El enemigo, la delincuencia
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2014-03-18
A mediados de la semana pasada, en los medios le llovió nuevamente al gobernador Javier Duarte de Ochoa luego de que se le atribuyó haber dicho que en el estado ya no había extorsiones o balaceras, tampoco secuestros.
Esa presunta declaración suya fue recogida incluso en medios informativos de la Ciudad de México y la metralla mediática contra el cordobés no se hizo esperar, diciéndose que presentaba un Veracruz idílico.
Ayer, durante su conferencia de prensa semanal de los lunes, que ahora tuvo lugar en el puerto de Veracruz, el gobernante respondió a las críticas diciendo que nunca ha estado diciendo que en Veracruz “no pasa nada, porque sí pasan cosas”, aunque aclaró que ya no son la constante como al inicio de su administración, pero que las cosas que “sí pasan” son como consecuencia de los operativos del gobierno, de combate a los delincuentes.
Yo, por más que busqué, nunca encontré que en efecto Duarte haya pintado un Veracruz paradisiaco. Su declaración que causó polémica la dio en el puerto de Veracruz al concluir el hermanamiento de ese municipio con el de Santos, de Brasil, el martes 11 de marzo.
Textualmente, de acuerdo a la nota informativa del corresponsal de Proceso, Noé Zavaleta, el mandatario estatal dijo: “Hace unos meses el problema eran las balaceras, las extorsiones y los secuestros, y hoy por hoy hemos atendido los delitos de más alto impacto. Hoy Veracruz se desarrolla en un ambiente de plenitud, y ejemplo de ello es que acabamos de tener uno de los mejores carnavales, de los más seguros”.
De acuerdo a la misma nota, que en Veracruz publicó el diario Notiver, el gobernador reconoció incluso: “Hay incidentes, y eso no lo vamos a poder evitar, van a seguir sucediendo, pues sólo en la zona conurbada somos más de un millón de habitantes, ocho millones en todo el estado. Lo importante es que hay instituciones preparadas para, con la ley en la mano, hacer valer el estado de derecho”.
En todo caso se diría que es cuestión de interpretación, y uno puede hacer las que quiera de acuerdo a su gusto, preferencia o intereses, pero textualmente, en efecto, nunca dijo que Veracruz es un edén y aceptó que hay lo que él llama “incidentes”, que no se pueden evitar y que van a seguir sucediendo, como han ocurrido los delitos y hechos violentos de los últimos días en el puerto de Veracruz, Medellín y Xalapa.
¿Qué pasa entonces? Creo que esta primera prueba no la han pasado bien los nuevos responsables de la comunicación social del gobierno, pues nunca salieron a hacer ni las aclaraciones ni las precisiones pertinentes ante los medios que le tundieron al gobernador, pues una cosa es querer censurar, acallar, y otra apelar al derecho de réplica que les asiste en defensa de la imagen de su jefe el titular del Ejecutivo, sobre todo cuando tienen los testimonios escritos textuales publicados por los mismos medios.
Y, pues, ayer, tuvo que ser el propio Javier Duarte quien saliera a hacer la aclaración pertinente, y vistas las cosas frías, sin apasionamiento ni más interés que la imparcialidad, le asiste la razón: nunca dijo que Veracruz es un edén, el paraíso. Le ha fallado su equipo de comunicación social que no hizo valer la literalidad de sus palabras, de su declaración, en forma oportuna.
Incluso, en forma bastante inusual, el sábado el propio secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, aceptó en declaraciones a los reporteros de Córdoba que Veracruz no es la excepción en cuanto a secuestros, problema que calificó como un “fenómeno que ha ido en aumento” a nivel nacional, aunque trató de librar lo mejor que pudo al estado diciendo que acá es “mínimo”. Pero tácitamente aceptó que lo hay.
Pero creo que más allá de los dimes y diretes prensa-gobierno, lo importante, lo que cuenta son las decisiones y las acciones que se lleven a cabo para enfrentar el problema de la inseguridad, de la violencia y de la delincuencia; las medidas que den tranquilidad a la población, al menos que arrojen una luz de esperanza a los veracruzanos de que el problema se continuará combatiendo y de que ahora sí se contendrá pero, mejor, se disminuirá.
Si bien es bueno que la prensa esté alerta y cuestione y que el gobierno aclare y precise, no se debe perder de vista, por ningún motivo, que el problema y el enemigo no son ellos ni entre ellos, sino que son los delincuentes, a quienes más que a nadie les conviene que instituciones tan poderosas como el cuarto y el primer poder se distraigan confrontándose mientras ellos hacen de las suyas.
De que el problema preocupa a Javier Duarte de Ochoa quedó demostrado ayer cuando se fue a meter a la boca del lobo en el puerto de Veracruz pero a dar la cara, sin rehuirlo, como debe de ser y es su obligación, cuando el tema central de su conferencia fue el de la inseguridad, que preocupa a los habitantes del puerto (y en general de todo el estado) y que está en el centro de la atención de los medios todos los días hasta convertirse ya en un clamor.
El cordobés no sólo anunció dos programas para tratar de solucionar el problema, sino que de paso entregó equipo para los elementos armados de la Procuraduría General de Justicia del estado y anunció otras acciones, lo que seguramente fue bien recibido por los sufridos vecinos del puerto.
El problema de la inseguridad es de todos, afecta a todos incluyendo a los periodistas, varios de cuyos apreciados miembros han sido víctimas, y estoy seguro de que la sociedad está dispuesta a tratar de ayudar para solucionarlo, pero a partir de que no se niegue que existe ni se minimice como irresponsablemente lo ha venido haciendo el alcalde de Veracruz Ramón Poo Gil, lo que ha enardecido más a los porteños de todos los sectores y de todos los niveles, y que sea la propia autoridad la que ponga el ejemplo castigando, sí, con todo rigor a los delincuentes probados y comprobados, pero también a sus mismos elementos que a veces son iguales o peores que los malhechores a los que deben de combatir y que permanecen en la impunidad.
Espaldarazo de Peña a Duarte
La visita este martes del presidente Enrique Peña Nieto al sur del estado, amén de la conmemoración de la expropiación petrolera, no puede dejar de tener un trasfondo político: su apoyo y respaldo al gobierno de Javier Duarte de Ochoa y de que en Veracruz hay qué anunciar.