CLAROSCUROS
Por José Luis Ortega Vidal
(1)
La democracia mexicana ha logrado avanzar en el arbitraje de los procesos electorales.
En 1988, Manuel Bartlett tiró el sistema electoral desde la todopoderosa Secretaría de Gobernación y le arrebató la Presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano para dársela al perdedor Carlos Salinas de Gortari.
Salinas llegó al poder entre sangre y quejas y sólo lo perdió cuando mataron a Luis Donaldo Colosio en 1994.
El sistema político que representó el PRI durante 70 años se resquebrajó en 1988.
No obstante, el dinosaurio alargó su vida durante doce años más en medio de luchas cruentas, como la del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y un cisma económico signado por la devaluación de 1994 y el surgimiento vergonzoso del FOBAPROA.
Hoy, afortunadamente, las cosas son un poco distintas.
La creación del Tribunal Federal Electoral en 1991 marcó un antes y un después en la vida política mexicana.
En la circunstancia actual el TRIFE pesa -aun no al nivel de independencia y credibilidad que debe- pero es un actor importante en la construcción de nuestra democracia.
Su papel es el de un árbitro que –por ejemplo- en 1988 no existía.
Puede haber un árbitro bueno, regular o de plano muy deficiente, pero nada es peor a la ausencia de un árbitro.
Cuando un solo actor en el escenario del poder es juez y parte, la imparcialidad se pierde y eso causa un gran daño.
En 1988 el fraude se pudo hacer con toda impunidad porque la única opción que Cuauhtémoc Cárdenas tuvo en las manos fue la de violentar al país, para lo cual –se sabe- habría tenido el apoyo de al menos una parte del ejército.
Sin embargo, el líder de la izquierda optó por dejar el poder en manos del enemigo y confiar en que el tiempo crearía las instituciones que el país requería para evitar una nueva “caída del sistema”.
Los fraudes electorales existen y existirán.
No hay sistema político perfecto.
Winston Churchill dijo que “la democracia es el peor de los sistemas políticos; a excepción de todos los demás”.
La de México, es una democracia coja, pero finalmente es democracia y es el mejor escenario al que podemos aspirar en la actual etapa de nuestra historia.
(2)
A propósito del TRIFE y las circunstancias del proceso electoral del 2012, algunos datos se conectan directamente con nosotros, en el Sur de Veracruz.
En Coatzacoalcos -por ejemplo- el TRIFE podría invalidar la candidatura de Rocío Nahle para la diputación federal por el Distrito XI.
Hay dos motivos posibles:
- La queja de los precandidatos que fueron desplazados y sufrieron la violación de sus derechos partidistas para que Nahle fuera impuesta. A Rocío, impulsada por El Diario del Istmo, se le impulsa en forma antidemocrática bajo el argumento de las posiciones de género y un teatro de encuestas que se anunciaron y programaron al margen de la Ley.
- La violación –por parte de Nahle- de la veda electoral marcada por el IFE, en la que se prohíbe la propaganda antes del inicio formal de las campañas, en el mes de abril.
En Coatzacoalcos hay numerosas pintas en bardas con la frase “Yo amo a Nahle”.
Los grafittis de la virtual candidata perredista, con alusión al discurso amoroso de Andrés Manuel López Obrador, constituyen un reto al TRIFE.
Basta con que un ciudadano presente una denuncia al respecto -con fotografías de las bardas donde se hace campaña en tiempo de veda- y el proceso podría terminar en un revés judicial para doña Rocío.
Otro caso:
Crece el rumor sobre una eventual renuncia de Jesús Serrano a la candidatura para diputado federal por Coatzacoalcos, que ganó en la contienda interna del PAN.
En su lugar -se afirma en las mesas de café porteñas- entraría Gonzalo Guízar.
Al respecto vale referir que los partidos políticos no se mandan solos.
Se rigen internamente por los reglamentos que ellos mismos han signado.
Pero dichas normas están sujetas a las Leyes Federales, concretamente a las que establece del IFE a través del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE).
Y la vigilancia y resolución final en torno a la aplicación de este Código, está en manos del TRIFE.
La renuncia de Jesús Serrano –de estar en planes- no bastaría para su reemplazo, así nomás.
De irse Serrano entraría el médico José Uribe, su rival y perdedor de la contienda interna.
Para aspirar a la candidatura hay que estar registrado.
Si no hubo registro, el PAN no puede hacer un relevo sin incurrir en una violación de la Ley y correr el riesgo que decidió enfrentar Rocío Nahle: el de enfrentar una simple denuncia ciudadana y padecer la anulación de su fórmula electoral; decisión que estaría en manos de los Magistrados Federales Electorales.
De ahí, entonces, que el rumor sobre Guízar suena –ya lo hemos dicho- a borrego.
Uno más que recientemente corrió un riesgo fue el candidato de la izquierda en el distrito electoral XXI de Cosoleacaque: Esteban Bautista.
Un reportero del diario “El Mañanero” de Oluta -el colega Ricardo Ley Ching- fue a la Sierra de Soteapan –concretamente a Tatahuicapan- a vocear el periódico para el que labora.
Ricardo anunciaba noticias del bloqueo carretero del 7 de marzo impulsado por la Coordinadora de Municipios Indígenas que encabeza Bautista y un grupo de seguidores del maestro y ex Alcalde de Tatahuicapan lo agredió despojándolo de su equipo de trabajo y amenazándolo.
El reportero ubicó al responsable intelectual de la agresión y lo denunció.
En el Ministerio Público de Acayucan quedó abierta la investigación ministerial respectiva contra Esteban Bautista, quien finalmente contactó a Ley Ching, le repuso su equipo y le ofreció disculpas.
La denuncia fue retirada, pero queda la pregunta:
¿Habría tenido consecuencias políticas la denuncia de un ciudadano contra un precandidato a diputado federal?
Esteban Bautista no quiso arriesgarse y zanjó el problema.
(3)
El 2012 no es 1988.
Algunas cosas han cambiado en el país
Es bueno saber que nuestros políticos ya no mueven en las arenas de la impunidad.
O lo hacen –digamos- cada vez con más dificultades, riesgos y resultados en su contra.