¿A quién le teme más? Al hampa o a la policía

2014-03-18

Diariamente leemos, vemos y escuchamos sobre la violencia imperante en el estado. Cómo dato específico, el fin de semana el arquero de la Sub 17 de los Tiburones Rojos de Veracruz, Alán Quevedo, un joven de 16 años intentó operar junto con su amigo, Miguel Eliacim Caldelas Morales el secuestro de su hermano, sin inmiscuir a las autoridades, pues al parecer no les tenía ningún tipo de confianza. La cita [intercambio de dinero por el joven secuestrado] se llevaría a cabo en la entrada del fraccionamiento Arboledas San Ramón, ubicado en el municipio de Medellín de Bravo.

Indudablemente algo salió mal en la negociación, que el joven futbolista terminó acribillado junto con su amigo en el lugar. Esa situación fue la causa de la balacera reportada por los vecinos de dicho fraccionamiento a través de las redes sociales y pese a alertar sobre la situación, como siempre tanto los elementos de la Secretaría de Marina, el Ejército Mexicano y la Secretaría de Seguridad Pública arribaron cuando ya todo había terminado.

Mientras tanto, el gobernador del estado, Javier Duarte de Ochoa realiza sus tradicionales ruedas de prensa para hacer declaraciones “a modo” y fuera de la realidad. Mire que decir amable lector, que la inseguridad en el estado se ha reducido en un 45 por ciento, en verdad es digno de una gran rechifla por parte de la concurrencia.

A unas horas de distancia del ejecutivo estatal, la “ilustrada” Elizabeth Morales García, presidenta del Partido Revolucionario Institucional (PRI) declaraba en la ciudad de Córdoba, que Veracruz es uno de los estados más “seguros” en todo el país y que estaba totalmente segura que los problemas de inseguridad existentes [¿Qué no habíamos quedado que era seguro?] no afectarán a su partido en los próximos comicios electorales. Mientras en

Declaraciones realmente hirientes para la sociedad, cuando la realidad golpea a la cara diariamente a todos aquellos veracruzanos que lloran por un familiar asesinado, secuestrado, una hija o hijo violado luego de ser víctima de un asalto o de todos aquellos ciudadanos que mantienen la esperanza de encontrar a sus desaparecidos.

El problema es que los habitantes no deben cuidarse sólo del hampa, que se encuentra operando en el estado, municipio o localidad; ahora, también deberán de huir despavoridos al toparse con un “comando armado legalizado por el estado” que son los policías dependientes de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) a cargo de Arturo Bermúdez Zurita. Mucha información existe sobre los abusos de estos en contra de los ciudadanos, pero al parecer al titular y responsable de dicha dependencia no le interesa subsanar y deja que operen con libertad sin tener ningún tipo de repercusiones. Misma mecánica que se utiliza en Tránsito del Estado con los oficiales que no importa cuántas vejaciones cometan en contra de los ciudadanos, la consigna es que lleven la cuota que ponga contento al titular.

Lo más alarmante, es que al parecer ni al gobernador, Javier Duarte de Ochoa le interesa meter orden y rendirle cuentas a Bermúdez Zurita. Contrario a ello, lo defiende a “capa y espada” en un afán desmedido [o por miedo] para protegerlo de todo lo que le llegue a afectar a su subordinado. No importa que los policías roben, violen a adolescentes de 15 años –como se reportó ayer en la ciudad capital-, golpeen a quien se le ponga frente. No existe acto o vejación que logre la posibilidad de que sea “corrido” por su ineficiencia.

Se debe de puntualizar que los problemas más serios que aqueja al gobierno actual, se encuentra pendiendo del tema de la seguridad. El asunto es que cada día que pasa –ante la permisiva actitud de la SSP- la situación se está encrudeciendo. Noticias de asesinatos, de asaltos a mano armada de solitarios delincuentes en negociaciones de tanto el municipio de Veracruz como de Boca del Río, despojando a los clientes y a los trabajadores. Todo ello, ha originado que nuevamente los ciudadanos instauren el auto “toque de queda” haciendo que los pocos arriesgados que transitan en las calles a horas más tarde de las 22:00 horas, sientan más temor hacerlo, pues se ven en la necesidad de circular por calles desoladas, haciéndolos más vulnerables para ser víctima de un atraco. Ver una patrulla a lo lejos no es garantía de seguridad, al contrario, quienes tienen la mala fortuna de toparse con una, son golpeados, robados y amenazados por los policías que bajan de sus patrullas dizque a implementar una “revisión de rutina”.

Todo esto lo sabe Arturo Bermúdez Zurita y no mueve ni un solo dedo para solucionarlo, pero lo más alarmante, es que Javier Duarte de Ochoa se lo concilia sin chistar ni hacer “panchos”. Mientras tanto, para intentar contrarrestar la situación ral, el ejecutivo estatal “sordo y ciego” hace declaraciones vagas, sin sustento, sin datos, sin al menos “cifras alegres” para intentar convencer a los ciudadanos de su “Veracruz Seguro”. No puede, la realidad le devuelve sus palabras día con día.

Cede la vigilancia a los vecinos

Bajita la mano, el gobernador del estado, ve con buenos ojos la creación y nacimiento de comités de vigilancia vecinal. Estos se encuentran conformándose en diferentes puntos de la ciudad de Veracruz desde hace meses, aunque en su inicio las autoridades negaban su existencia, hoy hasta la “cacarean” como un positivo programa de vigilancia. En fraccionamientos y colonias, los colonos hartos de la delincuencia imperante en la zona, se están organizando para velar su patrimonio y el de sus vecinos. Sus armas ahora son palos, machetes u otros artefactos, se realizan rondines para inhibir con esto la presencia de delincuentes en la zona.

Es la triste historia de un estado. Lejano se ve aquellos tiempos cuando la gente podía transitar en altas de horas de la madrugada sin la menor preocupación. Veracruz, ha perdido su esencia, pues los Jarochos podían darse el gusto de pasear a las tres de la mañana por el bulevar [o cualquier punto de la conurbación] encontrarse a su vecino y saludarlo, ambos transitando como si fueran las tres de la tarde. Aproximadamente hace 12 años esa era la realidad, que se acabó con la llegada Fidel Herrera Beltrán se concentró con aniquilar la seguridad en el estado y se lo heredó a su enquistado en el gobierno Javier Duarte de Ochoa, quien se problema alguno aceptó la “herencia maldita” de parte de su padre “putativo”.

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