Adiós, Regina

2012-05-01

(1)

Habrá sido en algún momento de 1994…
La escena transcurría en Acayucan.
Ricardo Gutiérrez Carlín había abierto un bar cantante en el que tocaba su banda: “Caktus”.
Una coincidencia memorable juntó aquella noche a Alberto Morales -el inolvidable “Beto Gato” - con Vico Gutiérrez -muchos años guitarrista de Beny Ibarra y acompañante de cantantes de la talla de Luis Miguel, entre otros-.
Beto y Vico tomaron la guitarra, la batería y se aventaron un “palomazo” de alto nivel.
(2)
Regina Martínez estuvo en Acayucan varias veces.
Trabajaba para el diario Política y don “Yayo” Gutiérrez la mandaba a hacer trabajos de investigación junto a “Beto Cat”.
Pasaban por El Diario del Sur, hacían sus trabajos allí y se refaccionaban viáticos, saludaban a la flota y se marchaban.
El Diario del Sur de ”Don Yayo” ayudó a formar a monstruos del periodismo veracruzano: como Pepe Valencia, Gustavo Cadena Mathey, Arturo Reyes Isidoro, Gustavo González Godina, a Chavita Muñoz y vio pasar a gente como Regina Martínez -una especie de “última de las mohicanas” en el periodismo jarocho-.

(3)

Regina marca un antes y un después y me molesta decir esto en medio de la tragedia que representa su muerte.
¡Coño!
Me habría fascinado decírselo frente a una cerveza y mirando su figura tan dialéctica.
Regina era chaparrita, muy delgada, de una fragilidad impresionante y en contraste era gigante, poderosísima, de un espíritu imponente.
Verla escribir frente a su cigarro, su grabadora, su libreta y sus dientes blancos y piel oscura, era como pararse frente a un original de Diego Rivera.
Te quedabas petrificado, cuando al día siguiente leías sus textos en La Jornada o en Política y luego en Proceso.
¡Ah qué mujer tan chingona!
Lo pensabas de inmediato.

(4)

Para mí, Regina representa una época que muere con ella: la de Luis Velázquez dando clases en la Facultad de Comunicación de la Universidad Veracruzana.
Aquella en que Ricardo Lira encabezó la huelga de la Faccytc, en reclamo de un plan de estudios de calidad para los futuros comunicólogos o periodistas …
La época de Angel Leodegario Gutiérrez Castellanos, Rubén Pabello, Juan Malpica Mimendi, Alfonso Valencia Ríos.
La mejor época del Semanario De Punto y Aparte…
Del “Sólo Para Intelectuales” de Carolina Cruz en Notiver…
De la fundación del Instituto Veracruzano de Cultura…
Del retorno de Ida Rodríguez Prampolini al puerto…
De Octavio Paz obteniendo el Premio Nobel de Literatura…
De Cuauhtémoc Cárdenas ganando las elecciones en 1988 y mas tarde fundando el PRD…
De Gilberto Gutiérrez fundando el Grupo Mono Blanco e impulsando un movimiento de rescate del Son Jarocho que le da vuelta al mundo…
De Moscovita ensayando en la ex Facultad de Periodismo sobre la calle Arista esquina Zaragoza…
De Juan Vicente Melo acudiendo a las tertulias con Arturo García Niño, el poeta Nacho García y la intelectualidad porteña en el callejón de La Campana…
De Nino Gasteasoro y Rogelio Urrusti con otros cuates queriendo abrir La Jornada Veracruz…
Del maestro Teodoro Cano llenando de rostros totonacos los edificios públicos y disfrutando de su mágico Papantla…
De Heberto Castillo luchando por un México mejor y dando cátedras de ética política en su calidad de candidato al gobierno de Veracruz…
De Ivonne Gutiérrez entrevistando al Sub Marcos…
De Heraclio Zepeda, Carlos Monsiváis, Magú, visitando a los chavos estudiantes del Periodismo…
De Sergio Pito durante su retorno de Europa…

(5)

Recuerdo a Regina Martínez vestida con pantalón de mezclilla, chamarra idem, botas de minero y su mirada que todo lo cuestionaba…
Como siempre, como todas las épocas, aquélla tuvo sus sinsabores; sus contradicciones; sus claroscuros; sus represiones, sus luchas por el poder; sus guamazos; sus decepciones; sus desilusiones…
Fue una época en que no mataban periodistas…
Esto llegaría después, ya en fechas recientes…
Me ocurre –sin embargo- que la recuerdo como una época en la que era difícil luchar desde el poder político contra figuras tan imponentes del poder periodístico…
Había un poder tremebundo entre los periodistas y mucho de ese poder provenía del respeto que se habían ganado muchas de sus figuras.
Sin dinero, sin grupo político; sin otra defensa que no fuera su pluma libre y terca, Regina Martínez simboliza para mí aquella época y es una de sus protagonistas esenciales…
Regina es una de las últimas figuras que inspiraban respeto de parte de la clase política entre los periodistas veracruzanos…

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A Regina Martínez le aprendí el significado profundo de la dignidad humana.
Le aprendí el valor incomparable de vivir y morir siendo lo que se ama y ella amaba ser Periodista.

(7)

Me preocupa que valores humanos como los que Regina representó hoy se están perdiendo y mucha de la valentía que se necesita para defenderlos se ha ido con ella.
Pienso que el crimen organizado le teme aun a los periodistas.
Creo que el crimen organizado sabe que su naturaleza proviene de la oscuridad.
Lo último que quiere un capo de alto nivel es aparecer ante la opinión pública.
De todo esto, deduzco que un periodista combativo como Regina Martínez debe cuidarse más del poder político que del crimen organizado.
Ambos son peligrosos, desde luego; pero nuestro trabajo incomoda más a los políticos que a los criminales…

(8)

Hoy en día, en lo particular me duele ver tanta tecnología y tantas herramientas de trabajo en manos de reporteros (as) cada vez más alejados de la humildad del oficio, como la representó Regina.
Alejados del celo por la exclusiva…como se vivió antaño.
Separados del riesgo de poner a cada cual en su lugar: ya sean políticos o criminales organizados y ejercer –entonces- la autocensura…
Es un suicido ético callarse antes de que alguien llame para exigir silencio.

(9)

Dicen que la vida tiene sus ciclos.
No lo sé.
Mi oficio no es de historiador; apenas y cuento historias…
Lo cierto es que a Regina ya la extraño desde el sábado por la tarde cuando me enteré de su partida y me dieron ganas de llorar.
Ay Regina, cuánta falta nos hacías desde antes de irte; porque siempre fuiste un ejemplo que nadie se atrevía a seguir…
Y ahora nos dejas encuerados, además de solitarios…
No tengo palabras para despedirte.
Salúdanos a Enriqueta Ochoa, allá junto al oro pequeño de los trigos.