CAROLINA, DAMA DE HIERRO

Pasillos del Poder César Augusto Vázquez Chagoya Leanos en www.pasillosdelpoder.com www.enlaceveracruz212.com.mx vazquezchagoya@prodigy.net.mx 12 de FEBRERO de 2012

César Augusto Vázquez Chagoya

Pasillos del Poder

2012-02-12

Ring, ring, ring. Levantamos el teléfono y del otro lado se oye: “Habla Jorge Reyes Peralta, te tengo una buena noticia”.

--¿Qué pasó?-- me puse alerta.
--La dama de hierro acaba de ganar el amparo en un tribunal de circuito lo que le permite seguir con la reconstrucción de la avenida Díaz Mirón.

--¿Quien es la dama de hierro? Jorge-- pregunté.
--Carolina Gudiño --contesta-- nosotros llevamos el caso legal como federación de abogados y se ganó, además es el título que merece la alcaldesa. Tenía tiempo que una afirmación no me impactaba.

A Jorge Reyes Peralta tengo más de 30 años de conocerlo. Nos hicimos amigos cuando colaborábamos juntos con Demetrio Ruiz Malerva. Nos vemos cuando podemos y nos hablamos más seguido. Así que llamar a Carolina “Dama de Hierro”, me puso la “chirola” dando vueltas, ya que Jorge es muy objetivo y llega hasta ser muy frío, como para que llamara a Carolina así.

Necesariamente vino a mi mente el recuerdo de la campaña de Don Agustín Acosta Lagunes para gobernador de Veracruz. Quería el candidato iniciar el 1 de mayo de 1980 en el puerto de Veracruz. Pese a haber nacido en Paso de Ovejas, hijo de dueños de ranchos y de ingenios, se identificaba mucho con el puerto.

En ese tiempo eran coordinadores de la campaña Silvestre Aguilar Moras, el querido “Pinolillo”, originario de Córdoba, y el político profesional Eduardo Thome Domínguez, quien un año antes había sido electo diputado federal por Coatzacoalcos, teniendo como avanzada a Luis Espinosa, el querido “Luisón”, con un grupo de jóvenes muy trabajadores.

Thome Domínguez había ganado el distrito lleno de partidos de oposición, gracias al trabajo intenso de estos jóvenes quienes se habían echado a cuestas pintar todos los postes del distrito con el apellido “THOME”. Pintaban de blanco el poste y con letra negra ponían el apellido.

Como coordinador de campaña de Acosta Lagunés, Thome quiso recetar lo mismo en todo el estado, por lo que incorporó al comité de campaña a “Luisón” y a su equipo como una de las avanzadas. Ese primero de mayo, Thome quería que se pintaran los postes desde el aeropuerto hasta la avenida Díaz Mirón. Más de 15 kilómetros.

Ese día había en el puerto 40 grados de temperatura con sensación térmica de 44. Desde el aeropuerto los jóvenes empezaron a pintar. Casi no había casas y se veían lagunas en donde se refrescaban. Ya cuando llegaron a la Cabeza Olmeca, estaba en lo más alto el sol.

Cuando alcanzaron la avenida Díaz Mirón, ya los jóvenes en gran número estaban extenuados, pero ahí se dio el aliento más fuerte que necesitaban los licenciados, ingenieros, maestros, etc., metidos a pintores en la campaña de Acosta Lagunes.

Los vio Efrén López Meza, quien aparte de excelente abogado, era dirigente de la CNOP del puerto, pero también fuerte ganadero, quien ese día coordinaba junto con otros chipocludos la valla de caballos en honor al candidato.

Don Efrén, conociendo a los pintores, los halagó por su enorme esfuerzo, les dio agua y pidió a sus compañeros que ayudaran a pintar, entonces los ganaderos fueron ese día los héroes de las avanzadas de la campaña.

La mayoría de los “pintores” se echaron la siesta bajo el fresco de los árboles de esta hermosa alameda para descansar un poco, porque la campaña duró tres meses.

La avenida Díaz Mirón nunca se les olvidaría a esos jóvenes del PRI. Con el tiempo, todos regresaron a dicha avenida con el nombre del ilustre maestro y poeta Salvador Díaz Mirón, quien tuviera una vida intensa, llena de contradicciones políticas, pero un genio en la literatura.

En esta avenida se construyó la primera estación de autobuses más grandes; era la avenida de los cines. Se instaló la primera tienda de autoservicios y cerca los parques infantiles.

No se nos deben olvidar las instalaciones de TELEVER y la Cruz Roja, el edificio de los marinos, etc.

Quién no caminó por esa hermosa alameda sembrada por el apóstol de árbol, Miguel Ángel de Quevedo, casado con una jarocha nacida en el puerto, y es por eso que el ingeniero también sembró los pinos en la zona norte de la ciudad para mitigar la fuerza de los “nortes”.

Porfirio Díaz trajo de México a Don Miguel Ángel al puerto y alabó su obra. En ese tiempo la alameda se llamaba “La Libertad”, en honor a la estatua que se había comprado en Europa en 1881. Antes se llamaba “El paseo de la laguna de los cocos”, que llevaba el camino a Medellín.

En este paseo pasaron héroes y traidores. Cerca de lo que hoy es el parque Zamora había un río con su puente. Estuvo la estatua de las sirenas, que dicen que donó a Veracruz la emperatriz Carlota. La belleza de la alameda en el transcurso de más de 200 años se fue deteriorando, a pesar que Miguel Ángel de Quevedo le dio vida, cirugía mayor, hace mas de 100 años.

Poco a poco, los que viven en el puerto vieron como el aumento del tráfico, cierre de los cines, la dejadez en los edificios en la avenida Díaz Mirón, la invasión de los vendedores ambulantes en el camellón principal de la hermosa alameda, etc., la volvió caótica.

La avenida Díaz Mirón merecía cirugía mayor y tiene años, pero no había ayuntamiento que se echara el trompo, es más, hubo quienes metieron a los ambulantes en el camellón, que era el paseo para los niños y familias enteras, pero no se organizaron para oponerse a lo que no sólo le quitaron la belleza al paseo, sino que la ensuciaron mas.

Luz Carolina Gudiño Corro, después de ser diputada local y federal, llega a ser la primera alcaldesa del primer ayuntamiento de tierra firme fundado el 21 de abril de 1519 ganando por un solo voto, por lo que se realizó un recuento de casillas voto por voto y volvió a ganar.

Aparte de los tantos problemas del primer puerto del país, se decidió, como Miguel Ángel de Quevedo, darle cirugía mayor a la alameda en honor de Salvador Díaz Mirón después de su muerte en 1928. La alameda no podía correr el mismo destino de su nombre al no poderlo escribir en letras de oro en la Legislatura de Veracruz.

Si es cosa de historias, para nuestro gusto, deberían también recuperar el puente con sus aguas, pero ya el tiempo y las construcciones se llevaron esa historia. La misma historia fue la que condenó a no escribir en letras de oro el nombre de Salvador Díaz Mirón en el Congreso de Veracruz.

Fue en 1990. La bancada panista de ese tiempo propuso que se escribiera el nombre del autor de “Lascas” en letras de oro. El diputado Roberto Bravo Garzón, ex rector de la Universidad Veracruzana, se opuso a tal propuesta.

En su discurso no condenó a Díaz Mirón por los asesinatos por lo que estuvo varias veces en la cárcel. Le alabó sus poesías y sus libros, además de su obra educativa, aunque sólo había un pero: Salvador Díaz Mirón había sido cómplice de Victoriano Huerta en el golpe de estado y asesinato del presidente de la república Francisco I Madero, en 1913. La propuesta panista fue echada abajo.

Eso pasó en Xalapa, entre diputados de todo el estado, pero Salvador Díaz Mirón, nacido en el puerto, por su grandeza literaria y no por razones políticas, Veracruz le puso a su mejor vía de comunicación su nombre. Hoy descansa en la rotonda de los hombres ilustres en la Ciudad de México.

A la alameda Díaz Mirón ya no se le podía denigrar más y la alcaldesa Gudiño Corro se aventó la reconstrucción, que esencialmente abarca un carril de más en cada lado y a cambio de los árboles que se tiraron, se sembrarán 10 y lucirá como era el “paseo de los cocos”, más otras obras de embellecimientos.

Claro que hubo protestas y estos ciudadanos, como les corresponden en derecho, buscaron un amparo federal para que se parara la obra y consiguieron su objetivo, pero al pararse la construcción estaban afectando a más de 250 comercios y este viernes el tribunal de circuito revocó el amparo de suspensión de obra, aprobando que se reiniciara, cuidando la ecología.

Carolina, suave, sin golpear la mesa, se le ve atendiendo los múltiples retos que tiene la ciudad más grande del estado y el puerto más grande del país. Esto lleva a saber que el drenaje antiguo ya no sirve; la ciudad crece a pasos acelerados en la zona norte; la discusión por la ampliación del puerto; la lucha por poner orden entre los vendedores ambulantes, la limpieza de la ciudad, la busqueda de recursos para reconstruir las casas del Veracruz histórico, etc.

Hay una cosa curiosa. Hay varios alcaldes del Duartismo que están haciendo magnifico papel en sus ayuntamientos: Alberto Silva en Tuxpan, la ciudad y puerto del futuro. Alfredo Gándara en Poza Rica; Elizabeth Morales, en Xalapa; Salvador Manzur, en Boca del Río; Marcos Theurel, en Coatzacoalcos, Francisco Portilla, en Córdoba (a pesar de las rabietas de Domingo Muguira). Sara Luz Herrera Cano en Alvarado.

No se podía quedar atrás Carolina Gudiño Corro, que ya la bautizó Jorge Reyes Peralta como la “Dama de Hierro”.

Se merece el término por el lado político, pero es un compromiso grande que deberá sostener hasta que termine su mandato. Estamos seguros que los demás alcaldes tendrán su bautizo, porque así son los pueblos para agradecer a sus buenos gobernantes.

En mi pueblo Minatitlán, en 1968, se bautizó a Héctor Luis Zarauz como el “Caballo de Hierro” por su obra política y material, pero el mismo nombre se lo pusieron en los años ochentas a Pablo Pavón Vinales, quien en las dos veces que fue alcalde hizo, al igual que Carolina, muchas obras rompiendo inercias. Ahí la lleva y bien, la alcaldesa, la primera del primer ayuntamiento de tierra firme en el continente americano.