Cuento del día: REZÁNDOLE AL CUCHI-CUCHI
Pasillos del Poder
César Augusto Vázquez Chagoya
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27 de JUNIO de 2012
César Augusto Vázquez Chagoya
Pasillos del Poder
2012-06-30
Esto me lo contó el sobrino de un amigo de otro amigo. La historia se desarrolla en la heroica Alvarado, donde realmente nace la real Academia de la Lengua. Aquí nació el ilustre escritor Renato Leduc, quien escribiera, entre su vasta obra, “El Tiempo”.
Donde vive el sobrino a cada rato comen Arroz a la Tumbada, salen al mar varios ríos entre ellos, el Acula, el Papaloapan, el Tesechoacan, San Juan, etc. Alvarado, puerto pesquero ubicado en el centro de Veracruz, con un hablar cadencioso y en donde una mentada de madre es un saludo.
Son buenos para poner apodos y se duda que algunos de sus habitantes carezcan de ellos, ya que la población es muy pequeña y el bautismo se le pone por un hecho o circunstancia que le quede al personaje casi siempre desde niño.
El sobrino, vivaracho, casado, con dos hijos, se dedica a la pesca. Sale en la madrugada a trabajar y a más tardar a medio día ya se los sopla en este caluroso pueblo. Petra, una de las muchas Ruiz que existen en la región, es su esposa.
Pedro, como todo pescador, a veces se va a su casa a echarse en la hamaca o se tarda porque algunos de sus compañeros consigue caña que se baja con refresco dulce de limón. Los chamacos están al lado de su madre y de su familia política, así que la vida corre al estilo alvaradeño.
La gran mayoría de las mujeres de esta región sí tienen petacas, muy hermosas, proveniente de la mezcla entre los españoles y negros. En la forma de hablar, bailar y ser muy alegres, es su mejor herencia.
Cuenta Pedro que su mujer andaba alborotada con eso de los partidos. Llegaba a la casa diciendo que Chepina esto, que Chepina lo otro. No pelaba a su mujer con tal de que no le reclamara que andaba de novio con una hermosa mulatita.
“Es mentira, mujer”, le decía a Petra, “si es una niña”. La mujer le contestaba: “Así decía mi papa y mira que le clavó 8 hijos a mi mamá, aparte de sus hijos con su verdadera esposa, cabrón; pero no te voy a dejar, para que se friegue tu niña”, decía Petra.
Un día, Pedro, con dos caguamas adentro, vio como venía su mujer presurosa, ansiosa, mejor se volteó sobre la hamaca haciéndose el dormido para no oírla. “No te hagas pendejo, ya te vi desde lejos” y se lo aventó a boca de Jarro.
--Dice mi candidata que si no votas por ella, no te voy a dar por un mes cuchi-cuchi, pero si votas por el partido azul, por un mes te voy a dar doble cuchi cuchi.
--Pero mujer, yo soy priísta desde mis abuelos. Vota tu por ella, pero, yo me voy con el que si se peina y tiene hasta copete.
--Pues ya sabes Pedro --dice Petra-- nada de nada y después no andes llorando, ni de enamorado, porque si el día primero de julio no votas por el PAN, ya sabes. Sobre advertencia no hay engaño.
Cuenta Pedro, fumando un farito, cigarro sin filtros ya también tan caros: “No preocupaba que no me diera cuchi-cuchi por un mes, porque eso lo resolvía con mi mulatita, pero eso de que me iba dar doble cuchi-cuchi dos veces por un mes, me entró terror. Imagínese. Uno con la mulatita y doble en casa, me iban a matar”.
“Enojado, no dije nada y me fui al malecón en busca de mi compadre Artemio, que se las sabe de todas a todas. Lo encuentro y le invito un trago en la cantina de enfrente de La Viuda y le cuento. Cuando terminé, Artemio se quitó el sombrero y se rascó su pelo chino… ‘¡Ah!, caray?’, decía cada rato, hasta que me contestó”.
--Mira Pedrín… ¿Te acuerdas que te conté que cuando me casé, muy mimosa mi mujer me preguntó dónde iba y como primer acto para que sepan que uno manda le contesté: ‘¡Qué te importa y no te atrevas hacerme de nuevo la pregunta en tu vida, porque sabrás en verdad quien soy!’… Santo remedio. Ni me pregunta y hasta dice a todos que soy “su señor”… Tu mujer Petra merece una lección. Te han pisado, compadre, pero te voy apoyar. ¿Sabes porque mi mujer anda tan mimosa después de tantos años de casado? Es un secreto que no le he contado a nadie.
Prosigue Artemio: “¿Te acuerdas que hace más de 20 años, mi compadre Petronilo, tenía un buen buque de pescar y le dimos dos días a un gran banco de camarón de mar. A mi compadre le dieron una lanota en la empacadora y nos invitó a chupar alcohol en el puerto de Veracruz. Tenía una camioneta Pick-up, donde me subí yo con un muchacho de Tlapacoyan. Fuimos al bar “Río de la Plata” que está en el mero centro. Ahí hasta güisqui tomamos. Ya medio entrados a las 2 de la tarde, Lucio, el de Tlapacoyan, le dice a mi compadre que lo invitaba a su pueblo. Petronilo le mentó la madre: ‘¿A qué vamos allá? ¿Nos vas a presentar a tus hermanas o que? Lucio, sin amilanarse, le dijo que conoceríamos algo mejor y en prenda daba su paga si no quedaban satisfechos. Para no hacerte el cuento largo, fuimos a Tlapacoyan.
Artemio entonces cuenta que llegaron casi de noche y Lucio los llevó a su casa para que supieran dónde iban a quedarse y nos fuimos a las cantinas del centro a seguir bebiendo, después nos fuimos a dormir.
Por la mañana, la mamá de Lucio les tenía unas cervezas bien frías y un caldo de acamayas (camarón gigante de río).
--Bueno --dice Petronilo-- si la sorpresa es el caldo, pues ya perdiste la mitad de tu paga.
--Espérate --le contestó Lucio-- ya viene lo mejor, vámonos en la camioneta y verán lo bueno que no lo olvidarán nunca.
Artemio cuenta que agarraron un camino de terracería, saltaron trancas de ranchos hasta llegar a una tienda donde conocían a Lucio, dejando encargada la camioneta, se pusieron a caminar. Petronilo, crudo y mal hablado, le preguntó a Lucio si lo traía tan lejos para que perdiera su virginidad, que si eso quería lo podían hacer en su barco y venían las carcajadas.
De repente unos edificios antiguos. Lució se ufanó anunciando: “Tienen ante ustedes al Cuajilote, ruinas de la cultura totonaca construidas al lado del río Bobos donde nacen las acamayas.
--¿Qué nos vamos a robar las piedras?-- preguntó Petronilo
--Pues casi, casi-- respondió Lucio.
Entraron a la enorme plaza y se quedaron azorados. En medio de los edificios había un enorme falo de piedra.
--Aquí adoraban al falo y en las noches las mujeres vienen a traer piedras de las ruinas, mismas que hierven y se lo dan a su hombre en el café o en sus refrescos y es tan afectivo, que si te das cuenta que aquí las mujeres siempre andan alegres. Así ustedes deciden. Nos llevamos las piedras o dejamos ir la oportunidad de hacer felices a nuestras mujeres-- dijo Lucio.
--Sale, Lucio --dijo Petronilo-- pero si no hace efecto, te quito tu pago y te corto los huevos.
“Ahí nos venimos cargando un costal de piedras”…
Artemio regresa al momento ante Pedro en la cantina de Alvarado y le dice: “Ahí todavía tengo piedras. Hiérvelas en agua y se lo das a tu mujer. Petra cree que solo tienen deseo los hombres. No: ellas también, que no se hagan las tontas”.
“A los tres días que le des el agua de las piedras del Cuajilote, verás que la amenaza se voltea y ella te va andar buscando. A la primera oportunidad, no hagas nada, solo rézale al Cuchi-cuchi. Cuando ella te diga “Ya, ya”, no hagas caso y sigue rezando. Las oraciones para la Cuchi-cuchi será la siguiente. Anota” y vuelve a acomodar el sombrero Artemio antes de soltar su letanía.
“Te advierto, nada de manos. Nada de lengua y menos andes babeando” advirtió.
1.- Querido Cuchi-cuchi, te rezo para que nos hagas sufrir o gozar a tantos hombres. Un mes con doble Cuchi-cuchi es matarnos. Si no hay Cuchi-cuchi nos arroja a los brazos de otra mujer, rico, cambiar de mujer por un mes y no sabes que un feliz matrimonio es cuando hay dos mujeres para un hombre.
2.- ¿Para qué sacaste el tema del Cuchi-cuchi? Porque te llevas entre las patas a tus compañeros de trabajo, bueno, hasta a Madero se le van caer totalmente los pelos. A Javier Lozano se le quitara el habla por chismoso y a ese Zavala, tu vocero, aparte del pelo que se le caerá, se va a poner chiquito, chiquito. Al coordinador de la campaña, con ese con apellido de jamón, se le va a quitar lo mentiroso y lo peleonero de la calle.
3.- Porque te burlas de Vicente Fox con el Cuchi-cuchi y todavía le catean su casa, al igual que Manuel Espino, que con este método que diste a conocer, le salieron garras y colmillos con veneno.
4.- Por favorcito, nunca vuelvas hablar del Cuchi-cuchi, pero si vas a seguir en el mismo tema, anúncianos y le vendemos piedritas del Cuajilote.
--Ahí, hasta ahí, te quedas --le dice Artemio a Pedro-- No hagas nada y te levantas y así traerla toda una semana y entonces éntrale y verás que va andar chiflando, cantando y diciéndole a todo mundo, que ella no decide nada si no lo aprueba su señor.
Artemio y Pedro, salieron de la cantina y fueron por las piedritas. Dicen, que como Pedro es muy chismoso, en Alvarado, fracasó el “Plan del Cuchi Cuchi”.