Un mundo nos vigila

En el diario La Jornada se publicó el viernes la información de que Julian Assange, el fundador de Wikileaks, publicó cientos de documentos que revelan una nueva industria mundial que ofrece a los gobiernos herramientas para espiar a sus ciudadanos.

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2011-12-05

Ahí se dice que se trata de 160 compañías en 25 países que desarrollan tecnologías para rastrear y vigilar a personas mediante sus teléfonos celulares, cuentas de correo electrónico e historial de búsquedas en internet. Es una industria de vigilancia de masas internacional que vende equipos tanto a dictadores como a democracias para vigilar a poblaciones enteras. Inició como una industria secreta que abastecía principalmente a agencias de inteligencia gubernamentales, pero ahora está al alcance de quienes la puedan pagar. “Los sistemas están diseñados para perseguir a la gente y para asesinar. Los sistemas revelados en estos documentos muestran exactamente el tipo de sistema que la Stasi (el temible Ministerio para la Seguridad del Estado alemán) hubiera soñado construir, dijo Jacob Appelbaum, ex vocero de Wikileaks y experto informático de la Universidad de Washington”.
El hecho de que se trate ya de una industria es muestra inequívoca de la tendencia de los gobiernos a reprimir a todo aquel que no se pliegue a sus dictados, en una reproducción del argumento de la novela 1984 de George Orwell, aquella que creó el personaje del vigilante Gran Hermano, de la ubicua “policía del pensamiento” y que dio paso al concepto de sociedad orwelliana, término este último que se ha convertido en sinónimo de las sociedades u organizaciones que reproducen actitudes totalitarias y represoras como las representadas en la novela.
Cuando leí con avidez la trilogía del novelista sueco Stieg Larsson, en especial Los hombres que no amaban a las mujeres, me dejó pensando qué tanto podían ser realidad los casos de hackeo de la protagonista de la novela Lisbeth Salander, para quien no hay candados de seguridad en ningún sistema y es capaz de acceder a la información que la llevará a resolver varios casos. Creo, casi tengo la plena seguridad, más ahora leyendo la autobiografía de Steve Jobs donde se revela cómo fueron capaces de crear hasta en seis días programas, sistemas informáticos que hoy nos maravillan y que son herramienta de trabajo diario, que la realidad supera en mucho a la ficción.
Hace trece años, un día un joven especialista en sistemas informáticos pidió hablar conmigo. En agradecimiento porque como trabajador yo lo había tratado bien, me fue a alertar de que en Veracruz ya funcionaba un sistema que no sólo permitía la escucha telefónica de los aparatos celulares (los de los teléfonos residenciales ya se venía practicando desde hacía mucho tiempo atrás), sino que también permitía escanear (espiar) y leer en tiempo real lo que escribía en mi correo electrónico o en Messenger. “Se lo comento para que tenga usted mucho cuidado”, me dijo. De esas fechas para acá sé que en el estado se han venido modernizando esos sistemas de vigilancia con aparatos cada vez más sofisticados que incluso ahora siguen los tuits y son capaces de alertar si uno comenta temas determinados (no hay que olvidar los casos de los tuiteros de Veracruz) o bien de vigilar los movimientos de cualquier vehículo, que también me imagino que las famosas placas con chip tienen ese propósito. No puedo dejar de expresar que tengo mucha curiosidad por saber cómo son y cómo funcionan esos aparatos.
En mi caso, lo que pienso lo escribo. Así que quien me vigila, con leerme se puede enterar lo que me interesa, aunque para evitar que husmeen en cosas que sólo son de mi interés personal o de mi interlocutor o de mi interlocutora, he creado mi propio sistema de comunicación, nada del otro mundo, sin caer jamás en el delirio de persecución. Con ello quiero decir que desde siempre he estado consciente de que, como decía un viejo programa de radio, un mundo nos vigila y que cuando uno no tiene nada que ocultar no hay nada de qué preocuparse (me causa risa y me divierte enterarme, muy frecuentemente, de los rumores, las especulaciones, a falta de información real y precisa, que me involucran en casos con los que pretenden descalificarme a causa de lo que escribo).
No es nada novedoso decirlo, pero sí que muchas personas no están conscientes de que lo que escriben y envían y que piensan que con echarlo a la papelera y borrarlo ya eliminaron todo testimonio, no saben que un “servidor” recoge todo el material y que esa industria a la que se refiere Julian Assange lo escoge para procesarlo y seleccionar lo que puede ser de interés para venderlo y utilizarlo.
¿Qué nos queda a los ciudadanos? Ante cualquier amago, defendernos, unirnos, hacer causa común como lo hizo la comunidad virtual de todo el mundo en el caso de los tuiteros de Veracruz. Pero de que nos vigilan, ni quien lo dude.
Significativo apoyo al Pipo
No deja de ser significativo el apoyo que ha brindado al precandidato panista al Senado, Víctor Alejandro Cuevas, el viejo gurú blanquiazul y senador César Leal Angulo, lo que se traduce en el apoyo también del panismo cordobés, el empresarial, el del poderío económico. Ayer, mediante un boletín de prensa foto incluida, se dio cuenta de un encuentro que tuvieron en la ciudad de México y del testimonio que por escrito le entregó Leal Angulo a su antiguo pupilo: “Este encuentro Pipo, es la continuación de un viejo proyecto que escribimos y empezamos hace quince años. Y que ahora revivimos porque todos los vectores de México y Veracruz nos obligan a actuar en la misma nobleza y generosidad de ayer”. Pero también estuvo movido el registro de Julen Rementería del Puerto, otro aspirante, y los panistas están haciendo ruido.
Este lunes a las 12 del día rinde su primer informe de resultados la presidenta del DIF Estatal, señora Karime Macías de Duarte. La ceremonia tendrá lugar en el Teatro del Estado.
Esta tarde también comparecerá ante los diputados el secretario de Educación, Adolfo Mota Hernández.
El próximo lunes, lunes guadalupano, rinde su primer informe también el alcalde de Tuxpan, Alberto Silva Ramos.