Morir en el Túnel: una historia del México corrupto.

CLAROSCUROS José Luis Ortega Vidal

2012-09-17

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La muerte de dos marinos en Coatzacoalcos -la madrugada del viernes 14 de septiembre- constituye el corolario de un magno error: el proceso de construcción del Túnel Sumergido.
Los mexicanos no somos tontos, tampoco somos ineptos ni ignorantes.
Padecemos –eso sí- una negación cultural al orden, la planeación, la organización, la eficiencia, y sobre todo: a la separación clara, contundente entre las decisiones políticas y las decisiones administrativas, operativas, de trabajo a secas.
Pueden ir de la mano, pero cada uno tiene su naturaleza: una cosa es la política y otra cosa es el trabajo técnico.

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Planeado durante el sexenio del gobernador Miguel Alemán Velasco, el Túnel Sumergido busca comunicar a la congregación de Villa Allende –sede de los Complejos Petroquímicos Pajaritos, Cangrejera y Morelos- con la zona urbana de Coatzacoalcos.
El proyecto pretende cruzar el río Coatzacoalcos justo en la bocana de uno de los afluentes más caudalosos de México.
El 19 de agosto del 2003, Alemán Velasco colocó la primera piedra de una obra maestra de la ingeniería, única en suelo latinoamericano.
En términos logísticos, el Túnel sumergido se convertiría en la tercera vía de desfogue del tránsito vehicular de los Complejos Petroquímicos.
Apoyaría al Puente Coatzacoalcos I, una estructura que 50 años atrás llegó al Sur de Veracruz procedente de Dinamarca y con dos décadas de uso encima.
El puente Coatzacoalcos II, “Antonio Dovalí Jaime” –nombre de su autor- también es usado por los transportistas que entran y salen de los Complejos.
El Pajaritos, Cangrejera y Morelos constituyen una especie de capital petroquímica de México. Allí se procesan buena parte del plástico, del combustible y del gas del país.
Muy cerca de ellos se construye un cuarto Complejo: Etileno XXI; con la inversión de 3 mil 500 millones de dólares y la combinación de capitales de Brasil (Braskem) y México (Idesa).
Se trata de una obra con visión a largo plazo.
En unas décadas el petróleo dejará de ser el combustible que mueve al mundo.
Los combustibles fósiles serán sustituidos por recursos renovables, sobretodo el etanol que se puede obtener de cultivos como la caña, la yuca, el maíz y otros productos del campo.
En el sur de Veracruz ya se trabaja al respecto.
Por lo que hace al Túnel Sumergido, la idea de su creación compitió con la alternativa de un tercer puente sobre el río Coatzacoalcos.
Los detractores de esta opción aseguraron que su edificación sería más costosa.
No obstante el costo inicial del Túnel, cifrado en 1 mil 200, se ha disparado a 3 mil 900 millones de pesos.
Por otra parte se pensó que el Túnel Sumergido simbolizará el nuevo desarrollo tecnológico en una zona clave para la industria petrolera de México.
Coatzacoalcos es la capital económica del Sur de Veracruz. Se trata de la segunda economía de entidad, sólo después del corredor Veracruz-Boca del Río.
A Coatzacoalcos –por si fuera poco- se suman la presencia y el nexo económico de Minatitlán, sede de la Refinería “Lázaro Cárdenas”, así como “Petroquímica Cosoleacaque” (PECOSA), un quinto complejo que produce amoniaco y se ubica en el municipio del mismo nombre.

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Hay más respecto a lo que ocurre en el Sur y su vida tecnológica y económica.
En torno a Pajaritos la empresa Mexichem –líder en el mercado del polietileno- está dispuesta a invertir más de 550 millones de dólares para eficientar la producción del Complejo propiedad de Petróleos Mexicanos.
Se trata –claramente- de un paso a la privatización de PEMEX; idea ligada a la Reforma Energética que podría concretarse en el gobierno de Enrique Peña Nieto, aunque Vicente Fox y Felipe Calderón se lo dejaron adelantado.
A los mexicanos nos encanta hacernos tarugos solos: hace mucho tiempo que PEMEX se está privatizando.
Por doquiera hay procesos de exploración y perforación que transnacionales como Halliburton, operan en calidad de contratistas de PEMEX.
Los contratos son multimillonarios, emplean mano de obra mexicana y extranjera.
La privatización ya está en práctica, aunque políticamente no se reconozca.
PEMEX y la Iniciativa Privada se comportan como esa pareja de amantes que llevan años compartiendo la intimidad y nomás les falta casarse para legalizar su amasiato.

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En la construcción del Túnel Sumergido convergen diversos capitales: la Concesionaria del Túnel de Coatzacoalcos (COTUCO) es de origen español y ha sumado a su capital préstamos originados en BANOBRAS, tecnología con patente holandesa y recursos del gobierno en el estado de Veracruz.
Concretamente se obtienen recursos del peaje en el puente Coatzacoalcos 1 y de la Secretaría de Comunicación (SECOM), a cargo de Raúl Zarrabal Ferat.
Según una versión extraoficial, retrasos en la entrega de dinero por parte de la SECOM, habría causado el retraso en el Túnel.
El incumplimiento a lo plazos acordados para el financiamiento no habría sido la causa única, pero sí una de las más importante para afectar la sumersión de las dovelas la madrugada del 14 de septiembre.
Este proceso debió hacerse meses atrás: entre marzo, abril y mayo, cuando es temporada de seca y el río Coatzacoalcos es manso.
La temporada de lluvias convierte al Coatzacoalcos en un río bravío, alimentado por las aguas abundantes y feroces que lo nutren desde Chiapas y Oaxaca.
De hecho, así lo advirtió el capitán de puerto, Miguel Angel Rebolledo Guío.
Experto en el tema, dicho personaje sugirió posponer las maniobras para sumergir las estructuras de concreto.
A esa idea se le dio amplia difusión en los medios informativos locales, días antes del accidente fatal.
Pescadores, maniobristas, operadores de lanchas pasajeras, marinos, pobladores de todos los municipios asentados junto al río Coatzacoalcos, saben que los meses de junio, julio, agosto y septiembre, forman la peor temporada para una obra de la magnitud del Túnel Sumergido.
Los responsables de la empresa COTUCO debieron saberlo, sean extranjeros o no.
Más aún: resulta obvio que lo supieron y actuaron bajo presión, pues la grúa especializada traída desde Holanda y atracada en el puerto desde meses atrás cuesta mucho dinero y no haberla usado en el momento preciso remite a un tema de carácter económico y político.
El catamarán se trajo a tiempo, se tuvo listo y no se utilizó en el momento adecuado; he ahí una de las causas directas de la tragedia que se vivió la madrugada del viernes en el río Coatzacoalcos.
El dinero que se debió entregar en la temporada de seca se habría ido a la campaña electoral federal del 2012.
Y concluida la elección que llevó a Enrique Peña Nieto a los pinos, a nuestros políticos les ganó la prisa y dejaron a un lado la sensatez.
La de lluvias es una pésima época para sumergir las dovelas. El invierno también es mala temporada para esta labor.
Lo sensato era aguardar a marzo, abril, mayo del 2013.
Pero a nuestros político no los para nadie, ni nada. Cuando toman una decisión y dan una orden ésta se cumple porque para eso tienen el “pinche poder”; por citar a un clásico.
Las razones técnicas, matemáticas, administrativas, no cuentan para un político mexicano ni para un político veracruzano.

- ¿Qué hora es?
- La que usted diga, señor Presidente.

Esta frase define a nuestros hombres del poder.
He aquí una hipótesis en torno al hundimiento del remolcador “Coatzacoalcos”: a la 01:00 horas del viernes 14 de septiembre, con la muerte del capitán Miguel Angel Carrasco Olguín y el jefe de máquinas Apolinar Galván Tejeda, como consecuencia.

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En México, la retórica y la demagogia son como un vaso de agua: no se le niegan a nadie.
Por eso, a la muerte de estos dos marinos la rodean y la rodearán esquelas, declaraciones firmes sobre “la investigación profunda que se llevará a cabo para encontrar a los responsables de tan grave y mortal error.”.
Habrá compromisos de atender a las viudas y los huérfanos.
Etcétera.
Sin embargo, al final no pasará nada, o pasará lo de siempre: todo quedará escrito como una lamentable anécdota y nadie pagará nada por una serie de errores que han cobrado dos vidas.
En torno al túnel quizá se hará lo que se debió haber hecho desde un principio.
Tal vez se dejará en manos de los técnicos un asunto que es técnico; en manos de los administradores un asunto que es administrativo y quizá se escuchen los consejos de quienes conocen el contexto natural en el que se están construyendo el Túnel Sumergido.
Los políticos, desde luego, se lavarán las manos y se dedicarán a lo suyo: que es la inopia.
Raúl Zarrabal Ferat partirá en post de su diputación local en Boca del Río.
Los dueños de COTUCO recuperarán el dinero que hoy invierten porque el Túnel les será concesionado por 30 años.
PEMEX seguirá su enredo con esa amante que cada día lo enloquece más: la iniciativa privada.
Algún día el Túnel será concluido.
Banobras recuperará lo que prestó.
De nuevo: etcétera.

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¿Alguna vez aplicaremos la justicia como Dios manda y dejaremos de ser una sociedad tan ineficiente, ineficaz, torpe y políticamente tuerta?
Quizá.
Por lo pronto, eso no ocurrirá en torno al error –fatal en este caso- que se suma al grueso expediente de torpezas del proceso para crear el Túnel Sumergido de Coatzacoalcos.
En México no somos tontos.
Somos muy corruptos.
Y esa condición, ni la muerte de inocentes la puede corregir.