Jacobo Zabludovsky: un error
Ya no porque no se pueda hacer otra cosa, sino por conveniencia, comodidad o vanidad.
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2011-11-15
Hombre que le tocó vivir y trabajar, hacer periodismo hasta donde se podía hacer o el que se podía hacer bajo el esplendor del poder unipersonal, vertical, omnipotente y omnipresente, vertical y autoritario, arrasador, avasallante del priismo y que para su fortuna y para la fortuna de miles, millones de radioescuchas mexicanos vive para recordarlo y para compararlo con el periodismo que se hace en el nuevo tiempo que vivimos, el maestro Jacobo Zabludovsky señala con toda razón que ahora que el país ha cambiado es un error grave seguir obedeciendo consignas, ya no porque no se pueda hacer otra cosa, sino por conveniencia, comodidad o vanidad.
Quién no recuerda a la gran estrella que fue del noticiario estelar de Televisa durante años y años tanto que llegó a simbolizar a la empresa misma y al periodismo televisivo mexicano e incluso a considerársele el vocero del sistema político mexicano de aquellos tiempos, al que todos querían imitar y que creó escuela, aunque –eso poco se saca a colación cuando de juzgar su trabajo periodístico de antaño se trata– también ejercía el periodismo crítico en la revista Siempre! del maestro José Pagés Llergo, claro, sin la misma difusión por el alcance masivo de la señal televisiva.
Pero un día el maestro Jacobo se fue de Televisa en solidaridad con su hijo Abraham a quien le negaron la conducción del noticiario que él había conducido por lustros, a lo que sentían ambos que el vástago tenía derecho (finalmente quedó en manos de Joaquín López Dóriga), y con el paso del tiempo, cuando casi todos pensábamos y creíamos que se iba a retirar además dado el cáncer que padece desde hace muchos años y que ha vencido con gran éxito, volvió al periodismo, esta vez radiofónico (es escuchadísimo su noticiario “De Una a Tres” en el grupo Radiocentro) pero, lo más importante, volvió al periodismo libre, independiente, crítico, al grado que hoy es una de las voces más escuchadas, respetadas e influyentes precisamente por la línea que recuperó.
Ayer en El Universal se publicó una entrevista que le hizo el reportero de espectáculos Carlos Sánchez Rangel y que en Veracruz publicó también el diario porteño Notiver, en la que el periodista dice cosas tan importantes que debieran ser una obligación de todo periodista que se precie de serlo de leerlas y analizarlas con todo detenimiento, asimilarlas y aplicarlas.
“Después de haber ejercido el periodismo en un sistema en el cual no había más que un partido político que era dueño de todas las instituciones jurídicas y del cual dependían los poderes fácticos como la televisión, el radio, los periódicos, sindicatos, organizaciones patronales, la Iglesia —en gran medida—… después de movernos dentro del menor margen de posibilidades, prefiero el exceso en el uso de una libertad que el mínimo ejercicio de una dictadura”, manifiesta.
Habla en especial de la crítica, de la que es promotor, que la fomenta, la respeta y no le teme aun cuando el criticado sea él mismo. “Una de las enseñanzas más grandes que me dejó el maestro José Pagés Llergo fue la tolerancia hacia la opinión ajena”.
Afirma contundente: “Jamás haría algo para impedir cualquier crítica hacia mi trabajo. La gente tiene todo el derecho de opinar y yo sería el primero en hacer que se respete su opinión”. Le parece lógico que haya quien cuestione su labor, pero de igual forma tiene muy claro que su trabajo es público y siempre estará sujeto a juicio. “Todos los periodistas de mi época —incluso quienes, con todo respeto, lo nieguen— operamos dentro del margen de las posibilidades que teníamos. Pero México cambió y el error grave es seguir obedeciendo consignas, ya no porque no se pueda hacer otra cosa, sino por conveniencia, comodidad o vanidad”.
Luego de su ejercicio periodístico por aquel sistema presidencial tan cerrado y controlado, señala que: “Lo primero que tuve que vencer en un México abierto a más posibilidades democráticas —todavía nos falta, pero vamos en el camino— fue la censura propia. Después de practicar el periodismo en ese caldo, lo primero por hacer es cambiar tu mentalidad. Cuando sabías que no podías decir algo ya ni lo escribías: entonces tienes que acostumbrarte a que lo puedes decir y tienes que escribirlo”.
Me veo en ese espejo. Estuve dentro del sistema realizando un trabajo profesional pero una vez fuera pude comprobar que no había cambiado mi manera de pensar como periodista, mi mentalidad, la rebeldía de mi origen y me hallé con esa apertura a más posibilidades democráticas de las que habla el maestro Zabludosvky, las que trato de aprovechar con la mayor responsabilidad porque desde siempre he creído que es la mejor forma de servir a la comunidad, a la sociedad, a los lectores, sujeto primero y último del periodismo, pero, también de paso, para ayudar al gobernante, se trate de quien se trate, al señalarle lo que pienso que no está bien o que si está bien se puede mejorar, al denunciar anomalías, corruptelas, arbitrariedades, para que se entere y no lo permita si es que tiene voluntad y decisión de no permitirlo.
Yo se que en Veracruz se puede decir todo si se dice con respeto, si se analiza, si se sustenta, si se argumenta, si se razona. Lo vivo desde que salí del gobierno y –espero no equivocarme en mi apreciación en el futuro aunque justo es decir que hasta la fecha no he visto en lo personal un signo negativo– también lo veo como una posibilidad real porque se dan las condiciones con un gobierno que ojalá y superados los errores que cometió en meses pasados haya aprendido que, como dice el maestro Jacobo Zabludovsky, es preferible el exceso en el uso de la libertad que la más mínima manifestación de la censura y/o de la represión. Esa ha sido una regla de oro no escrita que han pontificado y defendido las mentes más inteligentes y lúcidas que han ejercido el periodismo en México y que avalaron mentes tan brillantes como el maestro Jesús Reyes Heroles, priista para más y mejores señas.
Estas palabras del gran periodista que es Jacobo Zabludovsky caen oportunas cuando hoy el gobernador Javier Duarte de Ochoa entrega su primer Informe de Gobierno y cuando dirigirá un mensaje a los veracruzanos en el que me gustaría escuchar la reiteración de su compromiso de respetar el libre ejercicio de la manifestación de las ideas e incluso de alentar la crítica que lo ayude en su tarea, reiteración que nunca estará de más.
Sobre el tema, con interés leí el domingo en el Diario de Xalapa la entrevista que a propósito de las once años de la página “Concilio”, órgano del Seminario Arquidiocesano de Xalapa, le hizo un alumno al fundador de la misma, el presbítero José Benigno Zilli Mánica, el famoso Padre Zilli, mi maestro de filosofía en Humanidades. A la pregunta de cuál ha sido el objetivo de “Concilio”, respondió: “Comunicar lo que vamos entendiendo a medida que lo vamos entendiendo”. Ese sería un objetivo, a juicio mío, no sólo de “Concilio” sino del columnismo periodístico mismo, y deseable sería también que el gobernante, el hombre en el poder, fuera entendiendo lo que pudiera entender en la medida en que lo fuera entendiendo. Todos ganaríamos.