Predicar con el ejemplo
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2013-11-01
El 26 de marzo pasado el vocero del Vaticano, Federico Lombardi, informó que Francisco, recién elegido Papa, no habitaría la suite pontificia, sino que viviría en la Casa Santa Marta, un modesto hospedaje para religiosos adonde había llegado todavía como cardenal para participar en el cónclave que terminó ungiéndolo como nuevo Pontífice.
Hasta antes de él, era tradición que quienes ocuparan el trono de San Pedro vivieran en el Palacio Apostólico, en donde caben 300 personas, tiene doce habitaciones, terraza, imponentes salones con lujosas decoraciones y piso de mármol, biblioteca, estudio médico personal, capilla privada, cocina y comedor, despacho y living propio.
Donde se quedó a vivir cuenta con mobiliario de madera, un crucifijo, una imagen de la Virgen con el Niño, las paredes lucen sobrias, tiene conexión wifi, teléfono, televisión, armarios para guarda objetos personales, cama semidoble, escritorio, tres sillas reclinables, mecedora, baño privado y aire acondicionado, lo que cualquier persona de clase media puede tener. Pero nada de lujos ni ostentación.
El 12 de septiembre, manejando él, Francisco recorrió las calles de Ciudad del Vaticano en un viejo Renault modelo 84 que le regaló el padre Renzo Zocca como respuesta a una carta que el Papa les había enviado a los sacerdotes de todo el mundo exhortándolos a no comprar ni utilizar automóviles caros, ya que ese dinero, les dijo, podría ser ahorrado y destinado a los millones de pobres que habitan en el mundo.
Jorge Mario Bergoglio, quien como cardenal en Buenos Aires solía viajar en metro, la noche en que lo eligieron Papa rechazó la elegante y blindada limusina papal Mercedez Benz, con chofer, y se trasladó hasta su departamento en un minibús junto con sus cardenales.
Este hombre, que predica con el ejemplo, tiene por ello toda la autoridad moral para haber procedido como lo hizo el pasado 23 de octubre al expulsar temporalmente al obispo alemán Franz-Peter Tebartz-van Elst, quien despilfarró 31 millones de euros (42 millones de dólares) en construir una nueva sede episcopal (tan sólo para su tina personal destinó 20.5 mil dólares y 4.1 millones el comedor de 63 metros cuadrados).
Este caso del Papa Francisco es harto ilustrativo de que es posible acabar con el derroche, con el mal uso de los recursos públicos (en el caso de la Iglesia es de los feligreses) en cualquier institución si la cabeza pone el ejemplo de la honestidad personal, si es congruente al actuar con lo que dice o predica.
Francisco es latinoamericano y sabe muy bien cómo se las gastan nuestros gobernantes. Sin duda vivió en Argentina el derroche y la corrupción (y la represión también) a la par de la terrible pobreza de nuestros pueblos y sabe por eso que es ofensivo vivir con todo lujo más cuando se hace utilizando como pretexto a Jesús, a Dios, a la Divina Providencia.
¿Quién le puede reprochar al Jefe de la Iglesia Católica en el mundo, al representante de San Pedro en la Tierra, que fustigue a un prelado infractor que niega con su actitud a Francisco de Asís, a Jesús?
Lástima que el buen ejemplo del Papa no se traduce en el terreno político, en nuestro medio político, no obstante que la mayoría de nuestros políticos abraza la fe católica y los domingos o cuando pueden se les ve en Catedral o en algún templo dándose golpes de pecho, poniendo cara de contritos, arrodillándose incluso.
Recién en el país se tuvo la esperanza de que por fin las cosas iban a cambiar cuando los panistas llegaron a la Presidencia de la República, sobre todo porque se les identifica o se les identificaba con la Iglesia católica, tanto que de ahí surge la corriente de fanáticos del Yunque.
La corrupción, el mal uso de los recursos públicos que tanto criticaban al PRI, fue pan comido para ellos. Resultaron igual o peores y todos sus principios y valores incluyendo los religiosos volaron por los aires cuando se vieron ante las arcas llenas de recursos pero también vieron la posibilidad real de hacer negocios al amparo del poder. Ya no tiene caso citar ejemplos porque son del dominio público.
El PRI regresó al poder, a Los Pinos, a la Presidencia, y ahora es temprano para hacer un señalamiento directo de mal uso de recursos, pero nuestras autoridades, que dizque combaten la pobreza y el hambre, no dan muestras de austeridad ni acompañan sus acciones, como la de la reforma hacendaria, con un programa viable de combate a la corrupción, esto es, castigando a los infractores, como ha hecho Francisco.
Ahora mismo nos están ajusticiando con nuevos y más impuestos, pero no dijo ni ha dicho el Gobierno que va a acabar con las camionetas lujosas a su servicio, con las oficinas de lujo, con las comidas en restaurantes exclusivos con cargos al erario, con la servidumbre que los funcionarios tienen a su servicio pero que pagamos todos los mexicanos. En fin.
Pero cómo no van a robar los funcionarios menores y no tan menores, los empleados de ventanilla, cómo no van a asaltar los policías a los inermes ciudadanos, cómo no van a tratar de extorsionar en las oficinas públicas, si los jefes de mero alto lo hacen, sí saben que de la noche a la mañana los jerarcas se hacen de mansiones, de ranchos, de edificios, de negocios, de hoteles en Cancún, en Puerto Vallarta, de restaurantes, de concesiones, de vehículos de lujo, si se pasean por todo el mundo cuando ganan un ridículo sueldo, mientras en el discurso hablan de justicia social.
En la Iglesia al menos ya llegó una versión moderna de Jesús echando a los mercaderes del templo. En la política, en nuestro sistema político, nuestro pecado es tan grande que lo estamos pagando con los malos políticos y los malos gobernantes que padecemos.
¡Ay! Y Pensar que Jorge Mario Bergoglio, que Francisco, sólo hay uno. ¿O quien da un paso al frente y dice yo también estoy limpio, predico con el ejemplo y tengo autoridad moral para actuar? ¿Quién?
Predicar con el ejemplo se dice fácil, en pocas palabras. Pasar a la acción es casi imposible o imposible. ¿Veremos algún día a alguno de nuestros encumbrados políticos, a uno de nuestros gobernantes, vivir en forma austera, conducir su propio coche de modelo atrasado y austero, rechazar, como lo hizo Francisco, su carro de lujo, blindado y con chofer?