Martha y Olga

JAVIER ROLDÁN DÁVILA

La insoslayable brevedad

2020-12-16


La primera trinchera contra la violencia de género no es el discurso, sino la autoestima

Martha Bárcena Coqui y Olga Sánchez Cordero Dávila, son dos mujeres que se incorporaron a la 4T, precedidas de una excelente hoja de servicios en sus respectivas ramas. Dos refuerzos de lujo, se podría decir.

Además de los palmareses profesionales, la señora Sánchez Cordero tenía un plus: destacó como una activista en la lucha por la igualdad de género, lo cual hizo suponer, que el tema sería parte de la agenta ‘trasformadora’.

No obstante, a dos años de gobierno, los hechos (por los que todos somos conocidos y, en su caso, reconocidos), demuestran que la ex ministra resultó un auténtico chasco, contrario a la diplomática, que dictó una magistral lección de congruencia.

El asunto es muy claro: la veracruzana aceptó ser la representante de México en Washington, por lo que asumió un compromiso fundamental: no simular.

Así las cosas, cuando su jefe la descalifica, literal, al no aceptar su consejo (de experta), para reconocer la victoria de Joe Biden al unísono con los principales líderes del mundo, concluye que no tiene nada que hacer, por lo tanto, con un excelente manejo del timing, se retira con absoluta sobriedad del cargo más importante que ha logrado ¡chapó!

Mientras, Olga, como titular de Gobernación, ha sido socavada, obligada a corregir sus dichos sobre la misoginia en el gabinete y su respuesta ha sido patética: optó por dejar de ser y dejar hacer. Dos mujeres frente al machismo político, dos formas de pasar a la historia.