LA GRAN FIESTA DE GUÍZAR Y VALENCIA
Pasillos del Poder
César Augusto Vázquez Chagoya
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23 de OCTUBRE de 2011
César Augusto Vázquez Chagoya
Pasillos del Poder
2011-10-23
Parece un domingo cualquiera en Xalapa y Coatepec. Este domingo 23 de octubre, salió con fuerza el sol como preámbulo de lo que desencadenaría en horas. La catedral de Xalapa luce sus mejores galas para esperar los peregrinos de la región que vienen a celebrar el onomástico de San Rafael Guízar y Valencia.
No sólo es un acontecimiento religioso. Su historia y hasta en la actualidad tienen implicaciones políticas. Si bien es cierto que él que fuera Obispo de Veracruz de 1920 a 1938, nació en Cotija, Michoacán, es venerado como su hubiera nacido en Veracruz. La obra de Guízar tuvo implicaciones políticas que nos siguen hasta nuestros días.
Nació el 26 de abril de 1878, por lo que al 2011 cumpliría 133 años, pero su santo es el 24 de octubre y es la fecha que celebra por lo menos en la región de Veracruz. En la catedral de Xalapa reposan sus restos y desde el 23 de octubre se observa peregrinos caminando por las carreteras desde Huatusco, vía Teocelo o de Xico a Coatepec. Vienen a Xalapa peregrinos desde la región de Orizaba.
Aparte de Xalapa, donde es la fiesta grande en honor al originario de Cotija, se celebra al santo en Las Puentes, congregación de Coatepec, donde hay una estatua de bronce de 4 metros sobre una base de 12 metros; también en la congregación de El Palmar, de Puente Nacional, es la fiesta patronal en honor al michoacano. Cada lugar tiene sus motivaciones para venerar a Guízar.
Xalapa porque fue su obispo y su territorio era exactamente el suelo veracruzano. Por la persecución religiosa, fue ungido obispo en La Habana, Cuba, y llega al puerto de Veracruz el 4 de enero de 1920. Un día antes había ocurrido un terrible terremoto en Xalapa, y en las regiones de Coatepec, Orizaba, Huatusco y la vecina Puebla.
Ni bien se bajaba Guízar del barco, cuando convocó a los ricos del puerto de Veracruz a que cooperaran con los hermanos en desgracia, poniendo como ejemplo su anillo de oro obispal. No sabemos cómo y porqué, pero ese anillo fue encontrado en la pequeña comunidad El Palmar, muy cercana a Cardel, pero municipio de Puente Nacional.
Guízar llegó a Xalapa hasta el 9 de enero y el 14 del mismo mes partió a la región devastada entrando por Coatepec; de ahí se fue a Teocelo por una avenida colonial empedrada que todavía existe entre Las Puentes y Coatepec. No pudo viajar en el tren “El Piojito” ya que las vías estaban dañadas.
En Teocelo, el obispo de Veracruz se reunió con el gobernador Cándido Aguilar, acordando que el gobierno ayudaría los lugares cercanos a Xalapa así como a Teocelo, y que el misionero recorrería las montañas ya que no se sabía con exactitud la magnitud de los daños.
Ese recorrido lo llevó 2 años. Desde entonces, el terremoto llamada de Xalapa del 3 de enero de 1920 es la desgracia más grande que exista hasta el momento en la entidad con más de 600 muertos.
La grandeza de Guízar y Valencia no es por su gran ayuda en el terremoto, sino que se convirtió en “guerrillero de su fe”. En la guerra cristera es desterrado, aunque publicaba escritos a favor de la libertad religiosa. El entonces gobernador de Veracruz, Adalberto Tejeda, le puso precio a su cabeza, pero el misionero se presentó al palacio de gobierno ante el mandatario y le manifestó que ya no lo persiguiera, que estaba a su disposición, A partir de ese día se le guardó respeto al monseñor por parte del originario de Chicontepec.
Rafael Guízar fue el único obispo de la república en tener un seminario itinerante y para poder ajustarse a la Ley Tejeda (que limitaba el número de sacerdotes que podían dar misa) se registró como sacerdote en Coatepec en 1937 y vivió en su estancia en la ciudad del café en el edificio donde se ubica el café Coffino en la calle Jiménez del Campillo, donde saludaba a los fieles desde el balcón.
Guízar no fue participante en la revolución, pero sí un activista en dar auxilio a los heridos o moribundos. Casi toda su vida perseguido, vivió en los Estados Unidos, Guatemala, Cuba y Colombia. Muere en la Ciudad de México, pobre, ya que a pesar que nació rico y heredara grandes riquezas, las donó a la iglesia. Su partida fue el 6 de junio de 1938.
Su cuerpo fue recibido por los fieles y cargado en hombros desde Banderilla hasta la catedral, siendo enterrado en el panteón antiguo ubicado en la avenida 20 de Noviembre, de Xalapa. El 28 de mayo de 1950, el obispo Manuel Pío Estrada ordenó que los restos de Guízar fueran llevados a catedral y para admiración de los comisionados en sacarlo de su tumba se le encontró incorrupto, envuelto con una espuma blanca y su caja llena de agua.
La noticia fue mundial y empezaron a llegar noticias de milagros y fue el 28 de mayo de 1954 cuando se inició el proceso de canonización que culmina en convertirlo en santo por el papa Juan Pablo II en el 2006.
La persecución no terminaría ahí. En el 2009, la iglesia católica mandó hacer una estatua de 4 metros de altura a la escultora xalapeña Edith Berlín. La figura se hizo primero en plastilina en una casa antigua de Coatepec y mandada a la fundición. Cuando ya se disponía a instalar la estatua en la entrada de la catedral, salieron voces de los liberales que ahí no podía estar la estatua de Guízar porque estaba la plaza en honor al ex presidente Sebastián Lerdo de Tejada.
Nunca se pensó poner la estatua en la Plaza Lerdo, tanto que tiene una Biblia en la mano izquierda y la mano derecha dando la bendición, que es lo que hacía en vida Guízar al recibir a los niños al catecismo en la puerta que daba a la Plaza Lerdo. Los fieles de Xalapa no defendieron que no se invadía el espacio del ilustre liberal mexicano, sino que la estatua estaría sobre el terreno federal que le corresponde a la catedral en la mera escalinata.
A Rafael Guízar, quien consagró su vida en dar fe a miles de xalapeños y hasta expuso su vida por su feligresía, lo dejaron solo. La estatua fue colocada en la salida a Veracruz, en un lugar que es peligroso llegar por el intenso tránsito. Está abandonado, tanto que le pusieron flores de plástico. Mero en frente, en los bajos de lo que es el estacionamiento de la Secretaria de Educación Pública, está una imagen de la santa muerte, llena de flores y veladoras.
En este país hay libertad religiosa y cada quien es libre de creer en lo que quiera, pero por la obra religiosa, política y consagración a los niños, a la estatua de Rafael Guízar y Valencia se le debe hacer justicia y se dará cuando se instale la estatua del santo en la catedral de Xalapa.
Con todo respeto a todas las creencias. Pero Benito Juárez, el hombre que separó al estado de la iglesia, acompañaba a su esposa todos los días a misa del palacio nacional a la catedral metropolitana. Ser o decirse liberal, no impide creer en Dios. Algunos están en contra de la iglesia que es muy distinto a creer en la religión católica. Cada cosa en su lugar y reconocer la grandeza de los hombres sean de la raza o creencia que sean.
Para el anecdotario inagotable de Guízar y Valencia. No sabemos él porqué no gustó en la estatua de Guízar y Valencia instalada en Xalapa, que fuera grande la mano donde da la bendición. La escultora Edith Berlín, al hacer la estatua de Las Puentes de Coatepec, aprovechó para cambiar la mano de la estatua de Xalapa y la hizo más refinada. La mano grande, con gran espíritu solidario, la escultora la donó a los habitantes de Las Puentes, porque había un detalle que nadie previo en aras que se viera la estatua de Guízar a lo más alto, pero la gente no la podía tocar.
La mano se colocó en la base de la estatua de Guízar en Las Puentes en un nicho y de ahí sale agua, misma que fue bendecida por el obispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios. En Las Puentes ya se puede tocar al santo y llevarse agua bendita.
Ya en la tarde de este domingo 23 de octubre, ya cansados peregrinos llenan las carreteras rumbo a Xalapa donde está la tumba de Rafael Guízar y Valencia. Es esta peregrinación merecedora de una investigación sociológica porque la veneración viene desde el terremoto de 1920 y nacen los arcos de flores en honor al michoacano, que también tienen sus simbolismos