¿Simplemente llámenme Pepe?

¿Mercadotecnia ya?

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2014-05-26

Al menos en sus últimos tres boletines de prensa, el senador José Francisco Yunes Zorrilla dejó de llamarse tal cual para convertirse simple y sencillamente en Pepe Yunes.
Político formal y celoso de la formalidad, en sus comunicados de prensa siempre utilizó sus dos nombres y sus dos apellidos. Por ello llama la atención el cambio.
Aun cuando ya está desatado recorriendo todo el estado al amparo de su representación legislativa, es evidente que en el fondo lo que anda es desbrozando el terreno, barbechándolo y sembrando la semilla que seguramente espera que germine para 2016.
De paso, debe decirse de él que es de los pocos políticos veracruzanos, o acaso el único, que va y viene, sube y baja por toda la geografía estatal pregonando la bondad de las reformas de Enrique Peña Nieto.
Escuchándolo, suena convencido, acaso es el único convencido de que en efecto las reformas presidenciales nos van a beneficiar, contrario a lo que la población piensa y cree porque no lo ve reflejado en su bolsillo.
Pero, decía, ahora es sólo Pepe Yunes. Un día, cualquier buen día se va a hacer llamar, a identificar ante los veracruzanos, sus representados, el electorado, sólo como Pepe. Llámenme Pepe, pedirá.
Mentiría si dijera que soy un experto en mercadotecnia política, que soy un Fernando Vázquez Rigada cualquiera, pero, utilizando el lenguaje burocrático de los abogados, a mi leal saber y entender es indudable que ya está atrás de él todo un equipo de expertos en imagen que lo está puliendo de cara al futuro.
José Francisco Yunes Zorrilla es un nombre muy largo, pesado, formal, que no vende. Pronunciarlo todo completo da hueva. Para lo que viene se necesita algo corto, que sea fácil de pronunciar, que suene más familiar, pegajoso, que impacte. Pepe acomoda bien. Puede ser una marca política que venda.
Pepe ya está actuando. Se comporta diferente. Se ve que está decidido a echar al sesto de la basura la imagen de formal, demasiado formal, rígida, que lo ha caracterizado y que a muchas personas no les gusta porque lo quisieran más informal, populachero, estilo tío Fide, sentirlo suyo, cercano.
Vistas así las cosas, a mí, por ejemplo, nada me extrañará que un buen día se aparezca por el puerto de Veracruz luciendo una camisa chillona, vistosa, floreada, a todo color e incluso con unas maracas en la mano.
¿Qué me lleva a suponer ello? Otro cambio que se le vio en pasada visita a la ciudad y puerto de Coatzacoalcos el pasado 9 de mayo, invitado por el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol para festejar a las madres con motivo de su día.
En esa ocasión, Pepe ya fue Pepe, ya no José Francisco, fue otro al que no se había visto. Según cuentan quienes estuvieron presentes, por fin perdió la formalidad en su manera de comportarse y que lo vino caracterizando.
Quiso que no, ¿o sin querer queriendo como en El Chavo del 8?, ante el agobiante calor con una sensación térmica de 47 grados, provocado-motivado por las siempre bullangueras mujeres porteñas, buena cantidad de descendencia oaxaqueña, tuvo que probar una “chela” bien fría y en medio de una rueda de féminas se tuvo que contonear y marcar con las manos el ritmo de la música, bailecito que a todas agradó y al final salió en medio de aplausos y apapachos.
París bien vale una misa, dijo Enrique IV de Navarra, quien pretendía ser rey de Francia pero no lo dejaban serlo porque no era católico y por eso pronunció ésa que se convirtió en célebre frase para demostrar que estaba dispuesto a pasarse al catolicismo con tal de alcanzar el trono francés.
¿La gubernatura bien vale un dancing y una “elodia” bien sudada, Pepe?
Caín y Abel Pola Estrada
No es el primer caso ni el único –y ni va a ser el último– en el que, tristemente, la política divide a una familia (y muchas veces la destroza, para siempre).
Hace no mucho cené con el diputado local Cuauhtémoc Pola Estrada, de Movimiento Ciudadano, en un gran ambiente y hasta por poco me convence para que hubiéramos ido a parar a una serenata con muy guapa chica que no sé si ya es su novia. Previamente supe, y me dolió por ellos y me preocupó, que el pleito con su hermano gemelo era en serio.
Conozco también a Tonatiuh, su hermano, viejo compañero mío de lides periodísticas, ahora también diputado local del PRI, con quien en varias ocasiones conviví en el puerto de Veracruz cuando él era reportero y conductor de un noticiero en Telever.
Por un momento estuve tentado a decirle a Cuauhtémoc que la rivalidad debía ser sólo política, no familiar. Me puse en condición de padre y no me gustaría vivir situación similar. Finalmente la prudencia me aconsejó no meterme en un asunto personal entre ellos.
Desde mi experiencia con ambos, no tengo ninguna duda de que son buenos muchachos, buenos hijos, positivos. No he sabido que le hayan hecho mal a nadie ni se meten con nadie.
Ciertamente, Cuauhtémoc tiene más tiempo en la militancia política, es un luchador social, se identifica con buenas causas, siempre ha militado en la izquierda y ha sido víctima de las chicanadas del sistema.
Tona, como conocemos a su hermano, en realidad fue usado por el sistema dada su popularidad ganada en la pantalla chica para evitar que el PRI perdiera en el distrito de Veracruz Rural. No es político. Es un improvisado en la política. Sigo pensando que lo suyo es la tele, donde lo hace muy bien. Pero de alguna forma no antepuso la filiación para ir a contender contra su hermano.
Lo que es la política. Recientemente, un amigo funcionario me confirmó que a la salida de Gina Domínguez Colío de la Coordinación General de Comunicación Social, su patrocinadora y protectora, quedó huérfano, perdió la fuerza que tenía, que actualmente no “lo pelan”, está huérfano, pues.
Ahora, el pleito, y eso motivó estas líneas, saltó abiertamente a la luz pública. Tonatiuh pide a Cuauhtémoc que demuestre públicamente que su campaña política fue financiada con recursos públicos, del Sistema de Agua y Saneamiento de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río Medellín, como lo declaró.
Ojalá y tengan la serenidad y la inteligencia para ver más allá. No los debe dividir la política. No vale la pena. En el sistema, adentro, se deben estar riendo de verlos pelear.
Amigos, compañeros, cuates, el enemigo no son ustedes, no está entre ustedes. Está afuera, son la pobreza, la explotación laboral, la corrupción, la impunidad, la demagogia, la inseguridad, la deuda pública…
Convivamos. La política no vale la pena. Es de mentiritas. Dense un abrazo. La invitación es para los dos. La cena y el vino tinto corren por mi cuenta. Se lo merecen.