Las dos comparecencias de ayer
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2013-11-21
Hace una semana, el jueves 14 de noviembre, la agencia informativa del semanario Proceso (apro) informó de la reducción del presupuesto a la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) para 2014, que se redujo en casi 163 millones de pesos con respecto al que se ejerce en 2013, y que la Cámara de Diputados no asignó un solo peso para la realización de los Juegos Centroamericanos y del Caribe que tendrán lugar en nuestro estado dentro de un año.
“La razón: Los más de 800 millones de pesos que fueron asignados para este evento en ejercicios fiscales anteriores no han sido comprobados y hasta ahora el Comité Organizador no ha transparentado el uso de los mismos”.
Fue el anterior gobernador, Fidel Herrera Beltrán, quien consiguió la sede de los Juegos al presentar la candidatura oficial de Veracruz en 2008 y recibir oficialmente la estafeta en 2010. Los recursos se habrían entregado a su administración en 2009, para lo cual se creó el Fideicomiso Público de Administración e Inversión para el Desarrollo de la Infraestructura y Equipamiento Deportivo, creado por decreto que se publicó en la Gaceta Oficial del Estado en septiembre de ese año.
En realidad, no se sabe por qué no se aplicó el dinero asignado y menos a dónde fue a parar, o si está guardado y lo tienen “sudando” en algún banco. Pero no se ha comprobado su destino final.
Quizá a ello se deba que ayer el presidente del Comité Organizador de los Juegos, Dionisio “Nicho” Pérez Jácome, dio a conocer que se gestiona ante el Congreso local “la posibilidad” de que para el presupuesto 2014 se destine una partida para la realización de la justa deportiva.
Pero “Nicho” no le entró al toro por los cuernos. Le tiró la bolita tanto a las secretarías de Finanzas y Planeación como a la de Infraestructura y Obras Públicas, antes de Comunicaciones, pues el monto del apoyo que solicita lo dejo en manos de la dependencia bajo la responsabilidad de Fernando Charleston Hernández, y sobre los recursos que se adelantaron dijo que a él no le entregaron nada sino a la “dependencia… que construye la infraestructura”, en clara alusión a la que ahora está bajo el cuidado de Gerardo Buganza Salmerón.
Mejor que Poncio Pilatos, “Nicho” se lavó las manos, y muy bien: “Yo lo digo claramente, no he recibido un solo centavo de la CONADE en el pasado, para nada”… “una (dependencia) es la que construye la infraestructura, recibe y aplica los recursos, otra es la que organiza y paga los Juegos, esa es la que yo comando y el Comité Organizador no ha recibido ese dinero. Aunque quisiera comprobar no es dinero que ha pasado por mí”… “soy el responsable de operar después, a mí que me entreguen la infraestructura”, según publicó la reportera Alicia Aguilar Guevara, del portal alcalorpolitico.
De hecho, ayer hubo dos comparecencias, la del joven secretario de Finanzas y Planeación, Charleston Hernández, y la de Pérez Jácome, una con todos los reflectores y la otra de bajo perfil, pues según un boletín de prensa de la Legislatura, “Nicho” se reunió con los integrantes de la Comisión Permanente de Juventud y Deporte, a quienes “informó sobre lo realizado por el Comité desde el momento de su creación, las acciones emprendidas y las programadas a corto plazo”.
A Fernando Charleston Hernández lo conocí y tuve la oportunidad de tratarlo cuando era candidato a diputado federal por Coatepec. Ya su paisano Adolfo Mota Hernández, secretario de Educación de Veracruz, me había dado las mejores referencias de él. Cuando llegó al Congreso federal mantuvimos la comunicación, que ha continuado a su retorno al Gobierno del estado.
Recién regresó, me dijo que seguiría siendo el mismo y que se conduciría con la sencillez con la que lo conocí. No hace mucho, un día le marqué a su teléfono y para mi sorpresa personalmente me respondió de inmediato, sin auxiliar ni secretaria de por medio, como acostumbra casi la mayoría de funcionarios, cuando no se niegan a tomar la llamada. En efecto, lo encontré igual. No me puso de pretexto de que estaba muy ocupado, o que tenía una reunión de trabajo, o que “disculpe, es que me llama el gobernador”. Me causó la mejor impresión.
Alguno de sus compañeros de gabinete comentó un día que él quedaba totalmente descartado para la sucesión de 2016, pues era un funcionario al que se enviaba al sacrificio como secretario de Finanzas, ya que le tocaría dar puras malas noticias a proveedores y prestadores de servicio por la falta de recursos para pagarles, y tendría que enfrentar los reclamos de sus compañeros de Gobierno por las reducciones presupuestales que tendría que hacer, así como los de la de la burocracia por las medidas dolorosas, de austeridad, que tendría que tomar.
Aceptó el cargo consciente de todo ello. Acaso el arrojo y la audacia que da la juventud lo hizo decidirse a “comer lumbre”. Ayer le tocó comparecer ante los diputados locales con motivo del Tercer Informe de Gobierno. Hasta donde chequé en los portales informativos, su presentación se dio sin sobresaltos y sin incidentes. Ni los diputados de oposición le exigieron o lo arrinconaron contra las cuerdas. Acaso mordieron el fierro del freno, como los caballos, sabiendo que sin su firma no hay plata.
Le he dado vueltas al asunto pero todavía no acabo de comprender por qué la bancada del PAN quería que fuera el último en comparecer. Lo que dijo ayer lo hubiera dicho después. Lo cierto es que este joven no puede hacer milagros ni actos de magia para que de la nada le aparezca dinero en las manos. Ayer aceptó que la deuda pública del Gobierno es de 40 mil 365 millones de pesos, más 4 mil 494 millones de pasivo circulante (el pasado 1 de julio, el ahora diputad local Ricardo Ahued Bardahuil la ubicó en 87 mil millones).
Me parece que es mejor que se diga la verdad y no que se trate de ocultar o maquillar las cifras. Hasta ahora se negó que la deuda alcanzara tal cantidad. Es mejor saber cómo estamos para saber a qué tirarle. Charleston no la tiene fácil ni la tendrá en los próximos tres años. Se ha rodeado de un equipo conformado por expertos con los que trabajó tanto en Banobras como en el despacho del ex secretario de Hacienda Pedro Aspe, muy vinculado al actual secretario Luis Videgaray y al presidente Enrique Peña Nieto.
No acabará con la deuda, quién lo duda. Su éxito será reducirla y cumplir con los compromisos más urgentes de la administración pública estatal, como por ejemplo el pago del aguinaldo ya en puerta y el de los gastos de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, pues tendrá que pagar unos platos que él no rompió; su éxito será tener contentos a todos aunque no se les pague, jodidos pero contentos. Debo no niego, pago no tengo. ¿Y los 800 millones, dónde están, quién se los llevó, en qué se los gastaron, por qué no se pueden comprobar si se utilizaron?