El problema del fenómeno migratorio, sigue siendo un asunto al que los gobiernos no quieren entrarle con soluciones de fondo, sólo proponen atenuantes que no sirven de mucho, mientras, miles de migrantes sufren todo tipo de violencia.
Nadie, que no tuviera la imperiosa necesidad, se subiría a la caja de un tráiler para viajar hacinado un mundo de kilómetros, tampoco, se arriesgaría a ser víctima de Trata o morir a manos de sicarios, si se niega a integrarse al crimen organizado.
Asimismo, no es por un acto de masoquismo que aceptan discriminaciones por su color de piel o religión, ni por taras mentales viven amontonados en galeras junto a los campos de cultivo del Primer Mundo, como señalamos, es un acto de sobrevivencia.
En sus países, secularmente saqueados por las economías desarrolladas, no tienen la menor oportunidad para acceder a una vida digna, el desempleo es brutal, la inseguridad los agobia, el destino de sus hijos es la prostitución en todo su amplio espectro.
¿Cuál su única opción? Buscar alternativas en naciones que sólo les ofrecen lo que ni sus pobres quieren hacer, labores extenuantes con pago exiguo, sin seguridad social, sin derecho a la mínima protección legal. Revisen la teoría de los mercados duales.
Los poderosos, cierran los ojos y señalan que no tienen ninguna responsabilidad por la miseria que azota a las depauperadas regiones expulsoras de fuerza de trabajo, se les olvida que sus Nestlé, British Petroleum, General Foods, FMI y demás, han expoliado recursos naturales y financieros a mansalva, priorizando la ganancia por encima de la vida misma.
Esta acumulación de pobreza, la perniciosa resultante de la acumulación originaria de capital, es una olla de presión que ya no tiene salida, el día que explote vendrá el llanto y el crujir de dientes para los que viven felices, aquellos que no tienen historia.