LEYENDO A HUMBERTO SILVA
Pasillos del Poder
César Augusto Vázquez Chagoya
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27 de OCTUBRE de 2013
César Augusto Vázquez Chagoya
Pasillos del Poder
2013-10-27
Humberto Silva Mendoza, es un hombre exitoso: médico internista, nefrólogo (enfermedades en las vías orinarías) donde es reconocido a nivel internacional; logra ser un buen profesional, padre de familia, buen esposo, magnífico hijo y ahora nos regala un libro: “XALAPA EN LA NOSTALGIA”.
Silva corre diariamente 10 kilómetros; tiene un magnífico sentido del humor; escribe sus recetas con su pluma fuente “Mont Blanc”, es puntual en sus citas; se da un día para sí mismo, pero le regala al mundo a través de este libro el ir anotando cada hecho importante que le pase a uno en lo personal u otras personas.
Esta práctica la agarró desde 1973 y lleva escrito en su diario personal más de 2800 páginas de su puño y letra, sin contar sus colaboraciones cada semana en la sesión editorial del DIARIO DE XALAPA, desde hace 35 años. Volver a leer su diario, es vivir esa época.
“XALAPA EN LA NOSTALGIA” es un libro de 426 páginas, dividido en tres secciones. En la primera parte habla de su niñez y juventud, donde nos revela los juegos de los años cincuenta; donde en la ciudad habitaban 60 mil personas y Xalapa era pequeña. Los puntos cardinales eran las iglesias desde El Calvario hasta San José.
La obra, sin igual, la dedica a su esposa María Graciela A sus hijos Gyna del Pilar, Humberto Miguel, María Fernanda y a Ximena.
Humberto Silva Mendoza nació en el populoso barrio de El Dique, cerca de Los Lagos, hijo de un enérgico ferrocarrilero y una amorosa ama de casa, sin olvidar al abuelo que llegaba de Tierra Blanca, y su querida abuela que le dice “Vito”, apelativo de Victoria.
Las aventuras de niños eran en lugares que eran montes y bosques, que ahora están llenos de avenidas y carros. Los juegos eran recorrer lugares. Jugar a la rayuela, pero lo que da risa era el concurso de “quien hacía llegar más lejos el orín”. Creo que fue una práctica en todo el estado entre chamacos. Las fiestas del “hueso”, donde convivían los jóvenes, hasta que llegaba el jefe de la casa.
Silva tiene muy vivo el recuerdo del incendio en el Mercado Jáuregui, en 1952; la ampliación de la calle Enríquez, que le quitó a la capital su aire de provincia sólo por ampliar tres metros por lado. En la mente de Silva Mendoza le da mucha importancia al Convento de San Francisco, fundada por Hernán Cortes y derribada en el periodo de Juan de la Luz Enríquez, a fines de los años 1800.
El doctor no es contemplativo ante los acontecimientos, sino que --rebelde como es--señala que al derribar el Convento de San Francisco, se inició el derrumbe también de lo provinciano. Nos revela que la casa del gobernador Teodoro Dehesa, se ubica lo que hoy es el ayuntamiento de Xalapa.
Como no es historiador de oficio, en base a varios escritos da a conocer que Xalapa existía antes de que llegara Cortés. Que daba gusto celebrar los 700 años de la fundación de la ciudad, pero la capital estatal tiene más edad. Habla de los túneles y sus usos (ya hay un estudio sobre ellos).
Revela la gran construcción en Lomas del Estadio llamada SEDICOLA, que era manejado por chinos y ahí cultivaban el gusano de seda y fabricaban telas. Ese edificio ya desapareció, pero en esa época eran de los edificios que sobresalían.
Es de recordar que en el parque Juárez (donde estaba el convento San Francisco) había un hotel llamado “Juárez” donde se hospedaban los beisbolistas de los “Chileros de Xalapa”, que era el juego de esa época de los cincuentas. Los jugadores daban autógrafos a sus seguidores. El hotel tampoco existe.
La segunda sección, el doctor Humberto Silva la dedicó a personajes de Xalapa y de otros lugares; son biografías no frías, sino con un calor humano hacia ellos.
Nunca el autor deja de mostrar amor a sus seres queridos, pero es notoria la marca que le deja el padre, que generalmente se muestra alejado; pero cuando falta, reflexiona uno que se le olvido ser más cariñoso y decirle más seguido “Te Quiero”, pero es tarde.
Pero no es el único al que le pasa.
La tercera sección está dedicada a cosas que le han pasado al doctor. Recuerda a los 15 años cuando una noche en su casa oye a un organillero y se da cuenta que era su único espectador. Cuando se acerca al corredor de su casa en El Dique, le dice al organillero que no tenía dinero y éste le contesta con que se conforma que alguien lo escuche. Se dio la plática y el organillero le dijo que se sentía fracasado a sus 55 años, y le dejó grabado que a su edad no fuera nunca como él.
No se pretenden resumir las experiencias de Humberto Silva Mendoza. Claro que hay más datos, muchas fotografías, pero se dejan en el tintero para que usted compre el libro cuyo dinero no es para que siga escribiendo el autor, sino lo que se recaude será destinado a la asociación “Ayúdame, hermano, Tengo cáncer” (AHTECA) que preside Ana María Chedraui de Velasco.
Dicen que para un autor rebelde, sólo puede tener presentadores de su libro reconocidos rebeldes: Calos García Méndez, rector de la UNIVERSIDAD DE XALAPA, y los inigualables hermanos cuates Magno y Benjamín Garcimarrero.
Puedo decirle que este 26 de octubre, en la Universidad de Xalapa, más que una presentación de un gran libro, privó la camaradería; acto ligero y muchos lectores corriendo a leer el libro de Humberto Silva Mendoza.
Buen consejo, maestro, en anotar o llevar un libro de vivencias personales o de conocidos. Hoy empiezo como buen alumno.