¿El defecto Peña?
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2014-12-02
El próximo domingo, día 7, nos pondremos exactamente a seis meses de elegir a los nuevos diputados federales, incluidos, claro está, los de Veracruz.
Como pocas veces, o tal vez como nunca, los del PRI competirán en un clima adverso, de rechazo popular generalizado a su líder natural en el país, el presidente Enrique Peña Nieto (el formal es César Camacho Quiroz), que necesariamente conlleva los colores y las siglas de su partido.
Si antes de que cayera en desgracia como está ahora y merced a sus reformas se podía hablar del efecto (positivo) Peña Nieto, ahora bien se puede hablar del defecto Peña Nieto.
Las encuestas que dieron a conocer ayer los diarios de circulación nacional Reforma y El Universal, de reprobación ciudadana al presidente, con muy bajos índices de aceptación, será un factor que puede arrastrar a los abanderados tricolores hacia la derrota.
Las manifestaciones de protesta continuaban ayer, la dura crítica de los principales columnistas, articulistas, caricaturistas y comentaristas del país, los que hacen opinión, no cesa.
El precio del dólar seguía ayer a la alza, el precio del crudo se mantenía a la baja y no sólo no se sienten los efectos positivos de la reforma fiscal sino que todavía hay molestia en el sector económico, entre empresarios, industriales y comerciantes, que nunca estuvieron de acuerdo.
En el gobierno federal, pero también en el PRI nacional, no se quieren dar cuenta de que si bien la desaparición de los 43 normalistas de Guerrero tiene dolida a la nación y es el principal detonante de la protesta pública, la corrupción, la evidencia de la “casa blanca” presidencial, ha sido determinante para la pérdida de confianza y de credibilidad en el presidente, en su gobierno, en el PRI.
Ayer, Leo Zuckermann hizo en Excelsior un símil de la “casa blanca” con un elefante: “Ahí estaba el elefante en la sala. Todo mundo lo podía ver. Y, sin embargo, el Presidente no dijo nada sobre el enorme paquidermo. Lo Ignoró. Hizo un diagnóstico sobre la violencia e inseguridad. Anunció múltiples medidas para fortalecer el Estado de derecho. Pero no tocó el tema que tiene herida a su Presidencia: la llamada Casa Blanca. De eso: ni una sola palabra. Como si el elefante no hubiera estado presente en el patio central de Palacio Nacional. Como si nadie lo estuviera viendo”.
Pero no sólo el mexiquense no ve o no quiere ver ese elefante. Tampoco el dirigente nacional del PRI, Camacho Quiroz. Ayer presentó una lista de compromisos de su partido para respaldar las 10 medidas de Peña, pero únicamente habló de sociedad segura, inclusión social, prosperidad para todos y acciones dirigidas a la juventud, pero nada contra la corrupción y menos una sola palabra que hiciera alusión a la “casa blanca”, que al menos hiciera una autocrítica, la que le faltó al presidente, que pudiera salvarlos de ese fantasma que irremediablemente los perseguirá a él, a su partido y a sus candidatos durante todo el proceso electoral y que sin duda les restará votos.
Ahora mismo podría ya preguntarse si los aspirantes casi seguros candidatos del PRI veracruzanos están conscientes de que llegarán con el descrédito y la desconfianza ciudadana a la contienda, o si ya han pensado o planean alguna estrategia de qué dirán al electorado, qué le ofrecerán que les crean, o cómo justificarán o tratarán de justificar la casa en Las Lomas.
De todos modos será interesante ver cuál será la reacción y respuesta de los ciudadanos, si se conformarán con la tradicional lámina, la despensa, el bulto de cemento, la cobija, el acarreo, el viejo rollo verbal, la promesa, la cubeta de plástico, la sombrilla, el paliacate o el llavero, y saldrán a votar por los tricolores.
También será interesante ver cuál será el comportamiento de los candidatos, a qué apelarán para convencer a los votantes, cómo se las ingeniarán para parecer frescos, novedosos, creíbles, confiables, transparentes.
Dentro de esta crisis, algo que me llama poderosamente la atención y que a la vez me resulta esperanzador porque significa un gran avance en la libertad de expresión, es la postura crítica de los más influyentes hacedores de opinión en México.
Otro periodista, Ciro Gómez Leyva, apuntó ayer algo interesante en su columna del diario Milenio: la crisis derrotó ya también el proyecto de la administración peñanietista para que los medios dejaran de informar sobre violencia e inseguridad, algo que él califica como censura. Y dice: “En medio de la desgracia, es una buena noticia. Al menos para el periodismo”.
Ciro apuntó: “Con una endeble argumentación, que parecía más cercana al pensamiento mágico, el flamante gobierno recalcaba que el silencio mediático ayudaría a reducir la criminalidad. En realidad, el objetivo era presionar para bajar los decibeles y afirmar que México estaba cada vez menos mal en ejecuciones, secuestros, extorsiones, asaltos, robos, tragedias cotidianas. Propaganda, pues…”.
Bien para la sociedad, para el periodismo, para la democracia, para la libertad, mal para el gobierno y la censura, pero habría que resaltar, leyendo todos los días los medios impresos y digitales y escuchando en la radio a los comentaristas, que la prensa crítica se ha robustecido, que el control que se tuvo ha desaparecido y que hay una nueva toma de posición de los medios que ya no temen a la represión porque se sienten respaldados por la presión social.
La libertad y la crítica que hoy se están ejerciendo no la veía desde la época de oro de la revista Siempre! y desde aquel inolvidable Excelsior que dirigió Julio Scherer García.
Algunos políticos a quienes de verdad preocupa la situación del presidente Peña Nieto apelan para que se le ayude. No se ve cómo pues cada día, como si se moviera en arenas movedizas, ante cada movimiento que hace se hunde más o da más muestras de debilidad.
Ayer se anunció que, por fin, cuando no lo hizo cuando debía y se requería, irá a Iguala. Prefirió irse a China. Las críticas arreciarán. Por otro lado, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, aceptó la posibilidad de bajar impuestos. Para mí ya es tarde, pero además no se ve cómo. Su actitud se ve como una muestra de debilidad, de que tienen el rumbo perdido y ya no saben cómo calmar la ira popular.
Todo esto enmarca la ya próxima postulación de candidatos a diputados federales. Tendrán una verdadera cuesta de enero que se puede prolongar hasta junio. Habrá que estar atentos.