celebró en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, el alcalde de Coatepec, Roberto Pérez, “Juanelo”, anunció que el mexiquense inauguraría el libramiento, cosa que no ocurrió, ante lo que volvió a anunciar que lo haría en abril cuando regresara al tradicional acto con marinos, con motivo de la defensa del puerto, lo que tampoco ocurrió.
De alguna forma se ha vuelto a la vieja práctica de los gobiernos priistas de no abrir una obra pública nueva si no se tiene primero la bendición del preciso, aunque es indudable que esta vez se aguantó el acto para que sea el macizo el que devele la placa y de paso se dé un baño de pueblo con el propósito de repuntar en la calificación baja que hasta ahora le han dado los veracruzanos, si bien la obra ya había sido puesta en servicio desde hace tres meses, aunque el pasado viernes se volvió a cerrar.
Al respecto, el 28 de julio la Secretaría de Comunicaciones y Transportes emitió un boletín de prensa en el que clasifica al libramiento como CG-222, esto es, como el Compromiso Gubernamental 222, y en el que da a conocer que significó una inversión de 300 millones de pesos en una longitud de 3.5 kilómetros, “que incrementa la seguridad de los habitantes de esta ciudad y beneficia el tránsito de largo itinerario procedente principalmente de Arbolada hacia el Grande”, además de que tiene como objetivo “agilizar los flujos de tránsito en beneficio de miles de habitantes”.
En el trasfondo, además de que se busca mejorar su imagen, de paso se trata de apuntalar al gobierno de Javier Duarte de Ochoa (el delegado de Gobernación, Amador Leal, calificó de “muy estrecha” la relación del gobernador con el presidente) y de refilón al PRI, de cara a las elecciones federales intermedias que tendrán lugar dentro de diez meses.
Si bien cuando de beneficios para la población se trata no hay obra pequeña o menor, extraña que el mexiquense venga sólo a inaugurar sólo tres kilómetros y medio de carretera y no una gran obra, pero acaso ello se explique por la necesidad que tiene de repuntar en la aceptación ciudadana, pues su imagen no sube ni mejora, como bien lo apuntó ayer el ex vocero presidencial (de Vicente Fox) Rubén Aguilar en su artículo “La valoración del Presidente”.
“Lo que más llama la atención es la caída en la apreciación del trabajo presidencial por parte de los líderes. En abril del 2013, 78% aprobaba el desempeño del presidente y 20% lo desaprobaba. Ahora lo aprueba 40% y lo desaprueba 60%; el presidente perdió 38% en el nivel de aprobación y aumentó 40% en el de desaprobación”, apunta en uno de sus párrafos.
Otro más: “La baja también se da en la calificación que los líderes dan a la gestión del presidente. En abril del 2013 le otorgaban 7.1 y en julio del 2014 sólo 4.9. La caída es de 2.2. Al igual que los anteriores son números que seguramente deben preocupar y ocupar a Los Pinos”.
Y un tercero, para no abundar más: “A nivel de la ciudadanía en general los números también son bajos, pero la caída es menor. En abril del 2013, 50% aprobaba el desempeño del presidente y 30% lo rechazaba. Ahora, lo sigue aprobando 50%, pero lo desaprueba el 46%. El presidente se mantiene igual en la aprobación después de un año y siete meses de gobierno, pero aumenta en 16% los niveles de rechazo. La calificación que los ciudadanos dan al trabajo del presidente también baja. En abril del 2013 le otorgaban 6.3 y ahora 5.8. La caída es de 0.5”.
El presidente, pues, viene, como lo recomendaba el extinto gobernador Agustín Acosta Lagunes, a darse un baño de polvo y de pueblo porque lo necesita para mejorar su imagen. A ver qué le prepara como ingrediente el Gobierno del Estado y a escuchar qué dice Peña Nieto en su discurso que jale la aceptación y aprobación ciudadana.
Concurrida y prologada reunión anoche
Al momento de redactar estas líneas anoche (luego de las 9) se prolongaba la concurrida reunión en la Casa Veracruz. Acaso era por la visita presidencial a Coatepec para este martes, pero también había sido citado por el gobernador Javier Duarte de Ochoa el secretario de Salud, Juan Antonio Nemi Dib, quien habría presentado intempestivamente su renuncia al cargo desde el domingo. Pese a las versiones insistentes e incluso el golpeteo mediático que desde adentro alguien desató en contra de Nemi, por la tarde no había sacado sus cosas de la dependencia y todos sus colaboradores se mantenían a la expectativa.
A reserva de lo que se haya resuelto, la lógica política –aunque en política la única lógica es que no hay lógica– indicaría que no se puede recibir al jefe político de la nación, al Presidente, en medio de una crisis por la renuncia de un secretario de despacho, y que, por lo tanto, si de veras renunció, tal vez su salida se oficializaría el miércoles u otro día, aunque más vale expresar reserva, porque a lo mejor en una de esas todo queda en un intento o rumor de renuncia.
Mesié Oscar
Reacomodo. Con el inicio del mes, el viernes 1 de agosto, José Óscar Sánchez Tirado asumió la Dirección de Prevención y Reinserción Social. Conocido como Mesié Oscar en la administración del gobernador Patricio Chirinos Calero, el nuevo funcionario es un viejo policía guardaespaldas, que ha sido escolta de varios funcionarios en diversos sexenios y algo ha aprendido sobre cómo actuar con sensibilidad, respeto a los derechos humanos y manejar con sentido político área tan delicada como la de seguridad.
Con este nombramiento, el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, por fin tomó el control directo de toda el área carcelaria del estado, ya que Mesié Oscar es hombre de todas sus confianzas, mientras que Remigio Ortiz Olivares, su antecesor, era posición de otro secretario de despacho a quien rendía cuentas y a cuyos intereses obedecía. En este caso, el gobernador Javier Duarte de Ochoa ordenó y le dio todo el espaldarazo a Bermúdez para que hiciera el cambio.