La polución y la polaca

Resulta muy difícil para una familia, recibir el cuerpo de un ser querido, derivado de circunstancias nada naturales, pero eso si, como producto de la incapacidad evidente de quienes ostentan cargos de altísimo nivel en el gobierno. Aunado a todo ese dolor, también tienen que enfrentar el profundo coraje, al observar como todo un sistema de gobierno, se concentra –apoyados de personas sin moral y ética- para destruir la imagen de quien fue violentado por el hampa –sean policías o no, son delincuentes- con la finalidad de justificar su deceso.

El caso del joven Gibrán David Martiz Díaz y el adolescente, Luis Sergio Hernández ha viajado como pólvora y ha colerizado a propios y extraños. Su asesinato se ha propagado en cada rincón del mundo, por medio de los diferentes medios de comunicación y por las redes sociales, a tal grado, que los usuarios de dichos espacios, se han concentrado en reprochar a las autoridades estatales su tibieza para tomar acciones en contra de la delincuencia organizada.

También crítica y evidencian su latente incapacidad y sobre todo, la ya incontrolada corrupción por parte de las fuerzas del orden, quienes ya no demuestran algún tipo de vergüenza y proceden a implementar “levantones” con vehículos oficiales.

Sus imperantes esfuerzos de hacer creer que Veracruz cuenta con una policía “acreditable”, es vergonzoso. Evidentemente se dejó entre dicho su credibilidad al verse expuesto al orden público, al participar camionetas oficiales para perpetrar “el levantón” al intérprete y su joven amigo.

Resulta inconcebible la mecánica de parte de las autoridades –estatal y federal- quienes alegan haber llevado operativos y capturas de integrantes de la delincuencia organizada. Para su infortunio, la sociedad no les cree en lo más mínimo y pone entredicho cualquier intervención oficialista, pues han sufrido en carne propia la falta de compromiso existe de policías, mandos medios y altos de la SSP.

Es inaudito que quienes se dicen “voceros” distribuyan una información evidentemente plagada de mentiras, pues la autoridad jamás presenta ante la sociedad los presuntos delincuentes, ni tampoco, demuestra con hechos sobre los supuestos “operativos”, para intentar con ello, condicionar el terreno para difamar y calumniar a las víctimas, pues saben que éstas ya no se pueden defender, sin percatarse, el daño que le hacen a la familia.

El problema, es que pese su imperioso esfuerzo por fabricar una escena del crimen y hacerlo pública, en la actualidad los ciudadanos por naturaleza, ponen entredicho cualquier información emitida por parte de las autoridades. Podemos presumir que ese sector población –ese extracto social que nunca fue a la escuela- dentro de toda su ingenuidad, logra percibir la mentira intrínseca en el discurso emitido a través de los boletines provenientes del área encargada y que son leídos –con puntos y comas- en las televisoras oficiales. Lo más alarmante de dicha acción, es que actualmente tampoco les interesa en lo absoluto tener fama internacional de mentirosos, pues saben que hagan lo que hagan, jamás les harán un juicio político.

¿En la tablita?

Corrió el rumor en las redes sociales sobre la posibilidad de que el gobernador del estado, Javier Duarte de Ochoa, se encuentre considerando la posibilidad de exigirle el puesto al secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermudez Zurita, por la corrupta participación del cuerpo policíaco a su mando. Dicha retrospección, le concederá la oportunidad al mandatario estatal de determinar una solución inmediata con relación al asesinato de los dos jóvenes cantantes, y dejar convencidos a los veracruzanos.


Para muchos la supuesta “Policía Acreditable” y los cursos de capacitación que se llevan a cabo en la Academia del Lencero, son una reverenda tomada de pelo, pues defienden la tesis que ahí mismo, Arturo Bermúdez Zurita aprovecha para enseñar a los jóvenes a delinquir. Con todo esto, le permite al gobernador poner en “tela de juicio” el actuar de la policía y falta de celeridad para brindar protección a la ciudadanía.


Arturo Bermúdez Zurita podría dejar la Secretaría de Seguridad Pública (SSP); según datos recabados por parte del portal de noticias notinfomex.info, el cual aseguró tener datos fidedignos, sobre que el ejecutivo estatal no pudiendo justificar lo evidenciado con el asesinato del joven intérprete de “La Voz México”, -donde se le atribuye que gente que colabora con el aun titular de la SSP, fueron quienes perpetraron el “levantón”-.

Indica dicho portal, que Javier Duarte valoró la posibilidad, y observó que el perjuicio que se generará en los Juegos Centroamericanos podrían estar sujetado por pinzas, al viajar a través de las redes sociales, la imagen del Veracruz violento en el que se ha convertido por la anuencia de las autoridades.

Versión no tan descabellada, pues sabemos que en la política, aunque todos estén coludidos y los beneficios son en la mayoría de las veces, repartidos de manera pareja, ante un problema de este tipo, quien paga los “platos rotos” es el pez más pequeño.

Es como se dice coloquialmente: “el hilo se corta, de lo más delgado”. Bermúdez Zurita, en este momento, se encuentra siendo el “enemigo más débil”, por lo tanto, no debemos poner en duda que la próxima cabeza en caer –retóricamente hablando- es la suya. Cómo en su momento rodó la de Reynaldo Escobar, en su desafortunada actuación con relación a los 35 muertos arrojados al paso desnivel en el municipio de Boca del Río.

Otro desafortunado suceso

La familia del doctor, Alfredo García Hernández, especialista en ortopedia, se encuentra desesperada debido a la desaparición del galeno. Los sucesos se originaron a las afueras de su domicilio ubicado en el municipio de Banderilla, el pasado viernes 17 de enero del 2014, en donde fuera levantado por personas aún no identificadas. Todo esto ocurrió en el municipio de Banderilla.

Su familia de la misma forma, por las amenazas a las que fueron objeto, decidieron salir del estado, pues consideraron de mucho riesgo continuar viviendo en dicho municipio.

Lamentables hechos, pero nuevamente con este caso, se vuelve a palpar el grado de inseguridad persistente en el estado de Veracruz.

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