Maltrato de animales en contra de toros cebús

2014-02-03

Año con año, el municipio de Tlacotalpan –cada primero de febrero- en el marco de las fiestas en honor de la Virgen de Candelaria (patrona de la ciudad) se lleva a cabo el tradicional “embalse de toros”, acto que consiste que seis toros cebús crucen el río Papaloapan amarrados en una embarcación, dejando únicamente su cabeza de fuera, el cual es alcoholizado todo el transcurso del camino, al verter en el hocico, licor puro de caña.

Al otro lado del río –en la hoy denominada por patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura)- los espera una multitud totalmente enardecida –muchos, igual ya en un evidente estado de embriaguez- quienes se dedican a maltratar a los animales alcoholizados y semiahogados, a través de patadas, hebillazos, como el también retorcerles el rabo con la finalidad de enfurecerlos para que se vayan en contra de la muchedumbre.

Un evidente acto de deshumanizado que tanto las autoridades del gobierno estatal como municipal, permiten se realice. Muchas asociaciones civiles han solicitado el cese de esta práctica, debido al evidente maltrato que las personas aplican en contra de los toros, los cuales pretenden huir del lugar -pues están más llenos de miedo que de enojo- por las agresiones que por diversión ejercen quienes participan en este acto de barbarie.

Indigna, pero al parecer al gobierno estatal, dicha práctica no le molesta en lo absoluto, pues se amparan que la “tradicional” fiesta –que incoherentemente es religiosa- tlacotelpeña, vapuleada, aplaudida y visitada por parte de las autoridades y hasta por el propio gobernador del estado –en este año, Javier Duarte de Ochoa- quien lleva prensa para que tomen nota y le tomen fotos, mostrando una actitud orgullosa de contribuir en el maltrato de estas especies.

Qué decir del presidente municipal de Tlacotalpan, que de manera conciliadora no solamente aplaude, sino hasta organiza el dichoso evento, para que un grupo de “animales” maltrate vivazmente a los toros, los cuales, no son lidia sino de pastoreo.

Obviamente como cita el muy atinado dicho popular: “No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”. Basados en la ignorancia y la propia manipulación política, hasta ahora los habitantes de dicho “patrimonio de la humanidad” contribuyen al maltrato de estas especies, al participar activamente en el circo que año con año, los gobernantes les organizan y así continuar controlándolos para fines propiamente personales y políticos.

Situación que origina que el país, los estados –Veracruz uno de los más afectados por latente corrupción- y municipios, se encuentre sometido a un reducido grupo, como lo es la clase política y los poderes fácticos. El negocio redondo quienes nos gobiernan, con esas estrategias “sociales” mantienen adormecida a la población para encasillarlos en la ignorancia –a través de estos imperdonables eventos-; pues entre más iletrados, más posibilidades de controlarlos y poder convertirlos en máquinas de votos en los diferentes procesos electorales de elección popular.

Un supuesto reglamento se anunció previo a la fiesta de la Candelaria por parte del secretario del Medio Ambiente del gobierno del estado, Víctor Alvarado Martínez, quien bajo la pantomima de un slogan que caracterizaría la conmemoración patronal de “En Tlacotalpan, los toros no se maltratan” el cual aparentemente estaría supeditado a un apócrifo operativo, con la finalidad de multar con hasta 25 mil pesos a la persona que fuera identificada maltratando a un toro utilizado para el embalse. Cerraron los ojos ante la reacción salvaje de quienes se dieron cita en Tlacotalpan, quienes en forma deshumanizada se dedicaron a lastimar a los animales. Huyeron y jamás hubo protección alguna para garantizar que el ganado prestado por empresarios para ese regocijo popular no fuera violentado.

Qué grado de descomposición humana debe de sufrir una persona, para sentir diversión y placer por causar dolor a un ser vivo. Indudablemente que se puede esperar de esa muchedumbre tan “participativa” y “recreada” con relación de su actuar con el resto de la sociedad. Qué tipo de seres humanos estarán formando y educando, los cuales están siendo forjados a través de la falta de valores y ética.

Todos estamos que conscientes que los hijos son el total y absoluto reflejo de los padres, por lo tanto nos resta preguntar:

¿Serán los futuros delincuentes de México o los políticos del mañana?

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