Los sabañones de Fidel
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2014-03-11
¡Vaya! Qué manera de iniciar el lunes. Lector, este no iba a ser mi tema de hoy, pero como dijera Jorge Luis Borges, la vida está hecha de detalles. A veces creo que no está mal salirse de la formalidad y dar paso a cosas más ligeras, pero a veces no menos importantes. Te cuento uno, que me pasó ayer:
Camino a mi trabajo en la Editorial de la Universidad Veracruzana, temprano topé con un apreciado compañero, irreverente en especial con los políticos, pero irreverente en general en una sociedad tan espantada como la nuestra, siempre dicharachero, con un gran ingenio, conductor de un programa de radio matutino de variedades muy escuchado en Xalapa, casi siempre cubriendo eventos sociales, que es su especialidad: Rodolfo “Fito” Soler.
Desde que me divisó a lo lejos vi en su rostro asomar la sonrisa, algo también muy suyo, tal vez porque me asocia con políticos con los que trabajé y en su oportunidad entrevistó, y debido a ello recordó anécdotas, algún hecho, algún sucedido. Su buen humor (nunca lo he visto enojado) me contagió y sin pensarlo dos veces empezamos a hacer recuerdos en medio de celebraciones.
Por ejemplo, cuando un día estando al aire, de pronto preguntó al entonces presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, Adolfo Mota Hernández, qué hacía o cómo enfrentaba una situación de emergencia, por ejemplo si en el momento en que pronunciaba un discurso o presidía una reunión pública le daban ganas de hacer pipí. La respuesta no la recordamos, pero la ocurrencia fue genial y de momento sacó de balance al coatepecano, pero la pregunta era pertinente pues son cosas que casi nadie pregunta cuando ninguno está exento de que le puedan ocurrir esas urgencias, sea político o no.
Pero también, igual, cuando estando al aire le preguntó a bocajarro al entonces gobernador Fidel Herrera Beltrán si usaba condón. Siendo una chucha cuerera como era (y es) el Tío Fide, de pronto no supo que responder, pero una vez que reaccionó salió con la puntada de que él era muy “Fiel” y que no lo necesitaba.
O bien cuando en aquellos días en que buena parte del territorio estatal estaba bajo el agua a causa de las inundaciones, Fidel montó todo un teatro: se quitó zapatos y calcetines, se arremangó el pantalón casi hasta las rodillas, tomó una bolsa-despensa y en medio del agua sucia, putrefacta, la fue a entregar a una casa. Fito, igualmente al aire, le preguntó si no le preocupaba que le pudieran salir sabañones, pescar infecciones. El de Nopaltepec le dijo que nooo, cómo crees. Para nada. Pero pocos días después, una noche cuando el entonces gobernador llegaba a un concierto en el Teatro del Estado, cuando lo vio le indicó que se le acercara y en corto le preguntó ¡qué le recomendaba para quitarse los sabañones! Fito le respondió que Lamisil ¡Ya escucharon, ya escucharon!, le decía el cuenqueño a sus “ayudantes” guaruras.
Si me reí un día antes cuando prácticamente en un suspiro me robaron mi vaso-termo en la iglesia de La Piedad mientras platicaba con Chuchito, ahora se me presentaba la ocasión de seguir enseñando mazorca, y me dije cuán afortunado era al comenzar la semana, jodido pero contento.
(Con Fito, una noche en una Cumbre Tajín armamos un relajo fenomenal cuando al compás de la Orquesta de Pérez Prado –de sus solistas, de lo quedaba de ella– sonsacamos a todos los reporteros y a muchas personas del público para que nos subiéramos a bailar ¡al estrado! haciendo compañía a aquella famosa “Mosquito”, la exótica rumbera ya entrada en años pero todavía con muy buen ver y mejor tocar, como dice Catón, que formaba parte del espectáculo del grupo musical, y no nos bajaron porque contagiamos hasta a los policías que también se pusieron a bailar.)
Años después, ahora el lector sabrá que Fidel era muy gobernador pero con todo y su pinche poder, los microbios, las bacterias dañinas no respetaron su jerarquía y le carcomieron la piel, pero, claro, los microbios sólo son posibles verlos con microscopio, en cambio quedaron para la posteridad las imágenes del Tío Fide mojado como picho, que, por otro lado, hay que ser justos, cómo le levantaron su imagen, tanto que por su obra y gracia en las siguientes elecciones barrió a la oposición.
Esto me lleva a asociar otro hecho, lo que me hace pensar que el hombre en el poder cree que es inmune a todo mal, peligro o riesgo, que no forma parte ya de los mortales, como si fuera un dios. Un día, con el entonces jefe de Prensa del Gobierno del estado (no existía la Coordinación), Ángel Leodegario “Yayo” Gutiérrez Castellanos, fuimos a esperar al gobernador Agustín Acosta Lagunes al aeropuerto Heriberto Jara, y luego a bordo de un vehículo nos enfilamos hacia el centro del puerto de Veracruz.
Manejaba don Agus, pero seguramente porque creía que como era gobernador no le podía pasar nada, iba sobre la carretera rebasando temerariamente todo vehículo que iba adelante, poniendo en riesgo nuestras vidas y haciendo sufrir a sus escoltas-guaruras, porque tío Agustín apenas y si le alcanzaba el tiempo para meterse entre los vehículos de adelante cuando venía otro en sentido contrario, pero los guardaespaldas que no se despegan se tenían que tirar sobre el acotamiento contrario porque ya no alcanzaban a ponerse a buen resguardo.
Ya en el puerto, café de por medio, Yayo, lo recriminó por su osadía y le hizo recordar que eran tan de carne y hueso como todos y que el día que chocara ni todo el poder que tenía lo iba a salvar.
Pero mira, lector, a todo lo que me condujo mi encuentro con Fito Soler. Te ofrezco que mañana volveré a mis temas habituales, haz de disculparme ahora por estas simplezas. Claro, el buen rato que pasé nada me lo quita.
Silva Ramos, tareas mayores
El reciente relanzamiento que ha hecho de su administración el gobernador Javier Duarte de Ochoa implica ir acompañado de gente de su absoluta confianza, claro, con características como la eficiencia y la capacidad. Los cambios no se pueden ver como una ocurrencia. Son de largo alcance como de aquí al 30 de noviembre de 2016. En ese esquema, por ejemplo, no hay que perder de vista al nuevo coordinador general de Comunicación Social, Alberto Silva Ramos, a quien, si no se presentan imponderables, le esperan tareas mayores una vez que meta orden y enrumbe la dependencia que ahora ocupa.
Lo cierto es que a partir de ya, el Ejecutivo estatal ha iniciado la parte más importante de su gobierno: la de ir preparando el cierre de la administración. Para ello necesita y necesitará a colaboradores leales, en quienes deberá confiar, por encima de quienes únicamente piensan en sus intereses personales. Se sabe que en esa línea, por ejemplo, piensa rescatar al ex diputado local José Ricardo Ruiz Carmona, quien le prestó valiosos servicios al frente del SAS en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río-Medellín. Sus enemigos, que ya lo perciben, han iniciado fuego amigo. El gobernador sabe con quiénes va a y deberá terminar.