¿Fidel Herrera Beltrán, próximo diputado local y presidente del Congreso?

CLAROSCUROS José Luis Ortega Vidal

2013-02-08

(1)
Fidel Herrera Beltrán arribó a la Casa de Gobierno el miércoles pasado y su presencia encendió todos los reflectores de la clase política veracruzana.
No fue para menos: ¿a qué llegó?
La respuesta no se encuentra más allá del propio Fidel Herrera Beltrán.
El ex gobernador ocuparía la posición número uno en la lista de diputados plurinominales del PRI en la LXIII Legislatura.
En México –nos comentan- habrían decidido cambiar la embajada que se le proponía al de Nopaltepec, por el compromiso de defender la plaza jarocha.
Y la respuesta –se afirma- fue: sí; con todo y el visto bueno de Javier Duarte.

(2)
Ya ampliaremos el tema de la sacudida que le da Fidel a la política estatal, a partir del miércoles 6 de enero.
Pasemos –por lo pronto- a otro tema: durante más de un siglo, los partidos políticos han detentado el poder en México.
Es la hora de la sociedad civil.

(2)
El materialismo histórico ubica a los partidos políticos y a la ideología en la superestructura de la sociedad.
Esta superestructura que incluye a la Iglesia, los medios de comunicación, la escuela, la familia -entre otros elementos- conforma “los aparatos ideológicos del Estado” y surge de la estructura o base social conformada por las relaciones de producción en un sistema económico dado.

(3)
En términos concretos, los partidos políticos –por su naturaleza- son contradictorios y se encaminan a la obtención de intereses específicos: los de sus integrantes pero sobre todo los de sus dirigentes.
Esta circunstancia mezquina ocurre tanto en los partidos de izquierda, como los de derecha o del centro (si es que esto existe).

(4)
En México, la sociedad civil ha demostrado durante todo el siglo XX su capacidad de conciencia política y capacidad de autogestión.
La expropiación petrolera de 1938; el movimiento estudiantil de 1968 –un movimiento de clases medias, según Guillermo Bonfil Batalla en su obra “México Profundo- la solidaridad durante los terremotos que enlutaron a la capital y al país entero en 1985; así como en las elecciones de 1988 y el 2000; han sido momentos históricos de participación y toma de decisiones de la sociedad civil mexicana.

(5)
En el 2013, México vive un sacudimiento profundo del Estado.
La violencia ligada –oficialmente- a la lucha contra el crimen organizado, en el fondo es una violencia surgida de la descomposición social que se ha gestado durante décadas.
Parte de esa descomposición surge de las contradicciones de los aparatos ideológicos del Estado; es decir, es una falla de la Superestructura.
Al mismo tiempo, esa descomposición que se traduce en una violencia cada día mayor, nace de una estructura victima de sus propias contradicciones y de sus propias fallas históricas.
La violencia disfrazada de pugna contra el crimen organizado es –al mismo tiempo- la lucha del Estado contra el Estado; la lucha de la sociedad contra la sociedad.

(6)
Si los partidos políticos renuncian a sus estructuras ideológicas es porque éstas han dejado de serles útiles; lo que se deriva de la inutilidad de los propios partidos.
Refundarse o refundirse, es asunto de ellos mismos pero al mismo tiempo es un tema de todos; de la sociedad entera.
Lo cierto es que, en medio de este proceso, aparece una deuda histórica de la sociedad mexicana consigo misma: la de abrir espacios de poder a la sociedad civil; la que puede actuar por sí sola, dentro de la superestructura jurídica, con un margen de decisión propio; con libertad plena para buscar la solución a sus problemas que son los problemas del Estado.
El siglo XX ha sido una centuria desperdiciada para los mexicanos.
De no entender esta circunstancia, el siglo XXI se nos presenta con el mismo riesgo.
En Veracruz, las elecciones del 2013 nos están abriendo esta ruta al entendimiento de nuestra coyuntura histórica.
Si los partidos políticos –traicioneros por vocación- y la sociedad traicionada por ella misma no lo entendemos, seremos incapaces de construir la oportunidad que necesitamos: la de tomar las riendas de nuestra propia vida política; lo que nos lleva a la construcción de nuestro propio desarrollo.
Nadie lo hará por nosotros.
Necesitamos para ello dotarnos de las herramientas necesarias y una de ellas es la concientización.

VARIA

Me remito a una canción popular:

“Hablando de traiciones y elecciones/
Se fueron consumiendo las botellas/
Pidieron que cantara mis canciones/
Y yo canté unas dos entre de ellas/

De pronto que se acerca un caballero/
Su pelo ya pintaba algunas canas/
Me dijo: le suplico compañero/
Que no hable, en mi presencia,
de las alianzas/

Le dije, yo soy uno de los seres/
Que más ha soportado los fracasos/
Y siempre me dejaron las alianzas/
Llorando y con el alma hecha pedazos/

Pudiéramos morirnos en las urnas/
Y nunca dejaríamos de adorarlas/
Alianzas, ay alianzas tan divinas/
No queda otro camino que adorarlas…”

Tan tan.