La guerra sucia del PAN

Columna de José Luis Ortaga Vidal

2012-04-26

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A diferencia de lo ocurrido en el 2006, cuando la guerra sucia del PAN contra Andrés Manuel López Obrador no sólo lo hizo morir como los peces: por su boca, sino que obtuvo respaldo entre los electores al grado de sumar cientos de miles de votos para Felipe Calderón Hinojosa, en el actual proceso electoral los pleitos no atraen a los votantes.

El 2012 tiene circunstancias muy distintas a las vividas seis años atrás.
Felipe Calderón prometió empleo, educación, desarrollo y su sexenio se ha caracterizado por la guerra.

Sangre en las calles del país, muerte por doquier, desempleo, atraso educativo, son razones suficientes para que el electorado –al igual que toda la sociedad- se aleje de los pleitos y de la guerra sucia.

En fecha reciente, Josefina Vázquez Mota y el PAN implementaron una vez más la estrategia de la guerra sucia en la que son expertos.

Su objetivo fue Enrique Peña Nieto, a quien han acusado de mentiroso, irresponsable, burro, etc...
A partir de tales señalamientos -fundamentados en el papel de Peña Nieto como gobernador del Estado de México- se desató un debate al que acudieron los dirigentes de los partidos en disputa: el PRI y el PAN.
¿El resultado?

Enrique Peña Nieto subió en las preferencias electorales y Josefina bajó.
De rebote, las simpatías que tenía la candidata del PAN se sumaron a Andrés Manuel López Obrador, quien se trepó -por unos momentos- al segundo lugar en la pugna presidencial.
¿Por qué bajó Josefina, mientras subieron Peña Nieto y López Obrador?
Hay indicativos de que la clave se encuentra en la estrategia equivocada de parte de la panista.
El electorado está harto de la guerra sucia.
La ciudadanía mexicana está asqueada de la violencia.
El ánimo de los potenciales electores se carga más a las propuestas, a las ideas, a los planes de trabajo y al respeto a su inteligencia.
¿Peña Nieto es burro?
Habemos quienes pensamos que sí.
Hay los opinan que simplemente es ignorante.
Y hay quienes lo consideran un hombre inteligente y preparado.
En fin…
En lo que existe una lógica coincidencia es en el hecho de que los ciudadanos –por definición- nos consideramos lo suficientemente inteligentes para discernir en torno a temas como éste de calificar a nuestros políticos y definir nuestras preferencias motu proprio.
Que alguien busque ser Presidente (a) bajo la estrategia de tratarnos como tarados y hablando como si pensara en lugar de nosotros, nos provoca rechazo.
Enrique Peña Nieto, en muchos sentidos es indefendible.
Para Televisa –por ejemplo- es un producto vendible y ya.
Pero quienes lo atacan por atacarlo salen perdiendo, dado el cansancio frente a la violencia que padecemos.
Y esto incluye el hartazgo de la violencia discursiva de la clase política.

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En este contexto llama la atención que Fernando Yunes Márquez haya llegado a Coatzacoalcos por primera vez en los 25 días que van de la campaña de la que toma parte como aspirante al Senado, y que su discurso se hubiese centrado en acusar a Fidel Herrera de ser narcotraficante.
Si Fernando tiene pruebas al respecto, debería estar declarando ante la Procuraduría General de la República y entregando las bases de su dicho.
Que Fernando quiera ser Senador por Veracruz y el fundamento de su proyecto sea la acusación a otro político -sea cierto o no lo que afirma- es un escenario que provoca rechazo y la consecuencia esperada es la que ha vivido Josefina Vázquez Mota.

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Ahora bien, hay que ubicar los contextos de cada personaje.
Vázquez Mota no puede darse el lujo de un segundo lugar.
Nomás hay una silla Presidencial y los perdedores, queden en segundo o en último sitio, se marcharán a su casa.
En la contienda por el Senado es distinto.
Semanas atrás, Miguel Angel Yunes Márquez –director estatal del programa Oportunidades- visitó Coatzacoalcos y comentó a este reportero que su hermano sería Senador aun perdiendo las elecciones.
¡Más claro ni el agua!
A los Yunes Márquez les da igual si el PAN gana la Presidencia de la República o no.
Ellos juegan por el proyecto de los Yunes Márquez, no por el proyecto del PAN.
Por tanto, en su primer día de campaña en el Sur, Fernando aparece con un discurso rijoso, agresivo, poco estratégico, sin temor a las consecuencias electorales.
El, perdiendo gana y acaso esa es su intención.
Para respaldar su dicho está el programa Oportunidades, que maneja su hermano.
A Yunes Márquez le importan un comino las pruebas de lo que dice.
Su afán es atacar a un enemigo de su familia, de su papá, de los intereses de los Yunes Linares y de los Yunes Márquez.
Lo demás es secundario.
Si su campaña le resta votos a Josefina Vázquez Mota, o si la candidata del PAN está a punto de cumplir un mes de campaña sin haber visitado Veracruz porque no hay condiciones para hacer labor de proselitismo acá, eso es lo de menos.
Fernando cuenta con el apoyo de la SEDESOL.
Y punto.
El cálculo yunista es que el segundo lugar –detrás de los dos candidatos del PRI- es suficiente para convertirlo en Senador.
El PRD es un fantasma en la elección veracruzana, y Fernando lo sabe.

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A Yunes Jr. sólo lo puede frenar el Tribunal Electoral Federal –TRIFE-.
Alejandro “Pipo” Vázquez falló en el intento; pero Julen Rementería ha colocado su queja ante el TRIFE y la elección del candidato panista podría venirse abajo.
Ese puede ser otro motivo por el que Fernando Yunes haga una campaña que va contra lo recomendable.
Ya se verá, pues, por qué tanta bravata del joven candidato.